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Cubierta del libro e imagen de Alicia

Entrevista

10 Ago 2020

Alicia Schrödinger, cuentista

“El cuento tiene su propio reloj alojado en su interior, junto a un detonador, como sucede con las bombas”

Esther Peñas / Madrid

Quiénes son y qué sienten las plantas carnívoras (Siruela) es un ramillete de relatos hilarantes, burlescos, divertidísimos. De una elegancia muy de Neville y una factura entre jardielesca y castelaonense. Su autora, Alicia Schrödinger (Viena, 1957) tal y como apunta la poeta Menchu Gutiérrez en el prólogo a la edición española, “lleva cerca de cuarenta años al estudio de la física de partículas y la termodinámica en distintas universidades europeas y americanas”, y se estrena con este título imposible entre botánico y metafísico. 

¿Cuáles serían las características del tipo (humano) propenso al humor?

Este reparto del humor es muy extraño y he cambiado tantas veces de opinión al respecto que seguramente mañana le daría una respuesta diferente a la que podría darle esta tarde. Lo que sí he comprobado es que en los congresos de física nos reímos bastante, y es que en las paradojas científicas hay un caldo de cultivo muy interesante para el humor. Dese cuenta de que la perplejidad es nuestro estado natural.

Pienso en el relato La importancia del tiempo. ¿Cuánto de contingencia, de azar, tiene la literatura?

Yo acabo de estrenarme como cuentista. Si me ciño a mi experiencia, los cuentos me los he ido encontrando, como objetos raros, en un camino o en una playa. Da la impresión de que estaban ahí, esperando. Lo difícil es descubrirlos. Y, eso lo tengo claro: como vaya a buscarlos no los encuentro.

En ese mismo cuento, el protagonista afirma que no confía en los relojes. ¿Se vive, se escribe mejor sin ellos?

Lo primero que hago, al sentarme a escribir, es quitarme el reloj. Es como si me metiera en la ducha. El reloj no está hecho para escribir un cuento porque tiene uno propio, alojado en su interior, junto a un detonador, como sucede con las bombas.

Que un poeta sea llamado a filas –La historia de Lorenzo Chu-, ¿es un desatino, un prodigio, un castigo?

Yo diría que un poco de las tres cosas, dependiendo de dónde nos situemos. Si la guerra la cuenta el humor infrarrojo es un prodigio porque las bajas que se producen en el frente, terminado el cuento, vuelven a levantarse y se van a su casa a tomar un café con leche.

Este mismo texto, deliciosamente cómico sobre un poeta, me hace pensar en que la poesía apenas –desde luego la contemporánea- deja margen para el humor. ¿Por qué? ¿Es demasiado seria? 

Yo creo que la poesía es un asunto muy serio, y que el humor no es asunto menos serio que la poesía. Demasiado, sin embargo, siempre será, eso, demasiado. De todas formas, por lo general, una es creyente y el otro no, y es difícil que convivan juntos. Pero se han dado casos.

A propósito de El río de la pasión se desborda. ¿En qué momento lo que puede ser bello se convierte en cursi?

Hay un momento en el que una casa, por bellos que sean los objetos que se colocan en su interior, no aguanta uno más, y los convierte todos en “adornos”. A mí me ha hecho siempre mucha gracia el lenguaje heredado del Cantar de los Cantares a partir del cual todos los atributos femeninos tienen que ver con desbordamientos de flores, y venga mariposas y venga palomas. Como en otros cuentos de este libro, me he puesto a observar a ese deslumbrado observador con sus mismas gafas de sol.

¿Cuáles son, a la hora de escribir, “los nudos de imposible solución”?

Por su resistencia se parecen al del ombligo, pero creo que son los que nos hacemos a nosotros mismos. 

Como científica y escritora, ¿qué es lo que más le gusta de las plantas carnívoras?

Mucho más que las plantas venenosas o alucinógenas, las plantas carnívoras son las plantas pecadoras de la naturaleza, ¡ni siquiera las flores del mal de Baudelaire comen carne! Las plantas carnívoras son unas transgresoras.

Destaca la brevedad de las composiciones. ¿Es posible mantener el tono jocoso en una narración extensa? Disculpe el juego de palabras: lo cómico, si breve, ¿dos veces cómico?

No lo creo. El humor es como una goma de gran elasticidad. Otra cosa es que algo breve nos pueda arrancar una carcajada, en un momento dado. Pero lo cómico va más allá de la carcajada y encuentra muchos formatos para desplegarse.

Lo divertidísimo de estos textos reside –me parece- más en la forma en la que se cuentan las historias que en la historia misma, al contrario de lo que sucede en la vida, que lo cómico suele ser la historia en sí. ¿Está de acuerdo?

Romeo y Julieta son dos jóvenes que se enamoran y acaban muertos por la rivalidad ancestral que existe entre sus familias. La historia se cuenta en dos segundos y, sin embargo, es una obra de teatro inmortal, precisamente por cómo se cuenta. Yo creo que con el humor sucede exactamente lo mismo. Hay que poner las dosis justas de picante, de seriedad, de aceite, de amor, de orégano y de semillas.

De entre la digresión, la hipérbole y otros excesos de la retórica, ¿cuál es infalible para hacernos reír?

Una digresión bien dirigida, da mucho juego. Los excesos, en general, necesitan una buena dirección y una excelente orquesta.

No sé qué ocurre en Viena, su ciudad natal, pero en España lo políticamente correcto usa normas de corrección cada vez más draconianas, hasta el punto de que cuando se hace alguna broma hay que aclarar que uno no es racista, ni elitista, ni antisemita… lo cual es bastante fatigoso.  ¿Cree que tenemos menos sentido del humor que antaño? Si es que sí, ¿a qué lo achaca?  ¿Hay un “terror cívico” a la risa?

Mi padre era vienés, pero mi madre es de Ourense y aunque mi marido es también un científico errante, nació en Tordesillas, y a mis hijos siempre les hemos hablado en español. Gracias a ellos creo conocer el humor español mejor que el austriaco. En cualquier caso, para algunos, en todos los países del mundo, el humor es como una mala hierba que hay que eliminar a toda costa. Inútilmente, porque éste sobrevive a los más potentes herbicidas.  

¿Se encontrará la fórmula científica que explique la carcajada?

Tengo un tío, especialista en el cerebro, que está convencido de ello. Como científica, me gustaría estar ahí para verlo, pero le confieso que a mi otro yo, nada científico, esa explicación le hará muy poca gracia.

Cuando Alicia Schrödinger quiere pasarse un buen rato a mandíbula batiente, ¿qué libros abre?

Debo a mi madre el conocimiento de Jardiel Poncela y de Stanislav Lem, y los efectos benéficos de su lectura, en estos momentos en los que vivimos azotados por el Covid 19, me parecen bastante más seguros que los del Remdesivir. Mi padre me enseñó a reír con la boca más cerrada, con Laurence Sterne y algunos autores chinos que no he visto traducidos al español. Reírse a mandíbula cerrada batiente es también muy divertido.