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Stein y la cubierta de 'Aprender a escribir'

Entrevista

9 Feb 2021

Itziar Hernández y Paula Zumalacárregui, traductoras

«De Gertrude Stein destaca la cualidad onírica de su escritura»

Esther Peñas / Madrid

Imaginen que el lenguaje perdiese su referencialidad. Que las cosas dejasen de ser lo que las palabras que las designan (nos) dicen que son. Imaginen una escritura musical, guiada no por el sentido, sino por el ritmo. Un lenguaje que baile, que haga sinfonías, y melodías, y armonías en el engarce de sus vocablos. Así, Aprender a escribir (Greylock) de Gertrude Stein, una mujer fascinante (por su obra, por su biografía), epicentro de la cultura europea y artesana del lenguaje, de quien siempre fue devota. Lo que en una primera impresión –la del título- pudiera dar pie a pensar que se trata de un manual para escritores se convierte, tras la lectura de cualquier de las líneas del texto abierto al azar, en una experiencia voluptuosamente fascinante. 

Salvo un manual de escritura, este texto puede ser casi todo. Hasta un libro de poemas. ¿Cómo escribe Gertrude Stein? ¿Qué rasgos identificativos de su escritura destacaríais?

Aprender a escribir es un libro escrito en torno al gusto de jugar con las palabras. En sus textos no prima el sentido lógico, sino el puro placer de escribir palabras que llevan a otras palabras. Stein anota pensamientos, líneas sueltas, reflexiones, recuerdos incluso, en una especie de escritura automática guiada por el sonido. Como dices, los ensayos parecen casi poemas, escritos entre la vigilia y el sueño. Ese sería quizá el rasgo más identificativo: la cualidad onírica de la escritura.

¿Qué es lo que uno puede «aprender» con la lectura de este libro?

Que el lenguaje es una herramienta de comunicación, pero también de juego. Que no hace falta que todo tenga sentido para disfrutarlo. Que lo bello también es útil. Y, si uno quiere aprender a escribir, que tiene que saber mucho de gramática, sintaxis, vocabulario y eufonía, y que eso supone mucha práctica. 

Aunque ella siempre rechazó el psicoanálisis, la literatura de Stein es muy deudora de la asociación libre propuesta por Freud. ¿Qué es lo que más os ha llamado la atención a este respecto?

El carácter onírico que ya hemos mencionado. No diríamos que este libro sea tanto un psicoanálisis: Stein no parece estar elaborando pensamientos para nada concreto más allá de manejar el idioma y adaptarlo a sus deseos, pero sí tiene, por supuesto, mucho de asociación libre. 

Algunos textos de Stein tienen mucho en común con Joyce incluso con Virginia Woolf, sin embargo, al menos en España, el tiempo no ha sido muy justo con su obra, ¿a qué se debe, a vuestro juicio?

No parece una cuestión solo de España. La recuperación de Woolf como icono feminista se dio en los setenta en todo el mundo y no pasó lo mismo con Stein. De hecho, posiblemente sea más conocida por haber puesto nombre a la Generación Perdida y haberlos apoyado que por su obra. Luego está la cuestión de la traducción propiamente dicha. No creo que haya muchas editoriales valientes que se arriesguen con algo tan carente de sentido a primera vista. En eso, Susana Romanos es una editora muy consciente de la necesidad de salir de la zona de conforto para publicar cosas que van más allá de lo comercial por su valor artístico. 

«Es en gran medida no saber nunca que los ángeles no se podrían producir simplemente laxos con madera simplemente laxos con madera los ángeles podrían (…) Hay quien asegura que este tipo de repeticiones en Stein se deben a un problema del habla, palilalia, que consiste precisamente en eso, en repetir, de manera involuntaria, una o varias palabras. ¿Qué opináis?

En realidad, hay pruebas más que suficientes de que los textos de Aprender a escribir parten de frases y pensamientos que ha ido apuntando en libretas y cuadernos en su día a día. ¿Era por un problema de habla? Quién sabe… Eso no impide que resulte poético.

¿Es posible calificar esta obra de «una especie de arrogancia» similar a Altazor, de Vicente Huidobro, o el Ulises, de Joyce, en tanto que levanta una muralla que impide acceder al texto a la mayor parte de los lectores? 

En ese caso, también el arte abstracto o la danza contemporánea son arrogancia, ¿no? Es cuestión de perspectiva. Hay quien dice que es imposible acceder a estas expresiones artísticas sin formación. Nosotras somos de la opinión de que la abstracción, por supuesto, requiere algo más de trabajo intelectual que la figuración, pero eso no implica necesariamente formación. Por otra parte, ¿es posible realmente para todo el mundo acceder a Umberto Eco, autor de reconocidos éxitos de ventas? ¿O a cualquier clásico de la literatura rusa? Quizá sea más cuestión de gustos.

El que el peso del texto esté en lo rítmico, en la sonoridad, en cierta eufonía, ¿no la convierte en algo meramente lúdico, carente de trascendencia?

¿Algo tiene que ser útil para ser bello? Entonces, ¿la obra de Velázquez es hermosa porque era el «fotógrafo de la corte»? ¿O porque sus temas educaban al pueblo en mitología? ¿Es Goya más artista porque sus pinturas negras son una reflexión sociológica? 

¿Qué sucede si el lenguaje quiebra toda referencialidad?

Que hay que disfrutarlo por lo que es: una herramienta de juego.