Compartir en redes sociales

Misia

Entrevista

5 Jul 2019

Misia, cantante

“Creo en el valor de las imperfecciones y los defectos”

Esther Peñas. Fotos: Jorge Villa / Madrid

Destila una elegancia de gestos y maneras que convierten su mera presencia en un fulgor que se respira desde la memoria de la piedra. Su voz, como línea de trópico. Susana María Alfonso de Aguiar (Oporto, 1955), o lo que es lo mismo, Misia, presenta su décimo cuarto trabajo discográfico, Pura vida, marcado por contrarios, intensidades y la travesía de una enfermedad. No es pequeña la trucha. El resultado, un disco de ceremonial inagotable.

Este disco se centra en algunos de los asuntos sin los cuales la existencia humana sería insignificante (amor, deseo, cuerpo, muerte, coraje…)  ¿Cómo se reconoce qué cosas son pura vida?

Aquellas… bueno, déjame pensar un momento, no quisiera precipitarme en la respuesta… creo que las cosas que son pura vida son aquellas en las que todo es puesto en causa, aquellas que se relacionan con el significado de tu vida de una manera completa, sea bueno o malo, que se pueden diferenciar de todo lo demás.

A la hora de preparar un repertorio, ¿qué influye más, el estado de ánimo, el contexto donde se va a interpretar, el público al que se dirige..?

Lo que me influye en todos los discos y en este de manera especial es visceral, no es nada poético, es algo que necesito sacar, no es rabia pero sí algo muy físico, una necesidad física de utilizar la música para hablar de la vida, de los sentimientos y de las emociones, algo que necesito sacar de dentro hacia fuera.

 

Recuerdo que, una de sus últimas actuaciones en Madrid, ordenó el repertorio por orden alfabético. ¿Por qué lo hizo?

Sí, fue una idea inicial para este disco, pensando en que el fado es casi una gramática de emociones, un lenguaje, pensando en que las personas, aunque no entiendan la lengua, sí entienden el lenguaje emocional del intérprete que canta. Al principio me pareció una buena idea, crear una especie de abecedario. Pero después desistí porque la secuencia que creaba no quedaba bien. 

Los contrarios son, de alguna manera, los protagonistas de este trabajo, ¿transcurre en ellos la vida? ¿Se puede vivir sin momentos valle, como se denomina en literatura esos pasajes de respiro?

Misia, cantante¿Momentos valle? Qué hermoso modo de llamarlos… supongo que son algo parecido a cuando canto un tema muy fuerte y, a continuación, hago una pirueta y hablo… pensé en este título, Pura vida, en contraposición a una vida pura, de ascesis, limpieza, de perfección… quería detenerme en esa pura vida, más llena de cosas en vena, viscerales, extremas, que te corroen o te redimen. Soy una persona con mucha dificultad para manejarme en el término medio.  Garras dos Sentidos, el único poema que escribió para una voz Agustina Bessa-Luís, que tenía una intuición en el conocimiento de los otros, increíble, casi misteriosa, habla de antítesis; ella dijo que lo inspiré yo, que tengo una personalidad de extremos. En este disco, si tuviera que buscar un momento valle, como dices, sería el Fado de los dos gorriones. Y tiene el disco no otro valle sino un respiro cómico, el Fadinho do anuncio. El resto son… 

¿Zambombazos?

Sí, pulsaciones de sangre en el corazón.

Pura vida en contraposición de vida pura. ¿En qué momento exacto está ahora, del lado apolíneo o del dionisíaco?

En ambos. En estos momentos tengo una gran riqueza de sentimientos, de emociones, que no exactamente están a flor de piel, sino como si me faltara una camada de piel. Todo me extasía, cosas muy simples, me conmuevo con bastante facilidad y no soy ajena a los dolores no de la humanidad pero sí de las personas, de cada una de ellas, soy más cómplice, me interesa más la vida de los demás que antes.

Este es su décimo cuarto disco. Si mira hacia atrás, ¿qué cosas han permanecido inalterables y en cuáles ya no se reconoce?

Cometí el pecado de amputarme de cosas que podría haber hecho, experiencias artísticas que me habrían enriquecido, que no las hice con el deseo desesperado de entregarme a la poesía del fado, para darle lo mejor que tenía. Pude haber hecho teatro, cine, escribir… pero me concentré en eso. Mirando hacia atrás, no lo volvería a hacer; por lo demás, estoy casi siempre haciendo lo mismo, así como los escritores siempre escriben la misma historia. Mi material es la música de fado tradicional, con poemas prestigiosos y populares. Siento como si trabajara con barro, hago una pieza, la rompo y con los resto sigo trabajando. Con los años, me oigo menos a mí misma, cuando eres más joven tienes una tendencia a escucharte casi de manera obsesiva, a querer hacerlo bonito… ahora voy bajando los tonos, no por incapacidad sino por acercarme a la tierra, voy dando importancia a los silencios, a las exhalaciones, cada vez hablando más en vez de cantar...

Cuando trabajas con los pedazos de esa vasija de barro que has roto, ¿cómo saber cuáles sirven?

Me puedo equivocar, no me importa, no busco la perfección, lo importante es hacerlo, como Sísifo, empujar la piedra, una y otra vez; lo que más se acerca a la perfección es la verdad del momento que siento y por dónde me llevan las cosas, no ensayo mucho en el estudio, y si hay una imperfección la dejo, como los japoneses cuando practican el kintsugi, ese arte de reparar la cerámica de manera que la reparación se incorpora como parte de la vida de un objeto y lo vuelve más valioso. Creo en el valor de las imperfecciones y los defectos. 

En Pura vida, la guitarra eléctrica representa el infierno. ¿Siempre es necesario pasar por él para poder escuchar el cielo, es decir, esa guitarra portuguesa?

No, había hecho discos con guitarras portuguesas desplegando muchas emociones, pero en este había un sentimiento de miedo, de inquietud hacia lo desconocido, algo oscuro, de dolor, sobre todo de dolor, que sentí que la guitarra portuguesa no era suficiente, que necesitaba algo más abrupto, menos amable, que incomodara más… y así la guitarra eléctrica tocada de una manera distorsionada, un poco sucia. Salvo en Lágrima, tema que es una isla en el disco. 

¿Es mejor fragua el dolor que la bondad o la alegría?

No sé… no sé contestar a eso... sé que el dolor es importante, también para sentir la alegría del amor, creo que el dolor tiene que ser importante porque existe en gran medida en nuestra vida; como existe, tenemos que encontrar una manera de relacionarnos con él, y la mía fue encontrar la belleza de las situaciones dolorosas, que la hay, y mucha y muy intensa. Buscando esa belleza y ese encantamiento que rodea el dolor se puede resistir, pero cada uno ha de buscar su método.

Hay un instrumento en este disco, el clarinete, extraño en la temperatura del fado.

Sí, su uso es insólito, pero está en relación con la vida, con el renacimiento, quería un instrumento de soplo, por las religiones y su relación con el soplo de la vida, y el clarinete es el instrumento de soplo que cuenta con mayor amplitud. Tenía claro también que no quería que sonase el clarinete de un modo rítmico, sino ad libitum, que Paulo Gaspar, maestro con el clarinete bajo, y yo respiráramos juntos. 

Pienso en su trayectoria, un largo camino en el que no se ha doblegado a las modas y sí ha ido granjeándose un enorme respeto no sólo de crítica y público sino también de sus compañeros de profesión. ¿Cuánto de voluntad y cuánto de azar hay en la vida?

De voluntad mucho, de empeño, de insistencia, de decir no a muchas cosas que eran más fáciles. De azar pienso que los encuentros con algunos artistas, con creativos. El azar me ha dado fuerza a seguir, lo demás es lucha, lucha frente a la sensación de que siempre empiezas de cero, en especial últimamente, tal y como está la industria de la música, el peso del mainstream, y se vuelve un acto poético y de resistencia hacer un disco en estas condiciones. El azar… el azar creo que es estar muy atento a lo que tenemos alrededor, no es algo mágico para mí, soy demasiado pragmática. Sí creo en que puedo ser sorprendida, en eso sí tengo fe. Por eso me gustan tanto los animales, porque son sorprendentes. 

El fado, el flamenco… ¿están emparentados con lo sagrado?

Sí, son un ritual, son como mitos, son mitológicos, proceden de una mitología. Tienen algo de trascendental, por eso, cuando hago un concierto, pretendo que entre el público y yo vivamos algo que trascienda nuestras pequeñas tragedias personales, celebrando la vida. También vivir ciertas alegrías implica, al menos para mí, celebrar un ritual de emoción, a pesar de que no soy católica, sino agnóstica, pero una agnóstica no practicante, porque pongo velas, tengo mis santos… pero me falta la fe, infelizmente. Sí, hay algo de sagrado sobre todo en la parte escénica, en el escenario, cuando los fieles estamos reunidos.

¿Qué música española le emociona?

Has de saber que mi mamá era bailarina de danza española, así que me gusta mucho Falla, Turina, Granados… el flamenco, Morente, Camarón, Cigala… Martirio, a quien admiro muchísimo, que se ha mantenido pura, algo que es muy difícil… Mayte Martín, cómo canta y cómo habla…

 

(entrevista publicada en 'cermi.es 353')