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Julián Barriga

11 Feb 2009

José Julián Barriga, periodista

"El mejor reconocimiento es el aprecio <BR>que despiertas entre tus propios compañeros"

Esther Peñas / Madrid

Amante de la buena poesía, periodista de la vieja escuela, extremeño de pura cepa, un tanto filósofo agrícola, contemplativo y reflexivo... Eso y mucho más es José Julián Barriga, quien concedió esta entrevista al 'Cuarto de invitados' del periódico 'cermi.es', con motivo de la presentación del libro 'La imagen social de las personas con discapacidad' (ediciones Cinca), un homenaje a su persona y su trayectoria.

Amante de la buena poesía, siempre con un verso colgando en los labios dispuesto a compartir, periodista de la vieja escuela, para quienes perder la independencia profesional es acaso sinónimo de pérdida del honor, extremeño de pura cepa, un tanto filósofo agrícola, contemplativo y reflexivo... Eso y mucho más es José Julián Barriga, quien concedió esta entrevista al 'Cuarto de invitados' del periódico 'cermi.es'. Pero mejor, que se presente él mismo...

¿Cuándo decididió convertirse en periodista?
Soy de un pueblo de Extremadura, prácticamente de la posguerra, donde vivía un médico ilustrado, un médico rural del que hace poco prologué sus memorias: 'El médico rural que tocaba a Juan Sebastián Bach'. Aquel médico me llevaba a su casa y me enseñaba a distinguir los sonidos de Bach de los Mozart y Beethoven, en un pueblo casi aldea, en tiempos de pesadumbres y hambres, me inculcó el gusto por la lectura y la escritura. Gracias a ese impulso se matriculé en la Escuela Oficial de Periodismo y también en Ciencias Políticas.

¿Recuerda su primera pieza informativa?
Lo primera que me encargaron -me la propuso Nicolás González Ruiz- fue una crítica de teatro, pero lo primero que escribí fue sobre mi pueblo, en una revista que ahora ha cumplido 50 años, 'Benemérita', una publicación religiosa un tanto contestataria, era una especie de semblanza rural de lo que era un pueblo de la Extremadura más profunda.

De todos los medios en los que ha trabajado, la COPE, la agencia EFE, el periódico Ya... ¿Qué aprendió de ellos?
Comencé en un periódico regional de mi tierra, luego estuve en RNE e inmediatamente después en una agencia de prensa, Piresa, que me conformó profesionalmente. Me gusta ese tipo de periodismo, que también desarrollé en Efe y en Servimedia. Ahora esto es un estrambote, algo surrealista el que a un periodista le guste el periodismo de agencia cuando la agencia exige un anonimato... pero para mi el periodismo es descubrir la noticia, hacerla con neutralidad, con asepsia informativa y, sobre todo, tener fuente y crear la actualidad. El periodismo de agencia es lo que más me ha divertido.

¿Cómo ha evolucionado el periodismo desde entonces a nuestros días?
Los cambios han sido tan profundos que han afectado a los temas más sustantivos, a la forma de ejercerlo y al comportamiento profesional. En los temas sustanciales, el cambio ha sido extraordinario, fantástico, pasar de la Dictadura a la Democracia ha enriquecido este aspecto enormemente; en las formas, el periodismo se ha ido acomodando a los avances: yo soy de la generación del tipómetro, confeccionaba un periódico regional con él y las dificultades de ir por España, pendiente de dónde había un teléfono, dónde se colocaba el taquígrafo, que pasaba la información a teletipo para después perfora la cinta... hasta que llegó el ordenador. Y en el aspecto de comportamiento profesional no es que sea más pesimista, pero los periodistas jóvenes que comenzamos con la Dictadura e hicimos la Transición estábamos imbuidos del espíritu de la libertad de expresión, primero frente al propietario del medio, pero también frente a la política, a la gestión de la política, frente a los poderes financieros y económicos... Cuando trabajé con Adolfo Suárez, yo no era de UCD, me fui a aquel puesto por un tema de honradez ciudadana; la Transición también se hizo gracia a los medios de comunicación. Cuando dejé Moncloa, el presidente de la agencia EFE me impuso una especie de 'cuarentena' y estuve un tiempo sin tocar el elemento informativo para 'desintoxicarme'. Lo entendí y lo acepté. De aquella utopía, de aquella sinceridad en los comportamientos profesionales, hemos pasado a la militancia, a la trinchera y a convertir el periodismo en funcionarios de partidos políticos. Y entre nosotros lo lamentamos, pero somos viejos rockeros los que creemos en la radical independencia del periodista.

¿Qué aportaron los medios de comunicación a la Transición?
Tuvieron mucha importancia, fuimos compañeros de viaje en el camino de la Transición. No sé si hubiera cambiado este periodo sin una prensa tan a favor de la Democracia, pero sirvió de estilete para acelerar el proceso y facilitarlo. Durante la Transición fueron, en parte, motores de la misma y, en parte, fans de la Democracia. Arrinconamos todo el residuo dictatorial y franquista. Un ejemplo: yo heredé el archivo del Ministerio de Información y pude ver mi propia ficha policial-periodística...

Y en 1992, decidiste apostar por la información social, en un momento en que era un género de segunda categoría...
Siempre hice información política desde 1965, información nacional, que se llamaba entonces, y he tratado de inculcar mi interés allí donde he trabajado. En 1992 alguien me propuso que me ocupara en una pequeña agencia, en ciernes sin sentido ninguno, desprotegida, a punto de cerrarse... Como había trabajado en agencias, sabía que en Europa existen agencias de nicho, con gran credibilidad, y pensé que podríamos crear una mini agencia de prensa, que suministrase información a los abonados con la base de la especialización. Me comprometí seis meses, que se convirtieron en 13 años. Así gestamos y desarrollamos a Servimedia, basada en la especialización, con información política de calidad, neutralidad, independencia y, como el propietario, Fundación ONCE, era una entidad sin ánimo de lucro y de carácter social, apostamos por la información social; sí, era prematuro, no existía ninguna demanda de este tipo de información, los temas sociales se encomendaban en las redacciones a las personas con menos desarrollo profesional, a los recién llegados; poco a poco intentamos abrir el abanico de las grandes informaciones sociales, primero con discapacidad, luego las relativas a mujer, mayores, infancia... toda la panoplia de información social para dignificarla. Y ello, utilizando las mismas armas que tenían en otros ámbitos: creando fuentes, ejerciendo un periodismo de primera mano, y con una buena base documental.

¿Costó mucho concienciar en aquellos tiempos sobre la información social?
Era un género del que no había especialización, ni casi observancia periodística. Cuando me pasaba por la redacciones de los periódicos tratando de vender el servicio de Servimedia, muchos me dijeron que me había vuelto loco, que era un información que no vendía, y tuvimos que 'perder' mucho tiempo en convencerles. Yo siempre creí en que sería un tema cargado de futuro. El periodismo social tiene todavía tiene mucho que mejorar, matizar, aprender, pero se han puesto algunas bases importantes.

De los reconocimientos que ha recibido en su vida profesional, ¿recuerda alguno con especial cariño?
Probablemente me satisfizo de manera especial la Cruz de Oro de la Solidaridad, que me la concedió a título personal el Ministerio de Trbajao y Asuntos Sociales, y que me entregó la Reina doña Sofía; pero también, hablando de condecoraciones, me reconfortó una concedida al Mérito Agrícola, tema del que soy bastante aficionado, y otra distinción en temas de educación. Pero, sin duda, el mejor reconocimiento de los profesionales es el aprecio que despiertas entre tus propios compañeros.

¿Qué le queda a un periodista cuando se jubila?
El patrimonio de conocimiento de los acontecimientos y de los protagonistas de los acontecimientos. Es una colección de cromos que tenemos, cuando comento con compañeros: "¿Te acuerdas del atentado de Carrero Blanco..? ¿... de la coronación del Rey..? ¿De las primeras elecciones..?" Todo el mundo lo recuerda, lo ha vivido, en cierto modo, pero no ha estado dentro, no lo ha vivido en primera línea. A mí, sin alardear de decanía o memoria, es algo que me satisface.

Y de los muchos personajes con los que ha tenido la oportunidad de conocer de cerca, ¿cuál le ha impresionado más?
Tuve la fortuna de estar muy próximo a Adolfo Suárez, guardo un riquísimo anecdotario que no voy a escribir ni voy a contar; alguna relación con Torcuato Luca Miranda, con personajes que, desde el Régimen, facilitaron la Transición, como Rodolfo Martín Villa, Jesús Sáncho Roz, etc. Con otros como Joaquín Garrigues, Fernández Ordóñez... Recuerdo haber almorzado con Felipe González cuando era secretario general del PSOE, con Santiago Carrillo, Marcelino Camacho... Me quedo con un personaje sobre el que se dicen y se escriben bastante inexactitudes, Adolfo Suárez. También destacaría la proximidad con el entonces Príncipe de España, en los primeros viajes al extranjeros los periodistas auscultábamos su persona, tratábamos de prever cómo era el personaje, cómo se posicionaría.

¿Qué aporta ser extremeño a la personalidad de uno?
Nada más allá del afecto que se puede tener a la tierra, a los personajes y a la gente.

¿Cuándo es preferible un buen poemario a la noticia fresca?
Ahora mismo estoy leyendo la biografía de Montagne de Stefan Zweig y, por lo estoy leyendo, él tenía siempre un libro de poesía; a mí me ocurre igual, durante toda mi ejercicio profesional siempre he tenido pendiente una relectura, un libro de poemas. Descubrí la poesía de la mano de Juan Ramón Jiménez, cuando le otorgaron el Premio Nobel. Desde entonces jamás la he abandonado.