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Portada del libro

Entrevista

31 Jul 2019

Ginés S. Cutillas, escritor

“Los chistes y las boutades embrutecen el microrrelato”

Esther Peñas / Madrid

Los microrrelatos son una deliciosa epidemia. Hay concursos, cursos, ensayos. Y recopilaciones, claro. La última, Los pescadores de perlas (Montesinos) que, tomando el nombre de la ópera de Bizet, una pieza que celebra la amistad, reúne las narraciones aparecidas en la revista Quimera. Hablamos con Ginés S. Cutillas, responsable de la edición, y coordinador de la sección de micros de la cabecera. 

Disculpa la bobada pero, ¿lo bueno, si breve, dos veces bueno?

Al lector actual ya no le hace falta un capítulo entero para describir un elefante, un rinoceronte o un jaguar, como se hacía en las novelas decimonónicas, debido a que no se tenían las referencias visuales de los mismos. Nos enfrentamos a lectores sobreinformados, a los que sólo hace falta indicarles que la huella es profunda y romper algunas ramas a dos metros de altura para que sea él mismo quien le ponga nombre al animal: no hace falta decirlo.
 
El hombre de mañana, ¿será “un hombre de mentalidad de telegrama”, tal y como advierte Manuel del Cabral en el frontispicio?

Estamos en un tiempo en que los creadores luchamos por la atención del consumidor de historias. Hay demasiados inputs que distraen al lector potencial, por lo que debemos ir directos al mensaje que queremos enviar, jugando siempre, eso sí, con la biblioteca cognitiva que compartimos con él, esto es, invocar correctamente las referencias culturales que sabemos comunes. El microrrelatista vive de forma continua en el difícil equilibrio de subestimar la cultura del lector o de ser tan elípticos que éste no se entere de nada de lo que le hemos querido contar.
 
Para que un microrrelato lo sea, y no quede en mero fogonazo de ingenio, chiste o aforismo, ¿qué ha de tener?

Un texto corto que aspire a ser microrrelato deber tener narratividad, el personaje ha de salir distinto a como ha entrado en él. Para ello, tiene que haberse enfrentado a algún conflicto en el transcurso del texto que le haya modificado de alguna manera, ya sea interna o externamente. Debemos huir de los chistes y las boutades, que no hacen más que embrutecer al género.
 
¿Qué diferencias hay –de haberlas- entre el micro que se escribe en Hispanoamérica y el que se hace en España?

Hace unos años, con los autores de ambas orillas puestos de espaldas, puede que hubiera alguna. Actualmente, con la aparición de internet, dichas diferencias, gracias a la puesta en común de los textos, se han limado, tanto que apenas se puede distinguir si el microrrelato ha sido escrito a un lado u otro por algunos de los modismos que pueda contener.
 
¿Se puede hablar de temáticas más propias de los micros que de otros géneros?

Los grandes temas siempre han sido los mismos. Desde el teatro griego poco ha cambiado, aunque Shakespeare lo supo modernizar y fijar las bases de cualquier obra tragicómica actual. El microrrelato lo único que hace es enfatizar en unas pocas líneas el mensaje que queda diluido en una novela de seiscientas páginas: se busca resaltar el conflicto, mientras que en la novela o el relato se busca desarrollarlo. 
 
A su juicio, ¿a qué se debe este interés cada vez, mayor por este género?
Sin duda los blogs, y más tarde las redes sociales, han jugado un papel decisivo en el auge de los textos cortos. Si entendemos como microrrelato aquel texto que cabe en una unidad visual, ya sea una página o una pantalla, la relación es evidente. Si además contamos con el ego del internauta, que retransmite de forma inmediata el microrrelato que le ha hecho sentir inteligente frente al resto, podemos justificar el apogeo del género.
 
En la recopilación están algunos de los maestros de nanorrelato –como le gusta al maestro Merino-, como Shua. ¿Qué otros nombres imprescindibles quedan unidos al cuento breve?

Hay muchos. Sería injusto nombrar unos sí y otros no, pero bueno, si hablamos de maestros ya instaurados, podemos hablar sin miedo a equivocarnos de Torri, Monterroso, Arreola, Matute, Aub.... Si hablamos de autores consolidados, podríamos nombrar a Shua, Brasca, Neuman, Olgoso, Mandrini, Valenzuela, o al mismo Merino entre tantos otros. Sólo por citar algunos.
 
¿Por qué cuarto género? ¿No pertenece al género de cuento?

Afirmar esto es un sacrilegio en el género, aunque no falta quien apoye semejante teoría. Para mí es evidente que el microrrelato y el cuento son dos géneros distintos en tanto que, como autor, tengo que emplear herramientas de creación distintas según la naturaleza del texto al que me enfrento.
 
Sé que esto es como pregunta a cuál de sus hijos quiere más pero, en este momento, ahora mismo, sabiendo que su respuesta sería diferente diez minutos después, dígame un par de micros recogidos en la antología que le gusten especialmente.

Es verdad que para leer en público algunos textos son mejores que otros, por mera sonoridad, o por el ritmo de narración que el autor le haya sabido imprimir. Sin embargo, y ésta quizá sea una de las mejores bazas del género, cada microrrelato de la antología contiene una sensibilidad que es interpretada de manera distinta por cada lector según el estado vital en el que se encuentre. Por eso, el mismo texto puede conmover en una lectura o dejar indiferente en una revisita posterior. Así que, si me lo permites, diré que cada uno de los textos que componen la antología merecen por mérito propio estar ahí, esperando esa lectura apropiada que les haga desplegar toda su belleza y potencial. Todos, a su manera, son especiales para mí.