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Greta Thumberg, una de las adolescentes con Asperger más famosas

Día Internacional

18 Feb 2021

En la mayoría de los casos es difícil de diagnosticar

Uno de cada cinco niños al nacer presentan síndrome de Asperger

Redacción / Madrid

No es una enfermedad, es un síndrome. La gripe, el sarampión, la diabetes son enfermedades, no el Asperger, que es un síntoma, es decir, un conjunto de síntomas conocidos que pueden aparecer juntos si bien con origen desconocido. El 18 de febrero es el Día Internacional del Síndrome de Asperger, un trastorno del neurodesarrollo reconocido por la comunidad científica desde 1994. Descubierto por el médico suizo Hans Asperger, actualmente forma parte de los conocidos como Trastornos del Espectro del Autismo (TEA).

Es un síndrome muy frecuente, ya que concurre en uno de cada cien niños al nacer, siendo mayor la prevalencia en varones. Se caracteriza por una alteración cualitativa de la interacción social, así como de los patrones de comportamientos, intereses y actividades. Pese a lo que suele creerse, a diferencia del autismo, no supone un retraso significativo respecto del lenguaje o del intelecto. De hecho, la capacidad intelectual de un niño con este trastorno puede ser superior a la media, pero, ojo, tampoco son Rain Man.

Los principales síntomas que pueden encontrarse en los niños con Asperger son ciertas dificultades en la relación con iguales, tendencia a la literalidad (carecen de sentido del humor), tendencia a jugar solos o realizar actividades repetitivas y no mirar a los ojos, o hacerlo de forma puntual. Asimismo, pueden detectarse conocimientos muy profundos o detallados de ciertos temas complejos, un vocabulario más elaborado que el propio de su edad o aprender rápidamente grandes contenidos de información (matrículas de coches, nombres de calles, números de teléfono…).

Poca flexibilidad en cuestiones cotidianas, escasa adaptabilidad a la contingencia y reducida (o nula) capacidad de empatía. Sin olvidar que todo niño, todo adulto, con y sin Asperger, es un cosmos.

En ocasiones los síntomas son tan «normales» que el diagnóstico puede darse de adulto. Problemas para establecer lazos afectivos, para las normas de cortesía, de urbanidad, dificultad para comunicarse con los otros, para entender las bromas de los otros, desconcierto ante los imprevistos… estos son algunos de los síntomas más frecuentes. 

Antes de emitir un juicio cuando nos encontremos con alguien «raro», escuchémoslo, dejemos que él nos hable, del modo en que sepa y pueda hacerlo.