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Ory

Lecturas

13 Mayo 2021

Firmamento reedita Mephiboseth en Onou (diario de un loco)

De Ory o el artefacto literario totalizador

Redacción / Madrid

Escribir su nombre, Carlos Edmundo de Ory (Cádiz 1923. Thézy-Glimont, Francia, 2010) abre una constelación de genialidades hilvanadas por el fulgor poético. Desde sus aerolitos hasta Cuentos sin hadas (por favor, no dejen de leer el relato ‘Escribiendo a los Reyes Magos’). Bello como un asombro doliente, fresco como un desconcierto de cuerda, genial como caldero de druida calentando antídotos.

La editorial Firmamento acaba de publicar una de sus novelas, Mephiboseth en Onou que, aparte de ser casi tan difícil de pronunciar como de memorizar, es  «un nuevo elogio de la locura», como asegura José Luis Calvo en su posfacio. 

El texto, secuestrado por la censura franquista, es «un obsesivo viaje hacia los confines infernales del conocimiento. Subtitulado inicialmente por Ory como "Diario de un visionario", su proceso de escritura refleja el paso de las intuiciones e iluminaciones iniciales del visionario a un estado generalizado de locura espiritual con que el narrador procede a su febril cuestionamiento del mundo. ("La locura es un ataque de no-ser. Pero la santidad es una locura de ser")», explica Calvo. 

Cubiertas del libroSí, es una novela autobiográfica en la que estuvo trabajando más de dos décadas, pero sobre todo resulta un artefacto literario totalizador en el que, en vez de protagonista coral, hay un coro de voces que divagan (bailan) entre la locura y la genialidad, entre la importancia de mantener la infancia, la imaginación abierta («¿se podría pensar con los pulmones?»), el humor –el humor siempre-: «Había que reír, a despecho de la negrura».

Del estilo se conoce la marca de la casa, frondoso (por momentos boscoso), delirante, colosal («¿qué haces para parecer una montaña si no somos una montaña?»). El contexto permita casi cualquier divagación y experimento, ya que la acción transcurre en un sanatorio. Podría ser el escenario de las vanguardias, y sus personajes circenses o artistas o zahoríes discutiendo de lo que importa, es decir, de cuanto es inútil. También. Hay visiones y genealogías casi arcangélicas, referencias, exabruptos, pulpa poética. No en vano de Ory, junto con Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi, fundó el postismo (Calvo Carilla recuerda cómo se embriagaron –o se achisparon, según qué casos- de esta vanguardia gentes como el Cela de Ms. Caldwell habla con su hijo, el primer Aldecoa y, significativamente, el Francisco Nieva narrador de Viaje a Pantaélica.

Pero Carlos Edmundo de Ory y su unicidad. Él. Y su novela de título evanescente: Mephiboseth en Onou. Imposible. Salvo que pregunten en su librería de barrio por el maridaje Firmamento (editorial) y de Ory.