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Ramos de la Torre

Entrevista

26 Mayo 2023

Luis Ramos de la Torre, poeta

«El poeta ha de abogar por la autenticidad, la sinceridad y la identidad»

Esther Peñas / Madrid

La serena estrategia de la luz (Lastura). Con este título, el poeta Luis Ramos de la Torre (Zamora, 1956) convoca un diálogo entre pintura y palabra entorno al territorio poético de la mirada. En un ejercicio casi de mística circense (mirar a quien ha mirado primero) se compone un poemario en el que el silencio y el pensamiento (no hay que olvidar que el poema piensa) trazan surcos parejos. Belleza y ritmo lento.

¿Cuál es el propósito de la serena estrategia de la luz?

Es un libro que, como ya se ha apuntado por ahí, es el precipitado de un encuentro entre la pintura de José María Mezquita Gullón y la palabra poética deslumbrada por la presencia de la luz y la mirada en la estética de este pintor. Se trata, además, de un acercamiento poético a las reflexiones que aparecen en el apartado noveno de mi ensayo Hacia lo verdadero (Cercanías a la vida y al arte en la poesía de Claudio Rodríguez), titulado “Empapados de horizonte” y dedicado a la convergencia estética entre este pintor y la poesía del gran poeta zamorano. 

Para que la luz sea «limpia», ¿qué se requiere?

Es necesario realizar desde ella una aproximación, casi un acoso a la naturaleza del fenómeno estético, y ahí procurar la originalidad en la entrega, ya que esto implica una meditación, una reflexión sobre la emoción de lo que revela la materia y dar cuenta de ello a través de la palabra.

¿Cómo es «el más allá que propone la luz»?

Ese más allá, ese impulso nos guía en la búsqueda del recuerdo de la luz primera, especialmente de la luz de la infancia, que tanta importancia tiene en los procesos poiesicos de todo tipo, pues el registro de los años primeros sobrevive en la memoria, en las rendijas de la luz que filtran las ventanas, en los sonidos premonitorios de la mañana, «en los días azules y el sol de la infancia», como diría el último y conmovedor verso de Machado, que van llenando la vida y las casas de presencias familiares. Algo así ya quedó registrado en otro de mis libros, concretamente en Las escandas del hielo.

Cubierta del libroEn el poemario hay distintas estrategias, la de la luz, la del árbol… ¿cuál es la estrategia del poeta? 

Ver y acercarse al oficio y la obra del artista, en este caso del pintor, intentando entrar en el latido de la materia para clarificar lo que se ve o más bien para esclarecer el proceso creativo y entrar en lo natural con garantías, a través de la precisión conceptual más definitoria y absoluta.

¿Qué mantiene la tensión exacta para que quedemos del lado de la vida?

El poeta, consciente de la herida producida por el hecho de vivir y de la necesidad de sutura de todo ello, ha de abogar por tres conceptos esenciales a la hora de escribir: la autenticidad, la sinceridad y la identidad, para encauzar el cruce de caminos o encuentro vital que se produce entre las emociones y la racionalidad que las piensa.

La «sutura» del arte frente a la «herida abierta». ¿De qué cura la poesía?

La poesía, necesariamente al cuidado de los males de esta sociedad anestesiada y a favor de una sociedad decente que esté atenta a la necesidad de lo minucioso, lo emocionante y lo lento, ha de procurar curarnos o ayudarnos a sobrellevar los peligros y miedos derivados de este modelo de sociedad perturbadora como son el ruido, las prisas, el culto al instante en un carpe diem alocado y frustrante, y la superficialidad de todo lo que nos rodea.

¿Cómo reconocer «la sencillez de lo visible» devenida en «certidumbre»?

Intentando desvelar la realidad en su esencia y buscando descubrir lo que nos insta de las cosas, de lo que hemos vivido, del pasado que fuimos, y que, para bien o para mal, no nos ha abandonado. Y desde ahí, cantar, a la naturaleza, a lo mineral, a lo vegetal, a la raíz de todo lo circundante que como tal se puede encontrar en las proximidades de la ciudad, a la vera del Duero, en un rebanzón cualquiera de cualquier arroyo, como el de Valorio en Zamora, que puede volver a ser bosque, si se sabe mirar. Esos temas y esas preocupaciones son realmente los que nos dictan y enseñan verdad y certidumbre.

¿Qué preserva el asombro para que «siga intacto»?

En principio, la necesidad de ser claro y no engañarse entre palabras huecas, huyendo de la metafísica vacía, como señala Fermín Herrero en el estupendo prólogo de este libro de poemas citando al moralista Joseph Joubert: «la verdadera metafísica no consiste en volver abstracto aquello que es sensible, sino en volver sensible aquello que es abstracto; aparente aquello que es oculto; imaginable, si se puede, aquello que no es sino inteligible; inteligible, en fin, aquello que se desvanece con la atención».

¿Qué se pinta con las palabras?

La emoción, el impulso, el misterio. Lo sencillo que nos asombra, la participación con la materia, la necesidad de ser excéntricos -como bien definía Ortega- en busca de la claridad. La herida infinita y reveladora, la tensión vital y la necesidad de buscar a partir de ella una salida, un «entre necesario». La palabra pinta el pensamiento poético y la urgencia de repensar abiertamente los conceptos… Ahí se enmarca el camino a seguir desde la fuerza de la luz primera.

Si lo visible «alivia», lo invisible, el misterio, ¿qué provoca?

El misterio de lo poético, desazona y llama a entrar en él, o al menos nos permite merodear en su territorio con la palabra y una actitud decidida, siempre en tensión y a la búsqueda de una nueva claridad reveladora.

«Espera, que aún nos queda algo de tiempo». ¿Cuál es el tiempo del poema?

Es el tiempo de la vida y de las vidas conectadas buscando continuidad; va de unos a otros haciéndose eterno si es claro, auténtico y sincero. En otro de mis poemarios, Nubes de evolución, escribí un verso que venía a decir que “somos las bocas que hemos leído”, y sigo pensando que es así.

¿Qué relación guarda la luz con el silencio?

Me agrada mucho esta pregunta, porque siempre intento conectar las temáticas de mis libros y, además de hablar del silencio en muchos de ellos, curiosamente tengo terminado un libro prologado de manera genial e impecable por el gran poeta Miguel Veyrat que está dedicado íntegramente al silencio. Allí, entre otras cosas escribo: «Siempre el silencio será un hilo de sutura». Por ello, siempre es un honor poder entrar en el misterio de la luz y la magia del silencio a través de la palabra poética.