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García Orgaz

Entrevista

12 Jun 2019

Pilar García Orgaz, poeta

“Se escribe desde el pensamiento, desde el estómago y desde una obligación moral”

Esther Peñas / Madrid

Todos tienen un nombre (Ars Poética). Con este título, la poeta Pilar García Orgaz despliega la generosidad de la gratitud, construye un templo de lucha (no de queja), de sentimiento (no de sentimentalismo), de pasión (no de etiqueta). Con la contundencia de un yunque o la ligereza de la pluma egipcia que pesa las almas.

¿Qué nos dice el nombre de cada uno de nosotros?

Decía el poeta Oliverio Girondo: “Basta que alguien me piense para ser un recuerdo”. Quizás por eso “Todos tienen un nombre” es un libro inacabado, y que puedo seguir escribiendo durante el resto de mi vida. Me surgió la posibilidad de publicarlo, y lo hice, aunque hay muchos nombres que se han quedado fuera, y me gustaría gozar del tiempo suficiente para dedicarles también un poema, como recuerdo. 

¿Qué es el otro para el poeta?

El otro soy yo. Forma parte de mí. Todos os habéis entrelazado conmigo de una u otra manera, como los hilos en la urdimbre de un telar, y el resultado soy yo.

¿Cuándo “el rostro se convierte en multitud”?

El rostro se convierte en multitud en los migrantes, en los desamparados, en todos aquellos que se van quedando sin esperanza. En sus rostros me encuentro la misma mirada que se pregunta perpleja cual es su lugar en el mundo, si es que hay alguno.

El corazón ¿siempre puede con los monstruos?

A la vida hay que echarle valor, y el valor puede con los monstruos. Hablo de los que están en nuestra imaginación. El miedo nos impide avanzar.

¿Cuáles son los fantasmas del poeta?

Alguien dijo, y ahora no recuerdo quién, que “el pasado siempre te persigue y algún día te alcanzara”. Mis fantasmas son esos seres que han pasado por mi vida y que si volviesen ahora no cabrían ni en mi amor ni en mis días ni en mi pensamiento.

¿“Los mapas del mundo caben en la planta de un pie”? ¿Cuánto de nómada tiene el poeta?

Pienso que cuando no tienes a dónde ir, los mapas del mundo caben en tus pies, en tus pasos, e imagino que vas creando tu mapa con las fronteras que te abren y con las que te cierran. He viajado bastante y quiero seguir haciéndolo. Viajar me reconcilia con la belleza del planeta que habitamos, y allá donde voy hago mi casa, aunque sea en la habitación de un hotel (debe ser porque nací bajo el signo de Cáncer), y camino por los lugares que descubro y los hago míos, como si paseara por mi barrio. Solo soy turista en Madrid.

¿Cómo se encuentra “el lugar preciso”?

El lugar preciso es aquel en donde quieres estar. Y ser. Y lo encuentras cuando te haces caso, cuando coincides contigo. No tiene otro misterio.

¿Qué cosas en la vida no admiten rescate?

La determinación de hacer lo que te has propuesto, aunque aparentemente sea inútil, como pasa en el Arte, a los artistas. No admite rescate porque no quieres que te rescaten, porque estás en el lugar preciso, porque es una necesidad vital, como el amor.

¿Es buena compañía la melancolía para escribir versos?

Melancolía. Esa tristeza vaga, sosegada, profunda, como la define el diccionario, es muy evocadora. En muchas ocasiones en ese estado de ánimo se establece la idea que llega a ser el cuerpo de un poema. El poeta observa, recuerda, y en algunos de sus recuerdos se cuela la añoranza. Creo que  todos los poetas hemos escrito alguno o muchos poemas  con un tono melancólico.

¿Cómo se distingue un espejismo de lo real?

Pues hay veces que no se distingue. El espejismo es una ilusión, una proyección de la mente, una imagen de lo que queremos ver o de lo que queremos que nos ocurra, y nos confunde, haciéndonos creer que lo que tenemos delante es nuestro ideal. Aunque para mí hay que quedarse en lo que nos ilusionó, y solo recordar la frustración para hacer de ella un peldaño de nuestra escalera.

¿Desde dónde se escribe?

Se escribe desde el pensamiento, desde la reflexión y desde el estómago, y desde algo parecido a una obligación moral hacía ti y hacía los demás. El escritor o el poeta, como yo, es plenamente consciente de que ha recibido un don, en su interior lo sabe, y siempre está ahí, abstracto, presente, con luz propia. Otra cosa es desarrollarlo y encontrar las palabras y tu voz para transmitir y compartir ese don extraordinario que puede colmar toda una vida.