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Craig

Entrevista

29 Oct 2019

Santiago Craig, escritor

“No hay otra realidad que la del amor, no hay otra realidad que la de la locura”

Esther Peñas / Madrid

Cuesta escoger un titular para esta entrevista. Ceñirse a un puñado de preguntas cuando el texto en origen en tan rizomático. Santiago Craig (Buenos Aires, 1978) ha escogido 27 maneras de enamorarse (Factotum ediciones) pero podrían haber sido nueve más. U ochenta y tres. De las que él habla son divertidas, patéticas, intensas, absurdas, reconocibles. En cada una de ellas, si se es honesto, una ha transitado. De alguna manera y con distinta intensidad. Por eso sacuden estos textos narrados con la agilidad de un púgil. 

¿Cómo sabe uno que su enamoramiento es bueno (léase sano, si se prefiere)?

No estoy seguro de nada respecto del amor. O, si estoy seguro de alguna cosa alguna vez, sé que podría cambiar de opinión en cualquier momento. En todo caso, lo que sí no puedo responder es qué clase de amor es bueno y qué clase de amor es malo. Podríamos asumir que, si el enamoramiento es bueno, no debería dañarnos, ni dañar a nadie. Pero esa no creo que sea una ley que se cumpla. Hay amores que permanecen porque una vez nos hicieron mal, un daño cálido al que podemos volver en momentos de soledad o sinsentido. Hay otros enamoramientos que pasaron sin conflicto y que conservamos con simpatía, pero sin mucha intensidad. 
Ahora (tal vez en un rato cambie de opinión), puesto a decir cómo puede saber uno si su enamoramiento es bueno diría que, sin ese amor, todo lo demás sería un poco más oscuro, un poco menos soportable, injustificado. 
 
¿Cuánto de absurdo hay en nuestras vidas?

Eso depende de cada uno. Como todo. En la mía hay mucho de absurdo, pero, como todos, creo que no depende de mí, sino de los demás. Lo absurdo siempre es lo otro. Lo ajeno. Lo absurdo a la vida se le impone, como un vacío, como algo que no la deja cuajar, pero que está ahí poniéndole al mundo una capa de barniz aceitoso, dejando que las alegrías, los pesares, las tardes y las conversaciones y las ideas y los planes resbalen, tropiecen, se mezclen. 
Una vez advertido, ese absurdo, ese sinsentido, termina por ser un arma de levedad; un modo de dejar pasar ciertos asuntos que parecieran demasiado pesados. Creo yo que permite, por momentos, disfrutar. 

Pienso en el relato ‘Mitosis’. ¿Lo erótico está siempre en la mirada de cada cual?

Escribí Mitosis viendo por microscopios, así que, en cierta medida, la mirada está directamente vinculada a ese relato. No tiendo a pensar en términos de erotismo. Quiero decir que no soy de usar mucho esa palabra. Más por su sonido que por su significado. Locuras mías. Pero sí, el erotismo es, me parece, un modo de mirar algo. El ojo termina siempre por ser, cuando está en uso, cuando está atento, uno de nuestros más intensos receptores sexuales. 

¿El enamoramiento es un lugar próximo al territorio de la locura? ¿Es una locura no salir, pasado un tiempo, de esa geografía?

En el sentido de estar desapegado de la realidad, tal vez sí. Creo que, como la locura, el amor enhebra su propia trama y sostiene. No hay otra realidad que la del amor, no hay otra realidad que la de la locura. No hay un tiempo, en ninguno de los dos casos. ¿Con qué gesto uno advierte que está volviéndose loco o que cayó en el enamoramiento? ¿Cuándo uno puede decir que ya se curó de una cosa o de la otra? Son geografías sin bordes. 

“Ser lo que ella quiera va a ser un descanso para usted, un alivio”, leemos en ‘Todas’. ¿Cuánto de nosotros mismos perdemos para complacer al tú?

Por suerte, cuanto más metidos estamos en el amor, más de nosotros se borra. Me gusta esa idea de borrarse en otro, por más que suene tan cursi como horrorosa. Porque me resulta atractiva la idea de ser menos importante para mí que otra persona. Pasa con una novia, con una esposa, con hijos. Puede pasar con amigos. En todas sus formas, el amor busca complacer a otro, porque nosotros somos tan difíciles de complacer, ¿no? ¿O hay alguien que se alcance a sí mismo? Yo no lo sé. 
 
¿Cuánto de uno mismo pierde el escritor cuando escribe?

En mi caso, trato de perder la mayor cantidad de mí posible en la escritura. No dejarlo ahí de un modo explícito, exponerlo, más bien: usar lo que escribo como un charco en el que voy dejando flotar papelitos, partes sueltas. Escribir es decirse y esconderse a la vez, eso me parece una de las mejores cosas que tiene la escritura, una de las que más me atraen. 
 
“Avance siempre del mismo modo a la sorpresa, al peligro”. ¿En qué momento el amor se vuelve previsible? ¿Es irremediable que sea así?

Lo previsible tiene dos caras. Al menos para mí. Una de ellas puede que esté vinculada al aburrimiento, a la repetición burocrática y la otra, a la tranquilidad. Yo valoro la previsibilidad que da el amor verdadero. Esa paz. Pero entiendo también esa necesidad de estímulo en la novedad, en el cambio. Creo que la previsibilidad en el amor no es irremediable. Creo que puede suceder lo inesperado en cualquier momento. Lamentablemente. 

“Siempre hay esperanza. Salvo a veces”. ¿Cómo reconocer que el amor es irrecuperable?

No soy un experto en al amor. Habrá quedado ya claro en el libro y, además, en las respuestas anteriores. Lo que sí me parece que el amor puede mostrarnos de un modo bastante descarnado que hay cosas que se pierden y no se recuperan, no se sostienen en nuestro capricho, en nuestra voluntad, ni siquiera en nuestros sentimientos. Cuando el amor es irrecuperable nos deja moviendo las manos en el aire sin nada. Y con ese aire, nos obliga a formar otra figura para fijar la atención, para ocuparnos. Siempre encontramos un lugar al que apuntar nuestro afecto. Salvo a veces. 

Si viviéramos el amor con más humor, ¿qué cambiaría?

La solemnidad endurece, el dramatismo ¿no? Podría ser que el humor nos diera más flexibilidad, un modo más liviano de asumir ese pánico que nos da enamorarnos, vivir en esa dependencia mutua que es el amor. No concibo el amor sin humor, de todos modos. No puedo enamorarme de alguien sin ese componente. De hecho, me casé con la persona que más me divierte en el mundo. Y, además, no conozco todas las formas del amor. Hay muchísimas, muy diversas. Incluso, tal vez, para algunas personas, podrías ser un incentivo romántico el aburrirse juntos o la seriedad compartida. 

Ciudades bombardeadas, geriátricos… ¿cualquier lugar es propicio para el amor?

No sé si para el amor, pero seguro que sí para escribir acerca del amor.