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Cirlot (Leopoldo Pomés)

Libros

25 Nov 2020

Siruela reúne sus escritos a propósito de este movimiento artístico

Cirlot y el informalismo

Esther Peñas / Madrid

No es que Juan Eduardo Cirlot (Barcelona 1916-73) fuera el gran patrono o valedor del informalismo, el movimiento artístico que abarca las tendencias abstractas y gestuales desarrolladas en Francia, España e Italia durante la segunda mitad del XX, de manera simultánea al expresionismo abstracto norteamericano: es que fue su principal ideólogo y quien así lo bautizó.

Dentro de él, del informalismo, la abstracción lírica, la pintura matérica, la Nueva escuela de París, el tachismo, el espacialismo o el art brut. Entre otros.

Ya separado –por lo menos de manera oficial- del surrealismo, Cirlot volcó su apasionada erudición y su luminoso instinto (su personalidad, frondosa, por momentos emboscada, no deja de constituir una de las más polímatas de nuestro país) en sus escritos sobre informalismo, que abarcaron más de diez años, de 1955 a 1969. Ahora la editorial Siruela los reúne, en una edición a cargo de su hija Lourdes Cirlot y Enrique Granell, ambos especialistas en Arte, bajo el título Se parece el dolor a un gran espacio, traducción de Marià Manent de un verso de Emily Dickinson. 

Cirlot era un meticuloso crítico de arte. Y poeta. Hay reflexiones a propósito de obras o autores que parecen eso mismo, un poema traído a la reflexión. En estas más de trescientas páginas hay artículos monográficos sobre artistas que pertenecieron a este movimiento (Gaudí, Tàpies, Tábara, Millares, Saura, Cuixart, Canogar, Riera, García Pibernat…), textos de carácter general sobre el informalismo (Sistema del informalismo, Informalismo y tradición, Ciencia y arte…) pero también, en una deliciosa acrobacia circense, recoge autores que nunca hubiéramos podido imaginar formasen parte del ideario informalista, pero que a la vista de Cirlot se configuran como precursores de una estética informal, como Poe, de quien dice Cirlot, a propósito de La caída de la casa Huser

Cubierta del libro«Acaso no vemos aquí reflejado el sistema de algunos aspectos fundamentales de la pintura más reciente, que produce determinados efectos por la calidad y orden de una estructura y en especial por la sensación de “duración interminable” producida por los espacios laminados, muertos y vacíos, y por el anhelo del artista, que le llevó justamente a crear ese arte, de que una situación así dure lo más posible, conservada en un in pace o en un museo”».
Como apunta Lourdes Cirlot en su introducción, «los textos de Juan Eduardo Cirlot resultan siempre clarificadores por la gran capacidad intuitiva del crítico, pero esencialmente son reveladores».

Un informalismo, no se olvide, que brota del existencialismo de Heidegger y de Sartre, en tanto que concibe la existencia no como ser sino con la relación con el ser. «La misión del hombre y de su obra parece ser, al decir de Heidegger, obligarla a “desocultarse” hasta donde pueden ser planteados los límites de un conocimiento-acción, en un espacio-temporal».

Le perturbaba –y cuánto- ese desdén del público por el arte de vanguardia, el arte moderno, y trataba de combatir la absurda idea de la vacuidad y la banalidad asociadas a determinadas corrientes artísticas de XX, por eso realizó una labor didáctica casi ingente, para explicar que «el informalismo puede entenderse como la última forma de arte relacionable con una cierta tradición», en el decir de Lourdes Cirlot. Cuando ni la prensa especializada ni la crítica ni el público habían comprendido aún «el umbral que había atravesado Tàpies», Cirlot lo reivindicada, lo desvelaba, lo celebraba en numerosas revistas, con textos «urgentes, de combate», comenta Granell en la introducción, quien explica que el título de esta compilación de textos se fundamenta en el peso del dolor en la concepción vital de Cirlot, de carácter casi ontológico:

«El ser parece sufrir. El ser no es libre sino por la acción del caos. ¿Qué es el caos? El caos es la persistencia de lo anterior en lo posterior, de lo lejano en lo íntimo, e inversamente. El caos es el destino doloroso del ser. El caos es el resultado de la ilimitación del ser, de su simultaneísmo espacial y temporal, y de su totalidad reunida y disgregada”.

Un libro que recuerda al árbol de Porfirio por la ramificación en su discurrir, en el que el simbolismo, la filosofía, la historia o la música van aliñando los textos.