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MAMS

Entrevista

4 Mayo 2021

Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, MAMS, poeta

«Un poema siempre grita, sea en la frecuencia que sea»

Esther Peñas / Madrid

El militar prusiano Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz nos legó –más allá de sus estrategias bélicas que no nos conciernen en absoluto– una expresión de honda significación al decir que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Del mismo modo, la poesía desborda el verso para acontecer y manifestarse por otros medios. El collage, por ejemplo, territorio poético de Miguel Ángel Muñoz Sanjuan (Madrid, 1961), MAMS, también en su última propuesta: Etime (El sastre de Apollinaire), en la que persevera en el arte de (re) cortar intensificando la sed semántica de las palabras en un fogonazo que causa asombro, belleza, conciencia.

Además del asombro visual, ¿qué aporta el collage al poema?

Lo mismo que cualquier otro proceso artístico: significado y reflexión. Un poema no deja de ser «tiempo significante», y cada tiempo se manifiesta como es, con sus miedos y con sus desconocidos límites, porque nada se sabe del todo desde el lugar que ocupamos en el universo. No distingo entre «poemas» y «collages», para mí, son un mismo «soy-ser».

¿Alguna pauta a la hora de extraer el material para el collage?

Solamente dejar ser al poema consecuente con lo que es.

¿Cuáles son «las viejas reglas del talento»?

Atreverse a ser mentes creativas debería ser el objetivo de cada ser humano. Las reglas del talento siempre serán críticas con la amnesia social de la ignorancia.

¿De qué modo encontrar poesía en los «no lugares», en la «basura»?

No hay ni lugares ni temas «vedados» para la poesía. El poema es su propia realidad y su propio límite y el ser humano, esté donde esté, será testigo de su propia realidad, de su identitaria poética. La poesía no entiende ni de fronteras ni de latitudes. Un poema siempre encuentra qué es rebuscando con dignidad, aunque sea en lo incómodo, pues la poesía no entiende de discursos paralelos.

¿De qué depende la inclusión o no de imágenes plásticas?

De lo que se ignore y de lo que se conozca; del diálogo que se establezca entre la «palabra gramatical» y la «imagen gramaticalizada». Palabras e imágenes son nuestro ADN estelar. Hablamos, a pesar de haber olvidado como especie cómo aconteció este hecho; representamos nuestros pensamientos creando, con la misma necesidad con la que soñamos, atendiendo a códigos que en su día debieron de suceder en nuestras conciencias como hay islas que surgieron para quedarse fijadas en los planisferios, así como otras desaparecieron, dejándonos la incógnita que queda tras una pregunta que no se recuerda por qué se formuló pero que continúa estando ahí.

Si el zorro «robó por gusto los relatos a los dioses», ¿qué roba el poeta y de dónde?

El poeta asume el riesgo que supone retar a la existencia con sus preguntas, pues un poema es una realidad que comienza con quien la crea y se define con quien le da un sentido. Ni ideas políticas, ni religiosas, ni culturales… pueden esgrimirse como decálogos inamovibles para capitalizar lo que supone un poema. La poesía nunca está a salvo de nada, igual que el ser humano; por ello, un poema debe ser un acto de alerta en las conciencias universales.

Uno de los collages de EtimeEl poeta, cuando crea, ¿está más impregnado de ese oleaje del pasado o del incierto porvenir?

La poesía siempre está en la conciencia de un futuro lenguaje por alcanzar su significante. Si no, que se lo pregunten a Quevedo cuando escribió, «serán ceniza mas tendrá sentido; / polvo serán, mas polvo enamorado».

«Un buen poema asalta a un corazón arruinado», leemos con pie de Pessoa. ¿Nunca brota del sosiego, de la plenitud?

Un buen poema nunca se acomoda en sí mismo. Cada poema busca las migajas de lo que quedó en el plato del día anterior para ver su realidad; la poesía autocomplaciente es el mejor revulsivo para autocuestionarse lo propio.

¿Qué porción mínima de silencio ha de contener un poema?

La que sea capaz de contener con naturalidad. Pero que nadie se engañe, un poema siempre grita, sea en la frecuencia que sea, por ello la fuerza de la conciencia de sus incógnitas es lo que nos arrastra a reflexionar sobre la sombra que proyectamos en la existencialidad de los demás. Incógnita y realidad se unen, como si fuera un gran iceberg, tan hermoso como aterrador. Un poema, siempre debe ser, en la humildad de su silencio, una voz de dignidad y de esperanza.

¿Cuál es el linaje del poeta?

La heráldica poética me es ajena. Al poeta solo lo emparento con lo más humano de nuestra especie.

El poema, ¿tiene cuánto que ver con la verdad?

Cuando se escribe un poema se deja un rastro que dependerá de cómo se sitúe la voz poemática ante lo que solemos denominar «lenguaje». Las palabras no están para obedecerlas, están para entenderlas y encontrar con ellas la esencia de nuestra existencialidad. La verdad en un poema es su capacidad para hacerse real.

El monstruo del poeta, su fantasma, ¿cuándo acontece a favor del verso y cuándo paraliza?

Hasta donde llega mi experiencia, nada acontece a favor; un poema es una experiencia hacia lo ignoto de lo humano. Puedes volver, o no, igual que partiste, o, sin embargo, quedar por siempre allí donde la luz nace solamente cuando tiene sentido su existencia.

¿Cuándo un poema contiene ferocidad?

Cuando aúlla. Y para mí, toda poesía debe frecuentar el grito, aunque no el daño.

El lector de poesía, ¿de qué está enfermo?

El virus más peligroso al que se enfrenta la poesía es la simplonería, aunque esté repleta de buenas intenciones.