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Teresa Arsuaga

Entrevista

26 Ene 2022

Teresa Arsuaga, abogada y escritora

«Estar a la defensiva es un estado incompatible con la escucha»

Teresa Arsuega / Madrid

No dramatices (Pre-Textos) es un decálogo de cuentos que abordan (con humor y compasión hacia sus protagonistas) asuntos humanos, desde la necesidad de reconocimiento del otro o la falta de escucha y atención, hasta reflexiones metaliterariarias, (la que se sirve de eje narrativo a propósito de la narración omnisciente). Su autora, Teresa Arsuaga (Madrid 1971) repara en el hecho –tan humano- de encontrar los mimbres adecuados para hacer de cosas que no lo son un auténtico drama. 

¿Tenemos mucho cuento?

Si por cuento entendemos una historia acerca de nosotros y de nuestra vida que contamos a los demás y a nosotros mismos, entonces, sí, no sé si mucho, pero desde luego cuento tenemos, es algo que hacemos inevitablemente, es la forma que tenemos de comprendernos y tomar conciencia de las cosas. El peligro es que estos cuentos, siempre interpretaciones subjetivas y con cierta frecuencia a nuestro favor, se distancien excesivamente de la realidad de los hechos en un intento por salvar una imagen, la de nuestra persona, que queda convertida a menudo en una víctima impotente ante un mundo insensible y culpable de todos nuestros errores e insatisfacciones. Esa percepción que nos exonera y que culpa puede ser acertada en algún caso, aunque creo que no lo es en la mayoría, pudiendo tener entonces ese cuento consecuencias poco deseables. 

¿Por qué nos va tanto el drama y lo preferimos a refocilarnos en la alegría?

No creo que nos vaya tanto el drama como la dramatización. Más bien, el drama no nos va nada, pero es inevitable, en la vida hay dramas insoslayables. Sobre lo que yo llamo la atención es sobre la tendencia extraña, pero muy extendida, a dar carácter de drama a lo que no lo es, eso sí que nos va. Pero los dramas no, definitivamente no nos gusta padecerlos, por eso tenemos que sacudirnos como sea esta tendencia a dramatizar, para poder disfrutar de la vida mientras los verdaderos dramas nos lo permitan.

¿Cuándo conviene no dramatizar?

Como he dicho, yo creo que dar carácter de drama a lo que no lo es, que en eso consiste dramatizar, no es algo conveniente en ningún caso, salvo en el teatro. Es una complicación que nos provocamos innecesariamente, y es posible que no sea tan difícil ahorrárnosla, quizás sea suficiente con tomar conciencia de que esto nos ocurre para tratar de evitarlo, puede que baste con no tomarnos tan en serio o con ser menos vehementes y dar más rienda suelta al sentido del humor. 

¿Por qué abrir y cerrar estos cuentos que hablan de relaciones humanas con sendas citas de un poeta que apenas trató a sus semejantes?

Porque esta poeta, como en general los buenos poetas, no son calificados como tales en función de su sociabilidad, sino por su capacidad de juntar palabras y crear una imagen o una emoción significativa, por su habilidad para hablar a través de lo concreto, -las flores en la colina, la rana en la charca-, de algo representativo, y de lo que habla Emily Dickinson en los versos que he recogido, la emoción y la imagen significativa que crean esas palabras es lo que a mí me interesa para los relatos, me pareció que sus versos los iluminaban desde un lenguaje distinto, el poético, produciendo con ello una aproximación a los mismos distinta y enriquecedora. Quizás ella sintió muy hondamente, a causa precisamente de su soledad, ese sentimiento de insignificancia e invisibilidad que reflejan los versos escogidos y que está presente en todos mis relatos.

 Pienso en uno de sus protagonistas, Carlos, ¿por qué nos cuesta tanto escuchar al otro, mantener un diálogo, no intercambios de monólogos (César siempre está impaciente por retomar la palabra)?

Porque en situaciones de conflicto las personas, normalmente, no queremos escuchar, sino ser escuchadas, estamos demasiado ocupadas en que el otro comprenda y acepte nuestra versión. No estamos verdaderamente interesadas en oír a la otra parte porque estamos a la defensiva, y este es un estado incompatible con la escucha. 

¿Somos muy parecidos a Manolo y María, unos tendentes al endiosamiento y otros a la sumisión?

No necesariamente, pero sí puede ser conveniente hacer visibles y conscientes estos roles y dinámicas porque suceden. Lo que creo que es más común es nuestra sensibilidad a la mirada y el reconocimiento ajeno, que es, precisamente, lo que puede producir que se desencadenen estas actitudes. Manolo sobreactúa porque de forma inconsciente piensa que es esa superioridad suya lo que provoca la mirada de fascinación de Marisa. Una superioridad, por otro lado, falsa, porque depende en exceso de esa mirada de Marisa, le aterra la idea de no tenerla. Marisa intuye esa dependencia hacia ella de él, y le gusta, le compensa pese a todo. Creo que todo ello es un embrollo algo nocivo, prescindible y evitable.

En «Besugos, un diálogo», la narradora omnisciente procura su dosis de reconocimiento. Hoy en día, ¿ha recaído demasiada importancia en la marca del autor, en detrimento de otras cuestiones seminales como el tono, la historia, los recursos narrativos?

No lo sé, tal vez, pero sólo podría serlo a muy corto plazo, en el presente y de manera efímera. De lo que estoy segura es de que a la larga lo único que queda es la calidad literaria, el haber escrito algo de valor y que por ello merezca ser leído una y otra vez con el paso del tiempo. Sólo eso hará perdurable una obra, sólo eso importa, entonces, con independencia de que se reconozca más o menos en el presente.

Uno enciende la radio y escucha que los políticos, los empresarios, los conflictos tienen su narración de los hechos. ¿Todo conflicto, toda realidad, es susceptible de convertirse en materia narrativa?

En todo conflicto interpersonal suele haber dos interpretaciones o narrativas distintas, sobre una misma realidad, que se oponen. Habrá más conflictos y estos serán más enconados y difíciles de resolver cuanto más cerradas e incompatibles sean esas narrativas. El problema es cuando se llega primero a unas conclusiones, que son las que nos suelen convenir, y después se construye la narrativa que las corrobore, incorporando entonces sólo a la historia aquello de la realidad que sirva a tal fin y obviando todo aquello que debilite nuestro argumento o invalide nuestras conclusiones. Esto puede y suele ser un proceso bastante inconsciente, por eso es importante cuestionarse y tener una actitud de apertura y diálogo si lo que se quiere es aproximarse con algo de honestidad a alguna verdad más o menos auténtica y no a la que a uno le conviene por el motivo que sea, porque tampoco sabemos a veces muy bien por qué defendemos lo que defendemos, a qué obedece realmente. Los verdaderos motivos están muchas veces ocultos y nos preguntamos poco por ellos. 

¿Qué nos dice de alguien que «fluya con naturalidad excesiva en las redes, como Manolo?

Las redes sociales permiten adoptar la imagen y la personalidad que a uno le gustaría tener y no tiene en la vida real, hay quienes se cambian la edad, la foto de perfil, incluso de profesión y viven una especie de doble vida en la que son felices y se sienten aceptados y eso puede resultar muy fascinante y disminuir mucho la frustración. Sin llegar a eso, lo que sí proporcionan las redes, en todo caso, es visibilidad y la posibilidad de interactuar con personas inaccesibles de otro modo. La necesidad de ser visto y percibido, presente en todos los cuentos, creo que es una necesidad, como he dicho, existencial y bastante estructural, de ahí, en parte, el éxito de las redes sociales. Es posible que algunas de las personas que tienen mucha dependencia y hagan un uso exagerado de ellas, tengan alguna carencia de este tipo en la vida real que suplen de esta forma. 

En sus personajes, la mayoría, les pesa mucho lo que diga el otro, cómo lo mire, en qué consideración tenga. ¿Hasta qué punto es deseable y sano que el otro diga/piense a propósito de nosotros?

La necesidad de visibilidad, también de reconocimiento, está muy presente en todos nosotros, como te decía, por eso cuando no somos vistos o tenidos en consideración, cuando no tenemos la atención y el reconocimiento que creemos merecer, lo que a menudo hacemos es dramatizar, esa es la tesis principal que está detrás de los cuentos. Creo que es saludable librarnos de esa dependencia que está oculta y se disfraza de otras cosas y, para ello, considero que es importante, en primer lugar, desenmascararla y después reírnos de ella.

¿«Está de acuerdo con esto que afirma uno de sus personajes: «No tenemos poco tiempo (…) sino que perdemos mucho»?
No del todo. Creo que tenemos poco tiempo, algunos menos que otros, y que además pasa muy rápido.  Es muy fácil despistarse y que el tiempo vuele sin que te hayas dado cuenta. Lo suyo entonces es vivir el presente de tal forma que evites que puedas arrepentirte en el futuro de no haber aprovechado tu tiempo en la vida adecuada y suficientemente.