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Fabregat

Entrevista

19 Sep 2022

Chiki Fabregat, escritora

«La literatura no debería ser didáctica nunca»

Esther Peñas / Madrid

Hay quien conserva el prejuicio de que la literatura infantil o juvenil tiene menor calidad, es de segundo orden, no está a la altura… Basta recordar algunos títulos (La isla del tesoro, Matilda, El Principito, cualquiera de los cuentos de Perrault…) para que deshacer esta arbitrariedad. La calidad de un texto es indiferente al género que utilice o al público al que se dirija. 

La editorial Páginas de Espuma acaba de publicar Escribir infantil y juvenil. Manual de escritura de literatura infantil y juvenil, elaborado por la escritora y profesora de escritura Chiki Fabregat (Madrid, 1969), autora la trilogía Zoila (premio Inmortales de Herencia) o Recuérdame por qué he muerto, entre otros títulos. Finalista del premio Edebé en tres ocasiones, obtuvo el SM Gran Angular 2021 con la novela juvenil El cofre de Nadie.
 

¿Qué distingue un cuento infantil-juvenil de uno para adultos?

Todo. Nada. Es una pregunta compleja. La técnica narrativa es la misma, las herramientas también, la calidad del texto, idéntica … Si se tratase de una receta, te diría que tienen exactamente los mismos ingredientes, pero en la literatura infantil y juvenil tenemos presente siempre al lector, sus intereses, sus gustos, su experiencia y su madurez lectora. Eso, según la edad del lector, puede significar un vocabulario o una sintaxis determinados, y esto es una gran diferencia. Pero no hay una lista de elementos prohibidos, de técnicas no aconsejadas ni nada parecido. Para mí, la diferencia es que tenemos siempre en mente al lector. Al menos yo lo tengo, estoy segura de que otros autores maravillosos de literatura infantil y juvenil piensan de otra manera.  

¿A partir de qué momento se traspasa la línea infantil para adentrarse en la juvenil?

No hay un momento, no hay una línea. Como recurso práctico, se asocia la literatura infantil con las etapas de educación Infantil y Primaria y la juvenil, con la de Secundaria y el Bachillerato, pero es más un intento de sistematizar de las librerías, editoriales, bibliotecas y otros mediadores que una línea marcada con rotulador rojo. 

¿Cuáles son los autores que más fascinación provocan dentro de este público?

En infantil, hay autores maravillosos como Pedro Mañas con su Anna Kadabra, Begoña Oro con Rasi o Roberto Santiago con Futbolísimos, que mueven miles de lectores. En juvenil, hay voces muy jóvenes que han sido capaces de llegar a los lectores de forma increíble, casi con un vínculo de amistad, y otros muchos escritores que nos acercamos a los adolescentes desde el respeto, sin querer ocupar su lugar, sin disfrazarnos de lo que no somos. Entre estos últimos siempre destaco a Nando López, por su forma honesta de tratar al lector y por su defensa de las voces menos escuchadas.  

¿Qué cosas se pueden enseñar a la hora de escribir un relato y cuáles son imposibles?

Igual que en la literatura para adultos, hay un componente técnico que se aprende, que mejora al escribir y al leer, y un componente artístico o genético o no sé cómo llamarlo que es innato. Genios hay muy poquitos; artistas, muchos. 

¿Cómo es, en línea generales, los lectores infantil-juveniles?

Son como tú y como yo, pero mucho más apasionados. Los niños y las niñas leen mucho, pese a la idea extendida de que no lo hacen, y son muy fieles. Si se enganchan a una historia, a un personaje, a una serie… leen todo lo que pueden relacionado con ese descubrimiento lector y hablan de ello, lo comparten, lo llevan a las aulas. Los y las jóvenes también leen y también se apasionan y son fieles, aunque en su caso aparece también la admiración por la autoría, por la persona que escribe eso que tanto les gusta. 

En ambos casos son críticos feroces. Si algo no les gusta, lo abandonan. No conceden ese tiempo, esas páginas de gracia que concedemos a veces los adultos por motivos extraliterarios. Y, en mi opinión es genial, porque la relación entre el libro y quien lo lee es muy limpia, muy honesta. 

Cubierta del libro¿Cómo equilibrar el no abrumar a estos lectores sin tratarlos como si fueran bobos?

No hay que hacer ningún esfuerzo. Si tratas al lector como si fuera bobo, es que la literatura infantil no es tu sitio. El respeto es primordial al escribir para niños y adolescentes. Leyendo mucho puedes interiorizar el vocabulario, el lenguaje, las estructuras que pueden asimilar con su madurez lectora, pero escribir para ellos es como hablar con ellos, no necesitas tener una lista de lo que se puede poner y lo que no, simplemente tienes que hablar sin subirte a la tarima del conocimiento y la experiencia, sin demostrar que estás por encima y sin disfrazarte de lo que no eres: un niño o un adolescente. 

¿Qué género conecta mejor con ellos?

Todos. Hay lectores para la literatura fantástica, para el humor, para las aventuras, para el amor, para el misterio… Leen poesía y teatro mucho más que los adultos. Son voraces y curiosos. 

¿Hay diferencias entre ellas y ellos a la hora de escribir relato infantil?

No, en absoluto. En otros tiempos había diferencia porque la sociedad nos educaba de otra manera, pero hoy no existen esas barreras. Y, la literatura, tanto infantil como juvenil, se esfuerza además en que no las haya. 

¿Es más didáctica la literatura infantil-juvenil que la de adultos?

Espero que no. La literatura no debería ser didáctica nunca, ni para grandes ni para pequeños. Es una llamada a la reflexión, es entretenimiento, es placer… Pero no es didactismo o no debería serlo. Aunque sí es cierto que muchos autores de infantil consideramos que tenemos una responsabilidad con el lector y extremamos la vigilancia para no ofrecer modelos nocivos, para no romantizar actitudes tóxicas que ellos puedan interpretar como el ideal del amor o de la amistad o de cualquier otra relación. Y, del mismo modo, también nos esforzamos por ofrecer historias en las que tengan cabida personajes diversos con los que cualquier lector, sea cual sea su realidad, pueda identificarse. 

¿Prefieren la fantasía o el humor?

Ambas. Como en los adultos, entre los niños y los adolescentes hay lectores para todos los géneros. Puede que entre los niños y las niñas haya más tendencia a buscar historias de humor y que entre adolescentes y jóvenes esa tendencia se incline hacia la fantasía, pero es una afirmación hecha desde la intuición más que desde datos contrastados.  

¿En qué momento los adultos perdemos esa fascinación por lo imaginario, por lo legendario, en qué momento dejamos de considerarlo serio?

No sé si la vida nos arrolla, si es la prisa o la necesidad de ser productivos y de dar una imagen de personas serias y formales, pero es cierto que algunos adultos pierden la fascinación por la fantasía. Otros no. Otros no la pierden nunca. También hay niños y adolescentes que prefieren mil veces las historias realistas a las fantásticas, pero sí creo que son más receptivos, menos prejuiciosos a la hora de elegir lecturas.