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Sánchez-Ostiz

Entrevista

27 Mayo 2021

Miguel Sánchez Ostiz, escritor

«Me quedo con Silvestre Paradox, el más simpático alter ego de Baroja»

Esther Peñas / Madrid

Otoñal y barojiana (Chamán ediciones) clausura el ciclo que Miguel Sánchez-Ostiz (Pamplona, 1950) ha dedicado a la figura del noventaychista vasco Pío Baroja, un escritor de brillante en ideas, ritmos, ambientaciones, de descuidada sintaxis aunque magnífico. Un maridaje, el de Baroja-Sánchez-Ostiz, que se inauguró con afecto, respeto y promesas de futuro pero que terminó en la más rotunda de las decepciones.  

El pamplonés, por su parte, ha publicado su obra poética completa en dos volúmenes, Fingimientos y desarraigos y La marca del cuadrante, y es autor de una generosa obra, en la que destaca El pasaje de la luna o El corazón de la niebla
 

Barajo para usted ¿ha sido un maestro, un amigo, un amante, un dios? 

Si el Barajo es una errata, es gloriosa. Los barojianos chilenos evocaban el «¡Pido barajo!», como juramento de bronca, cuando hablaban de Baroja. Me parece que lo cuento en el texto dedicado a la calle Pío Baroja, de Valparaíso. 

Baroja no fue para mí nada de eso. Lo leí de joven, un poco, pero no lo volví a frecuentar hasta muy tarde, con curiosidad y entusiasmo que no puedo negar, más por el personaje que por la obra.

¿Qué ha ocurrido para que alguien con usted, gran estudioso de Baroja, haya pasado «del entusiasmo a la decepción»? 

Cansancio, sensación de la inutilidad de mi empeño. Ahora mismo me es muy difícil responder a esa pregunta con una elemental verdad sin incurrir en broncas, burlas y acusaciones inútiles. Baroja me aburre y el mundo barojiano más, por decir algo fino.  

Botepronto, ¿qué distingue a este libro respecto de los demás, ya que parece el ladrillo que clausura el muro? 

Que puede leerse como un recorrido cronológico de ese ir del entusiasmo a la decepción.

Mirando hacia atrás, ¿por qué molestó tanto Pío Baroja, a escena

¡Y yo qué sé! Ojalá me lo hubiesen dicho, de frente, con referencias concretas… Dicen que yo hablaba de las enfermedades venéreas de Baroja, ¿dónde? Eso no lo dije yo nunca. Unos se inventaban lo que les venía en gana e iban con cuentos al sanedrín barojiano para recoger el premio de la palmada en el lomo o el chuletón en Zalain… No sé, yo todo esto lo recuerdo con auténtico asco y procuro frecuentarlo lo menos posible. 

No creo que desde esta posición pueda ya aportar nada a nadie por lo que a Baroja se refiere. Decía Lezama que hay que acercarse a las cosas con apetito y alejarse por repugnancia, tal vez sea mejor hacerlo un poco antes…

¿Cuánto habla de Sánchez Ostiz al hablar de Baroja? 

Espero que poco o mejor nada… Ahora bien, no puedo impedir que quien tenga palmeros que le aplaudan la faena diga lo que le venga en gana. Sí es cierto que en este libro hay páginas y pasajes en los que hablo de mi relación con Baroja.

Al tiempo que el suyo, acaba de publicarse La doble muerte de Unamuno. ¿Cómo se llevaban ambos noventayochistas?

A matar… al menos por lo que a Baroja se refiere. No lo podía ver.

Cubierta de 'Otoñal y barojiana'Hagamos un poco de especulación, Baroja ¿se escandalizaría por la verbena de las izquierdas, la carcunda de las derechas y el sanguijuelismo nacionalista? 

Si no le iba a acarrear disgustos o problemas de cajón, seguro.

¿Hay algún escritor actual que pudiera considerarse discípulo de Baroja? 

No tengo la menor idea. Espero que no, aunque la verdad me importa un bledo que lo haya o deje de haber. 

Al recorrer sus preguntas me doy cuenta de que vivo en una Babia extraña.

Usted afirma que El árbol de la ciencia es el texto en el que más se juega la verdad de Baroja pero, ¿cuál es, a su juicio, esa verdad?

Su autorretrato, ya muy difundido, para qué insistir… solo invito a leer el libro con atención. En todo caso, yo me quedo con Silvestre Paradox, su más simpático alter ego.

¿Qué aporta a la obra el conocimiento exhaustivo del autor? 

Las trastiendas… a algunos doctos esto les parece desdeñable, a mí no, allá cada cual… or-konpon*. 

Hay algún texto inédito (en castellano) que usted incluye. ¿Queda algo por decir, por publicar sobre Baroja?

¡Por Dios! No, no, yo no incluyo ningún texto inédito de Baroja, ni lo cito siquiera, porque me lo tiene prohibido un despachazo de abogados de Madrid. Ahora bien, resulta de verdad chusco que lo que pude citar en 2007, en mi ensayo Tiempos de tormenta, no lo pueda citar ahora.

Y sí, hay páginas inéditas de arrastre y baja o nula calidad literaria, pero muy interesantes para completar detalles de su biografía.

Queda por decir todo lo que al biógrafo de turno se le ocurra, bien al dictador del sanedrín barojiano, bien en plan de cazador furtivo, e incluso en plan docto e ilegible.

Claro que igual es falta de comprensión lectora por mi parte y usted me pregunta por otra cosa… no sé.

¿Sobre qué versaba ese último capítulo que sus abogados nos escamotearon a los lectores? 

Trataba de lo que en realidad pienso de los herederos de Pío Baroja, lo que yo llamo El Palmar de Itzea, y su actual Trinidad, y de sus palmeros, y de un siniestro episodio con abogados de por medio que, por mucho que se actuara con la ley en la mano, podría considerarse una arbitrariedad desvaída e inconsútil, algo que yo no hice cuando tuve ocasión. Todo esto dicho en estrictos términos de defensa y dependiendo de en qué lado de la trinchera estés y sub specie aeternitatis** o eso y lo que gusten… Historias de largo metraje y escaso interés. Me aburro. 

* Allá se las entiendan (traducción libre de la periodista).
** La eternidad del alma que se expresa en algo no eterno como el cuerpo (concepto de Spinoza)