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Marco Rossari

Entrevista

15 Mar 2022

Marco Rossari, escritor

«Hay escritores que se perfilan como en monedas y escritores que no»

Esther Peñas / Madrid

Se agradece en estos tiempos graves, solemnes, autobiográficos hasta lo obsceno, un texto que, además de hacernos pensar, esté escrito desde el humor. Breve Diccionario de Enfermedades (y necedades) literarias (Libros del Kultrum), de Marco Rossari (Milán, 1973), por ejemplo, un repertorio –ordenado alfabéticamente, al modo de los diccionarios- de achaques, dolores y afecciones propias (o propias) al terreno de los escritores. 

¿Qué es más complejo de curar, una necedad o una enfermedad?

Una necedad, sin duda. El problema es que la lectura y la literatura son enfermedades necesarias. Nos enferman en el momento en que nos curan. Así que no hay escapatoria. Hay que vivir con la necesidad de la enfermedad (disculpen la paradoja, que es otra enfermedad terrible).

Los anacolutos… ¿no son más propios de los políticos que de los literatos? 

Con el anacoluto quise burlarme de algunos escritores que tratan de reproducir con cariño una falsa lengua hablada. A veces ese verdadero-falso me parece aún más falso que el falso-falso. Los políticos, eso sí, suelen usar el anacoluto: no es fácil hablar durante tres horas sin decir nada.

«Morbo de origen francés que conduce a confesar la verdad despachándola como ficticia, pero usando nombres reales para crear así un absurdo galimatías». La autoficción, ¿es una plaga, una pandemia, un hastío?

La autoficción es tan antigua como la literatura, en realidad. Dante ya lo estaba usando. Eso sí, hoy en día se abusa un poco.

¿Es imposible no morir de «laberintitis aguda»?

La laberintitis nace con Borges y dentro de Borges es lindo perderse. Esto es, quedarse allí por mucho tiempo, perder la cabeza, finalmente morir. Quizás en cada autor que hemos amado morimos y nacemos juntos. Morimos cuando lo dejamos, nacemos cuando nos hace comprender todas esas cosas.

¿Qué le ha ocurrido al escritor que se convierte en un funcionario de la escritura?

Ha perdido toda la linfa que debería alimentar su inspiración. Por supuesto, la escritura es una profesión, pero de sangre caliente, algunas lágrimas y un poco de güisqui.

¿Cuándo ser un éxito de ventas es contraproducente para la creación?

No sé, porque siempre he vendido poco. Por fortuna. Bromas aparte, vender demasiado puede asustarte, empujarte a reproducir el mismo libro una y otra vez. A muchos les ha pasado. Pero es mejor tener el problema que no tenerlo.

La tertulia literaria, ¿causa irremediablemente acidez de estómago?

Siempre.

¿Podríamos establecer algún tipo de diferencias entre las enfermedades literarias de raíz femenina y las que siguen un patrón masculino (la mayoría de las recogidas)?

Mi propuesta sería no poner nunca el nombre de autor o autora en la portada, así nunca sabríamos quién escribe. ¡La alegría del anonimato!

¿Qué tipo de autores o textos requieren relecturas?

Muchos. Los que leíamos cuando éramos jóvenes. Madame Bovary es un libro diferente a los 17 y a los 40. Quizás, más a los que odiamos que a los que amamos. Muchas veces, en los primeros encontramos algo escondido y, en cambio, los segundos nos defraudan. Pero, sobre todo, no hay obligación en la literatura.

«Virus de cepa patagónica con consecuencias mortíferas para las ambiciones del paciente». Moleskine. ¿Cuánto postureo hay entre los literatos?

Bastante. En diferentes porcentajes. Depende. En definitiva, hay escritores que se perfilan como en monedas y escritores que no. Pero esto no tiene nada que ver con su calidad. Digamos que me caen bien los escritores con los que participo en un festival y me encuentro en el bar, quedándonos despiertos hasta tarde.

De entre todas las enfermedades aquí descritas, Marco Rossari ¿padece alifafes de qué tipo?

¡Todos! Todos ellos. Y aún más.