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Esparcia

Entrevista

30 Mar 2023

José Luis Esparcia, escritor

«El convencimiento humanista de Miguel Hernández abarcaba los derechos de la mujer»

Esther Peñas / Madrid

Compañera de nuestros días. Antología de poesía y prosa con presencia de la mujer (Adeshoras editorial) es un florilegio de la obra de Miguel Hernández a cargo del escritor José Luis Esparcia (Villena, 1956). En él encontraremos la voz del poeta de Orihuela dedicada y sustentada en distintas mujeres que lo acompañaron, de uno u otro modo, desde el inicial cobijo de la infancia al ámbito familiar, laboral, afectivo y político, pasando por el hálito mitológico.

¿Qué motiva hacer una antología de estas características?

La puesta a disposición de los lectores de un aspecto (la influencia femenina) que estuvo presente con gran peso en la vida del poeta de principio a fin.

¿Qué espacio reserva Miguel Hernández en su poesía para la mujer?

Un espacio esencial y de gran relevancia, justo el valor de la influencia de la mujer en su vida y su obra.

¿Cuál podría decirse que fue la mujer más importante en la vida del poeta?

En un ejercicio de ponderación, el mayor peso concreto corresponde a Josefina Manresa, su novia, definitiva amante y amada, esposa y madre de su hijo; pero la mujer que más presencia tiene, directa o retóricamente, es la madre y todas sus funciones.

Poco rastro hay de Zambrano, a quien bien conoció, en los poemas. ¿A qué se debe, a su juicio?

María Zambrano apareció en un momento para Miguel Hernández pleno de experiencias iniciáticas: la libertad en el Madrid multicultural. Y ella es una fuente de aprendizaje para el poeta. Él le dedicó el poema La morada-amarilla, pero pocos datos hay de otras intensidades en la relación. 

Cubierta del libroAunque no estaba, el de Orihuela, comprometido con la causa feminista, sí destacan sus valores humanistas. Desde ese punto de vista, ¿el poeta coincidía con los derechos que reclamaban para sí las mujeres de su tiempo?

El convencimiento humanista del poeta, transmutado en lucha política durante la guerra, abarcaba los derechos de la mujer; basta leer algunos poemas y, sobre todo, prosas, especialmente los cuatro textos de «Compañera de nuestros días», para saber que la bondad y el compromiso del poeta con la libertad tenía en la mujer un horizonte prioritario.  

De entre los textos seleccionados, dígame por cuál de ellos siente especial querencia. 

No puede decirse, pero “Canción del esposo soldado” es especialmente conmovedora y motivadora.

Sobrecoge ‘Madre España’. ¿Era una mujer la patria para el poeta?

No podría decirse así, pero este poema sí demuestra hasta qué punto la figura de la madre conmueve y condiciona al poeta, y lo lleva a evocarla como figura de plenitud en lo más alto y protector del ser humano.

La mujer para Hernández, ¿queda más cerca de la musa o de la compañera?

Más cerca de la compañera, a la que convirtió en musa cuando su proceso vital y sentimental lo requirió. La mujer en Miguel Hernández sobrevoló todas las situaciones que inspiraron al poeta. 

Una de las grandes mujeres inmortalizadas por el poeta fue Rosario, la Dinamitera. ¿En qué se fijaba, cómo era su manera de mirar a la mujer?

Conocí bien a Rosario Sánchez Mora, la Dinamitera, fuimos amigos, y me habló de su relación con el poeta. Ella siempre me dijo que la mujer para Miguel Hernández era un ser de necesaria presencia, inspirador para el Hernández poeta y ser humano, sin menoscabar su igual – a veces superior- condición vital e intelectual con el hombre.

Hay una honda admiración a Pasionaria que, como Rosario, la Dinamitera, nos habla de mujeres aguerridas, con enorme coraje. ¿Este tipo de mujer era el que más fascinaba a Miguel?

No exactamente. Le fascinaba una mujer luchadora en todos los aspectos, no solo el político o bélico. Pasionaria era ya un mito, y así la cantó el poeta. El otro aspecto es el artístico, la mujer bella y de naturaleza sencilla, como ideal con el que acabó fundiéndose Miguel Hernández hasta la muerte.