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Nettel

Entrevista

9 Dic 2020

Guadalupe Nettel, escritora

"El amor y el sentido común no siempre son compatibles"

Esther Peñas / Madrid

Un alumbramiento que acabará en tragedia. Con este inicio tan crudo como intolerable por rotundo, la mexicana Guadalupe Nettel (1973) vuelve a retomar el espectro de lo anómalo para acercarse y comprender. Por lo menos intentarlo. Así su última novela, La hija única (Anagrama), que se acerca a diferentes ángulos de la maternidad (incluyendo el niño en desamparo o el pájaro que usurpa el nido ajeno para incubar).

"Nada te sucederá mientras yo esté contigo”. ¿Es eso la maternidad, la seguridad –imposible- de que hay un otro que siempre nos sostendrá?

Eso sería más bien la condición filial…

¿Hasta qué punto es posible hacer un duelo anticipado?

Creo que es una reacción muy común cuando sabemos que algo a lo que estamos muy apegados va a terminar ineluctablemente. Comenzamos a hacernos a la idea de una ruptura, de una separación, de una muerte, de un cambio de ciudad o de vida e intentamos “amortiguar el golpe” que sabemos que eso significará. A Alina y su marido los médicos les anuncian que no existe ninguna posibilidad de que su hija sobreviva al parto e incluso les aconsejan que acudan a una tanatóloga, es decir a una psicóloga especializada en ayudar a la gente que enfrenta un luto o una pérdida.

¿De qué depende que algo tan extremo como la concepción o la pérdida de un hijo afiance el afecto de la pareja o lo dinamite?

Es muy difícil hablar en general, porque cada pareja es muy distinta y encuentra cohesión en cosas muy diferentes. Pero un evento así suele someter a la gente a muchísima tensión y a veces las parejas no lo resisten, menos si lo que los unía es la ilusión de formar una familia y esto ya no es posible.

¿En qué momento la maternidad se convierte en un grillete?

En muchos, desgraciadamente. Cuando las madres no desearon serlo, cuando están solas sin redes que las apoyen para tener tiempo libre y actividades que las hagan sentirse plenas como individuos que son; cuando deben renunciar a sus ambiciones profesionales o vitales porque no tienen a nadie que las apoye con la crianza. Cuando las madres se arrepienten de serlo.

Hay un peso, obvio, femenino en la novela. ¿De qué modo participa el padre en la maternidad?

Yo veo la maternidad o lo materno como una figura mítica o arquetípica, una función que todos, hombres y mujeres, podemos ejercer en algún momento determinado de la vida con alguien que no necesariamente comparte nuestros genes. Tal vez sea muy optimista, pero me da la impresión de que en el siglo XXI los padres se involucran más en la crianza que los padres de antes. En los años ochenta, cuando yo crecí, eran raros los padres separados que pidieran tener la custodia compartida, por poner un ejemplo. Pero también es cierto que las madres tienen todavía una carga descomunal de responsabilidad moral que no tienen los padres. Para la sociedad un hombre tiene el derecho a ser un mal padre y una mujer no tiene derecho a ser una mala madre. En algunas sociedades se ve incluso con admiración a los hombres que tienen varias familias y que sólo se aparecen en sus distintas casas cada tanto para que les rindan pleitesía.

“Cuando uno es joven resulta fácil tener ideales y vivir conforme a ellos”. ¿Por qué, a medida que uno cumple años resulta más difícil? ¿Cuál es el principal enemigo de los ideales?

La realidad. A veces las condiciones externas son demasiado adversas y tenemos que aceptar un punto medio entre nuestros ideales y las opciones que tenemos. Envejecer es una inmensa lección de humildad. Pero claro, una vez más, depende de cada persona. Hay gente que se vuelve más íntegra con los años, por mucho que le cueste, y otra que se vuelve más cínica.

La familia, ¿qué aporta a los miembros y qué les quita?

Cuando es funcional, aporta cariño, apoyo, solidaridad. Cuando no lo es puede ser un lugar muy peligroso. El aislamiento que producen las familias puede ser propicio para la violencia y los abusos físicos, sexuales y psicológicos. Cuando pasa esto, muchas personas se resignan y en vez de pedir ayuda callan, porque nos han enseñado a no hablar mal de nuestra familia, haga lo que haga. Por eso creo que es hora de desacralizar a la familia biológica y normativa, e inventar otras configuraciones donde los niños puedan crecer con mayor contención y las madres gozar de una mayor libertad.

¿En qué familia literaria encuentra acomodo?

De chica adoraba dos novelas: La metamorfosis, de Kafka, y El extraño caso de Dr. Jeckyl y Mr. Hyde, de Stevenson. Me interesa muchísimo la figura del monstruo, ese ser que con su fragilidad y su vulnerabilidad subvierte la idea de “la norma” y de “lo normal”. Me interesan mucho los escritores que hablan de anomalías y le demuestran a los demás que “lo normal” es una quimera. En ese sentido me siento muy cercana a la literatura fantástica, aunque haya escrito también algunas novelas realistas como esta. En todos mis libros hay seres anómalos o excepcionales y en todos reivindico su extraña belleza. Ahora bien, se puede escribir sobre monstruos desde la fantasía como lo hace Mariana Enríquez en Nuestra parte de noche, y también desde el realismo como hace Emmanuel Carrère en El adversario. Cada uno de esos géneros tiene un encanto y una magia propia. Yo creo que tengo un pie en estos dos géneros.

La respuesta cada lector la encontrará cuando termine de leer la novela pero, ¿para qué uno puede querer conocer a su hija si se va a morir de inmediato?

El amor y el sentido común no siempre son compatibles. Muchos tomamos la misma decisión que tomó Alina (la de parir a su hija con toda conciencia y disfrutar los pocos instantes que tuviera con ella) cuando nos enamoramos de alguien que está muy enfermo o de alguien que vive lejos o de alguien con quien ni siquiera podemos imaginar el futuro. Generalmente uno tiende a elegir la intensidad por poco que dure y a pesar de todo lo que ponga en riesgo.

Si las canciones favoritas de Inés son Hit de Road, Jack y El Noa, Noa… ¿qué banda sonora podría componer La hija única?

Mi editor italiano la compiló en Spotify. Se llama “La figlia única”. ¡Aunque creo que justo se olvidó del Noa, Noa!

¿Con qué arcano mayor se identificaría Guadalupe Nettel y por qué?

Depende de los días y depende del Tarot, porque el significado de las cartas varía ligeramente en cada uno. Además, cada arcano representa algo distinto según si está de pie o de cabeza. A mí me encanta el segundo arcano mayor, La sacerdotisa. Representa a la mujer madura, que ha adquirido un gran conocimiento y desarrollado una enorme intuición. Muchas veces representa también a las fuerzas ocultas de la naturaleza, los misterios y los secretos de la ciencia, pero por lo general se inclina por la búsqueda de la mesura y del equilibrio.

¿Cuánto tiene la escritura de maternidad?

Mucho. Escribimos los libros que podemos y no los que nos hubiera gustado escribir, y no queda más remedio que asumirlos. Una vez que se imprimen, o se van de casa, ya no tenemos ningún control sobre su destino y su relación con el mundo. A veces ocurre que son leídos de una manera muy distinta a la que imaginábamos. A algunos nos cuesta mucho aceptarlo, pero es así.

(Entrevista publicada en 'cermi.es' )