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Florencia del Campo

Entrevista

4 Dic 2019

Florencia del Campo, escritora

“Todas las madres tienen algo de verdugo”

Esther Peñas / Madrid

La versión extranjera (Pre-Textos) es una historia que podría emparentarse con el Libro de las Dos Vías, ese secreto mapa que guía por el inframundo a quienes se adentran en él. Algo de eso, algo de un transitar sin saber muy bien qué territorio se está pisando, si estallará algún artefacto a nuestro paso, si es posible una arqueología que nos de más pistas sobre nosotros, acaso si habrá luz, luz nítida, al final. O en algún punto, al menos. 

La versión extranjera obtuvo el Premio Barbastro de narrativa en su quincuagésima edición. Su autora, Florencia del Campo (Buenos Aires, 1982) nos matiza algunas cuestiones.
 

¿En qué casos, sobre qué asuntos, es mejor que a uno le quede una duda –una zona de sombra irrevocable- frente a una certeza?

No estoy segura. Desde luego, a mi personaje esa duda, esa zona de sombra, no le queda bien. Ella necesita entender la historia. Pero la famosa frase hecha “el beneficio de la duda” por algo existe... Sí, existe porque hay un punto en el que las no-certezas pueden protegernos. En cualquier caso, insisto, mi libro no va sobre esas ventajas o comodidades, sino al contrario, sobre la incomodidad ante la duda, sobre la incomodidad ante las zonas grises, sobre la incomodidad ante las versiones. En fin, sobre la incomodidad.

¿Hasta qué punto el recuerdo, lo vivido, es colectivo y no tanto únicamente personal?

Es siempre ambas cosas. Es colectivo y a la vez individual. Incluso cuando pertenece a la vida privada suele tener algo de colectivo. Si el recuerdo es sobre la infancia, ese colectivo suele ser la familia. Y ahí una de las definiciones de “familia” que quiero ensayar: colectivo que comparte una serie de vivencias al tiempo que no las comparte en absoluto. 

¿Es posible vivir sin recordar?

No. Pero tampoco es posible vivir confundiendo vida con recuerdo. Puse un epígrafe en el libro que dice: “Ya no sé si vivo o si me acuerdo”. Es de Camus, de un cuento suyo. Me interesa eso: ese punto vital en el que habitamos un recuerdo para llegar a la vida y ese ejercicio de memoria está desbordado de trampas. Eso es lo terrible en mi novela. 

Los equilibrios que hace una madre (esta madre, que juega on line con mejicanos) para acercar a sus hijos, ¿cuánto tienen de verdugo?

Todas las madres tienen algo de verdugo. Cuando los acerca y cuando los aleja. A mí me interesa destripar la relación madre-hija en la literatura para tratar de comprender un poco más ese vínculo que entre el amor y la crueldad tiende los barrotes de la celda que encerrará a ambas. Inevitablemente. Ese “estrago” del que habla el psicoanálisis.

Ese extraño vínculo de la sangre… a pesar de todo. ¿Cómo se explica?

Por la familia. A pesar de todos y de todas. Yo no tengo un mal concepto de la familia, a pesar de que a veces se me acuse de ello. No pasa por ahí. No es ni bueno ni malo, ni buena ni mala. No hay buenos o malos/ buenas o malas. Simplemente (o mucho peor), hay desmadres...

Tu anterior novela gravita sobre la figura de la madre, arquetipo que mantiene su peso en La versión extranjera. ¿Es, la familia, el mejor y el peor de los territorios, de qué depende que quede de un lado o de otro?

Supongo que puede depender de la historia, de la memoria, del olvido, de la vida. Es decir, de estos elementos abstractos pero absolutamente sólidos que mi personaje araña con esas uñas que le quedan llenas de sangre cuando ya lo único que le queda por arañar es el propio cuerpo. Sí, otra definición de “familia” que voy a arriesgar: Colectivo ineficiente que culmina en el propio cuerpo para recordarnos que el impacto en su seno siempre será carne con carne.

La condición de extranjera, ¿qué reporta de beneficioso?

A mí me gusta escribir sobre lo contrario, sobre lo no-beneficioso de esa condición. Es incomodidad, es extimidad, es extrañamiento, es extranjeridad. Es decir, es un fuera-de-lugar. Ese (no) lugar es el que me interesa explorar.

Y de la condición humana, ¿qué es lo que, como escritora, más le fascina?

El cuerpo y el lenguaje. Y cómo ambos, cuerpo y lenguaje, carecen de sí mismos en determinadas ocasiones o circunstancias. Cómo un desplazamiento puede arrastrarlos hasta su propia obsolescencia.  

Aparte de Lennie Tristano, ¿qué música podría componer la banda sonora de La versión extranjera?

Supongo que alguna música country suave que pueda acompañar a las escenas que la novela tiene, además, de road movie. Eso y el jazz en general (el jazz para los interiores).