Compartir en redes sociales

Portada de 'Letras lacanianas'

Lecturas

29 Jul 2020

El último número de Letras Lacanianas reflexiona sobre esta cuestión

El humor visto desde el psicoanálisis

Esther Peñas / Madrid

Sarcástico, blanco, inocente, absurdo, surrealista, socarrón, ácido, negro, obsceno, rijoso, desvergonzado, sórdido, indecente, repugnante, verde (sicalíptico)… tantos otros matices para designar algo inexplicable –y no-, algo que sólo se disfruta en el momento en que se percibe para desaparecer como un truco de magia, una disposición de ánimo que nos recuerda que las cosas pueden ser de otro modo a como las pensamos, que nos confronta allí donde se almacena –nuestra alacena escondida- cuanto no queremos reconocer, que nos agrieta la realidad para que no estalle en la presión de lo real. 

El humor.

El humor que no solo tiene por territorio el chiste, lo cómico. Son muchos los caminos que transitamos y que lo contienen. Desde la ternura y lo poético hasta el sinsentido. Por ejemplo. “Mientrs el chiste constituye un goce fugaz, que conmueve la verdad saltándose la barrera de la censura, el humor es una actitud del espíritu, algo que puede singularizar a un determinado ser hablante, pero también a una familia, a una comunidad, a la idiosincrasia de todo un pueblo”, explica el psicoanalista y escritor Gustavo Dessal. 
Con una portada del pintor belga Magritte, tan surreal, el último número de ‘Letras Lacanianas’, la revista de psicoanálisis de la Comunidad de Madrid, aborda este asunto en un momento en el que cada vez es más constreñido el perímetro en el que puede manifestarse –al menos en lo público- el humor. “Es una actitud y tiene que ver con la singularidad de cada uno, es un precioso talento que neutraliza la severidad del superyó. Es una sutileza del parlêtre para no quedar atrapado en el goce”, asegura Blanca Media de Toro en el editorial.

En un puñado de artículos de fondo, distintos autores se sitúan en vértices en los que mostrarnos el humor desde otro punto de vista: ‘El hombre de los escarabajos’, un caso inédito de Freud que rescata Vicente Palomera; el ‘Humor y la verdad’, de Mario Coll; ‘Humor e ironía: dos modos de tratar lo real’, de Concha Lechón; ‘¿Hay alguien?’, una reflexión sobre lo judío y el chiste, escrita por Gustavo Dessal; ‘Emergencia de un sentido’, donde Alejandro Tolosa analiza los entramados del humor y el fascinante artículo de Jean-Louis Gault a propósito de la pareja formada por James Joyce y Nora Barnacle.

Destaca la suculenta entrevista a Pepe Viyuela, realizada por Carmen Bermúdez, en la que nos habla el actor de la posibilidad de ser otro que nos brinda el humor, tan emparentado con lo lúdico. Pero hay muchos más contenidos, como la especulación sobre el teatro del absurdo o el menos común de los sentidos. Pero más. Más aún. 

El humor. Como apunta la actriz Aisha Wizuete, “en la ruptura de lo previsible nuestra mente queda KO y se rinde a la maravilla de lo sorpresivo”.

Y recuerden: si tienen que aclarar que lo dicho era una broma, o hacer constar que no son racistas, xenófobos, elitistas, antisemitas... algo falla. Acaso los ofendiditos. Los macarras de la moral gastan unos humos nocivísimos.