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Álvaro Cortina Urdampilleta

Entrevista

10 Dic 2021

Álvaro Cortina Urdampilleta, escritor

«La vida cotidiana de cada cual es bastante más extraña de lo que después pensamos»

Esther Peñas / Madrid

Hay libros que son tan frondosos como junglas y tan exquisitos y bellos como los jardines babilónicos, libros que son un entramado de conexiones delirantes, fascinantes, atrevidas, deliciosas. Libros de cartografía imposible pero trazada (en índices con sentido), libros de espíritu humanista y gamberro desplegado en un festín privado para el que se expenden venias. Abisal. Libro de zonas y figuras (Editorial Jekill&Jill), de Álvaro Cortina Urdampilleta (Bilbao, 1983). Por ejemplo. 

¿Qué nos dice de un escritor el hecho de que el índice sea una de las cosas de las que más orgulloso esté?

Seguramente, nos dice que siente que, pese al caos y a las contingencias, ha conseguido fijar un camino, una senda, y que la ha seguido. Prefijar sendas y realizar la marcha, hacer planes y cumplir planes: ¿no es esto, acaso, Esther, un reflejo de la vida y la medida de nuestros éxitos y nuestros fracasos? ¡Eso nos dice un índice, pero cuando el libro ya ha sido escrito, Esther, nunca antes! Antes es sólo un exoesqueleto, un cúmulo de promesas. Como ves, he tenido sentimientos muy intensos con mi índice.

¿La vida es esto mismo, un rizoma (por utilizar el símil de Deleuze), un entramado de conexiones? 

La vida, técnicamente hablando, tiene una estructura. Tengo entendido que el orden es: nacer, desarrollarse, morir. Entre medias, a veces, también encontramos la reproducción y la cotización en la seguridad social; otras, no. Pues bien, aquí hay una estructura. Otra cosa es la imaginación. La vida de la imaginación es más caótica, se crea por asociaciones, por ocurrencias y por apropiaciones: esto genera un magma portentoso, siniestro o cómico, y en todo caso abisal. El libro es un tratado sobre las formas de la imaginación. Un bestiario de estados de ánimo. Las zonas esenciales, los espacios vistos por los poetas, las figuras de esas zonas (pobladores y moradores), y las madréporas temporales son sus protagonistas. Esto es compatible con nacer, con desarrollarse y con morir. Técnicamente, es un mundo paralelo. 

Sin embargo, estamos en un momento histórico en el que todo se nos entrega parcelado (las noticias, principalmente), como si los campamentos de refugiados nada tuviera que ver con el cambio climático o con la venta de armas por parte de los países occidentales…

Efectivamente, las informaciones se meten en sacos. La vida de la conciencia es, en cambio, un continuum que nos lleva de un lado al otro. 

Lo que está en la zona abisal, ‘el abajo’ que diría el poeta, el inconsciente, ¿es más auténtico que lo que queda más cerca de la superficie?

Realmente, hablo de experiencias conscientes que se ven afectadas por el registro mítico-subjetivo que uno acumula, alimenta y guarda. En realidad, es un libro de superficies: lo terrible de un pasillo maléfico, lo salvífico del episodio campestre unamuniano, lo confortable y enigmático de una casa se experimenta también en la superficie. Es un libro directo que aspira a atrapar y divertir al lector: espera hipnotizarle, si acaso, pero no aburrirle con largas disquisiciones. El lector se debe encontrar conscientemente metido dentro de Abisal. En realidad, Abisal habla de la vida cotidiana. La vida cotidiana de cada cual es bastante más extraña, me parece, de lo que después pensamos que es la vida cotidiana de cada cual. La idea esencial es que todos venimos marcados por cosas arbitrarias que colorean y conforman nuestra vida mental. Eso les ocurre a los artistas: todos los artistas están marcados por colores, por tipos psicológicos, por sonoridades, etcétera. A nuestro modo, todos tenemos la novela de nuestra vida, marcada por ese tipo de caracteres contingentes, de obsesiones que en parte hemos elegido y en parte no: provienen de los paisajes con los que hemos crecido o de lo que hemos conocido directamente. Hay una mitología de estos elementos básicos de la consciencia que todo el mundo, artistas o antiartistas, tenemos; son las constantes, las obsesiones de una vida. Cuando uno elige sus zapatillas de estar en casa está dando a la novela de su vida un vestuario. Muchas veces, son cosas que ni siquiera formulamos: no me refiero a hechos, como los que aparecen en un perfil o CV. Me refiero a sensaciones, texturas o vivencias bastante elementales, pero que los poetas y artistas expresan mejor (es su profesión, digamos). El consumo de libros, películas, arte, etc., nos complica aún más: nos hace ser seres barrocos (desde luego no más eficaces en la vida). La gente barroca tiene simplemente más gustos que la gente más sencilla, eso es todo. Esto se debe a que gracias a los libros y exposiciones la gente barroca se apropia de materiales ajenos: nosotros, digo en el libro, estamos compuestos de un todomosaico, que es como un salón barroco, como una chatarrería, como un badulaque. 

Si “la vejez es una falta de energía mental y moral”, dice usted al hablar de Baroja, ¿qué bondad tiene llegar a viejo?

Me estoy animando con las preguntas, Esther, ya ves. Cada pregunta es un reto. ¡“Qué bondad tiene llegar a viejo”! ¡Pardiez! Mmmm. Veamos: esta es la visión de Baroja. Baroja coquetea continuamente con la vejez. Él mismo se considera viejo en la mitad de su vida, con 40 años. Si le preguntamos a Cicerón qué piensa de la vida seguro que nos diría otra cosa: nos dirían él y otros clásicos latinos que es una edad áurea. Yo no tengo opinión de esto, como no tengo opinión sobre tantas cosas, Esther, ¿qué le vamos a hacer?

¿Qué tienen los jardines ingleses que tanto le gustaban a Schopenhauer frente a los franceses?

Los jardines ingleses respetan la «forma planta», mientras que los franceses aplican formas extrínsecas (matemáticas) al vegetal. Esto a Schopenhauer le parece una especie de violación de las normas. Trato sobre el asunto en mi próximo libro, El espejo y el oráculo. Lo sublime estético y lo práctico mundano en Arthur Schopenhauer, un texto académico que tiene mucho que ver con Abisal. 

¿Álvaro Cortina es un «filósofo de paseo», como Heidegger, Rousseau, Kierkegaard o Benjamin?

Te agradezco la analogía, Esther. El libro está muy inspirado en las rêveries de Rousseau, seguro. Menos en Benjamin y en Heidegger; nada en Kierkegaard (lo leí hace mucho y ya he olvidado lo que dice ese señor).

¿Por qué le aburren Las afinidades electivas?

Vas a donde duele, Esther. Este libro me podría gustar… si no me aburriese infinitamente, en efecto. Nunca he tenido la sensación tan fuerte de que las páginas (cada página) sea tan larga y de que los diálogos sean tan pesados. Lo peor de todo es que no es particularmente larga y que, al fin y al cabo, pasan cosas, y cosas dramáticas… No lo sé. Creo que podría hacer un tratado sobre el aburrimiento con esta novela de Goethe, pero tendría que pensarlo todo. Mi experiencia se ha impuesto, eso es todo. No lo he analizado tanto. 

¿Cuánto de azar tiene la vida, en general?

Como dice Aristóteles, el azar es necesario para la felicidad, nada menos. Es decir, el buen azar, la buena suerte, la eutychía. Si me preguntas por el porcentaje de suerte que tiene la vida, tendría que pensarlo más. ¿Tú cómo lo ves? ¿50%? ¿40%? ¿80%? ¿20%? Habría que pensarlo.

¿Qué nos enseña el doble de nosotros mismos? ¿Se ha encontrado alguna vez con el suyo, que según dice vive en Madrid?

Afirmo seriamente que hay un doble mío andando por las calles de Madrid. Puedes promover esta idea en la prensa nacional. Lo vio un amigo y me informó. Estaba en la foto de un bar de Madrid. Mi doble estaba con una chica, en la foto. Era una mujer morena, de pelo ondulado. Mi doble tenía un bombín, en la foto. Esto pasó hace cosa de cinco años. ¿Qué ocurre? Ocurre, Esther, que recientemente alguien en mi entorno localizó por Facebook (yo no tengo redes, pero me informan bien) a la chica de la foto: la novia, o mujer o ex mujer o ex novia o amiga de mi doble. ¿No es emocionante? Cuando encuentre a mi doble, al fin, le preguntaré cosas, y sabré responder a la pregunta que formulas con tino. En Abisal están los triples (no dobles) y los dobles de Unamuno. Don Miguel era tan egocéntrico que los protagonistas de sus primeras novelas eran sus alter egos: en Paz en la guerra y en Nuevo mundo ocurre eso. Unamuno forma parte del sistema de imágenes o mitología de la subjetividad de este poeta. Al estar Unamuno en mi propio sistema de imágenes, creo que podría decir que mi propio Doppelgänger podría significar algo similar de lo que significa en Unamuno. ¿No es esto lioso? En el sistema de imágenes de Unamuno el doble aparece en el estadio final, en el núcleo, en lo que llamo la madrépora de la quietud (junto con los niños y los vagabundos, lo recordarás: está al final del libro).

Las observaciones, los análisis, las comparaciones están trufadas de humor. ¿Por qué es tan importante el humor?

Esta pregunta es muy de entrevista a fondo, y reconozco que no me la he preparado. ¿Me permites que improvise? Voy a decirte algo soso: diría que el humor es importante porque es muy agradable. Es una de esas cosas realmente agradables de la vida. Yo creo que en el fondo esta explicación ultrasosa es la única respuesta válida. ¿Por qué es importante la música? Rayos y centellas, ¡porque sí!

¿Qué perdemos y ganamos en una historia dependiendo de si la vemos en cine o la leemos?

Esta pregunta es importante de cara a Abisal. En este libro, fíjate, no establezco un rasero entre unas y otras: trato al cine o incluso a la televisión con la misma importancia con la que trato la gran literatura. Dante, Agustín, Homero, Virgilio están puestos al lado de material reciente, material audiovisual muchas veces. Abisal se nutre de este diálogo entre lo visual y lo poético, entre lo elevado y lo bajo: en este sentido diría que tanto el cine como la literatura nos aportan imágenes y sonidos. Abisal es en parte un collage de imágenes y sonidos. En esta magmática promiscuidad se ha diseñado Abisal, sus zonas, sus figuras, y las madréporas que que todo lo mueven, como marionetistas ocultos.