En estos momentos inciertos, lábiles, pandémicos, enmascarados, la única capacidad de que editoriales minúsculas sobrevivan, editen y distribuyan es el apoyo de los lectores. Todo acto es un acto político. También nuestras lecturas. Y en qué empleamos nuestro dinero. Un click a cambio de una pregunta: qué dosis de mundo te estás metiendo. Un click a cambio de un impagable ramillete de formulaciones entre irracionales, metafísicas, irónicas, poéticas, radicales. 

El libro es “una indagación, más o menos valiente, sobre los espejismos que habitan en el sujeto individual; dado que el mundo parece que es, en buena parte, un invento mental, una ficción, al igual que lo son el Otro y la Otra que veo pasar cerca de mí. Me encuentro en un lugar donde no alcanzo a saber por qué digo lo que digo ni por qué pienso lo que pienso. El libro es un artefacto que tal vez pueda servir para poner en marcha alguna que otra reparación esencial”, nos explica el responsable de Almacén de Análisis, Gregorio Apesteguía.

Muchos de ustedes ya lo conocen. Almacén de Análisis es una plataforma de trabajo unipersonal que apuesta por una suerte de investigación sincera acerca de ese lugar donde se encuentran la ética y el malestar del cuerpo pensante; una plataforma donde se estudia cómo mejorar el devenir de una persona que lleva a cuestas su inconsciente por las calles de una sociedad concreta. Nació en el 2008 y ha ido atravesando el tiempo de manera independiente; ocupándose tanto de la edición como de la distribución de sus trabajos.