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Agustín Márquez

Entrevista

18 Jun 2019

Agustín Márquez, escritor y editor

“Cuando normalizamos una situación común podemos caer en injusticias y peligros”

Esther Peñas / Madrid

El último día que fue ayer (Candaya). Con su primera novela, Agustín Márquez (Madrid, 1979) nos propone una historia ubicada en un barrio periférico (afectos, suspicacias, drogas, amores incipientes…) contada con un tono que mantiene a raya el sentimentalismo y lo descarnado. Hay, en esta historia, una mirada de quien escribe como de pájaros cargados de atardecer. 

Apenas seis años, un barrio puede quedar irreconocible. ¿Cómo se sabe si ese cambio es progreso o devastación de futuro?

Todo cambio es progreso. Ahora bien, ¿el progreso es prosperidad? ¿Para quién? ¿En qué medida? 

Si en 1986 ya no eran suficientes “llevar zapatillas extranjeras” para ligar, sino que hacía falta “manos cuatro ruedas”. ¿Qué se requiere hoy para el cortejo?

En una época en la que siempre andamos más pendientes del móvil que de la persona que tenemos frente a nosotros, el acto de escuchar se ha vuelto muy atractivo.

Casi no quedan descampados en los barrios de las grandes ciudades. ¿Qué aportan a la infancia estos espacios salvajes?

Siendo idealista, aportan libertad. Siendo realista, no aportan demasiado positivo, lo que ocurre es que a veces la nostalgia nos juega malas pasadas. Por eso en la La última vez que fue ayer no quise hacer un ejercicio de nostalgia (aunque hay componentes que nos la producen), porque los descampados no eran espacios donde, más allá de nuestros recuerdos dudosos de libertad, solían suceder demasiadas cosas buenas.

La red de afectos vecinales, ¿se ha perdido con las nuevas estructuras de urbanización?

En cierta manera sí. Ahora, con las urbanizaciones no tenemos casi que cruzarnos con los vecinos, aparcamos nuestro coche en el garaje y el ascensor nos deja en nuestra puerta. Además, aunque son espacios en los que suelen vivir un número importante de personas, están cerrados y te impiden ver más allá de tu propia urbanización.

El narrador, a diferencia de otros personajes que transitan la historia, no consume drogas. ¿De qué depende que una vida extrema quede del lado del consumo?

Depende de la forma de alineación que cada uno elija. Las drogas son una posibilidad, pero también lo son el alcohol (que no deja de ser una droga), los videojuegos, las series, en ocasiones la literatura… 

“Una vez que se pierde la confianza, ¿es casi imposible recuperarla?”

Sin duda. Cuesta mucho que confíen en uno, pero cuesta muy poco perder esa confianza y volver a recuperarla no es imposible, pero es muy complicado.

¿La función principal de la universidad es eliminar cualquier indicio de alegría en las personas?
De alguna forma sí, la formación en las universidades no es que se caracterice por fomentar la creatividad, la participación, la socialización. Ahora no sé cómo será, pero antiguamente parecía que si en la universidad no se sufría para sacarte una carrera es que no era una buena universidad.

¿Qué sucede cuando se confunde “lo normal con lo común”? 

Cuando normalizamos una situación común podemos caer en injusticias y peligros. Si es una actividad común que los niños se pasen cuatro horas en internet, cuando lo haga el nuestro nos parecerá normal, no nos parecerá que puede ser algo peligroso, porque si lo demás los hacen…

¿Estás de acuerdo en esa sentencia del narrador, en la que afirma que los hombres siempre salís huyendo?

Generalizar siempre es injusto, pero creo que en general a los hombres nos cuesta decir no, y muchas veces es más sencillo huir que enfrentarse a un posible conflicto. Ahora, como digo, no todos los hombres son así, obviamente.

¿Cuándo “una noche son muchas noches”?

Cuando no quieres que amanezca.

La opción del suicidio, ¿indica siempre cobardía?

Siempre se dice que el suicidio es de cobardes, pero no estoy de acuerdo, no creo que sea sencillo tomar esa decisión.