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Sombras de porcelana brava

Entrevista

6 Nov 2020

Vicente Araguas, músico y escritor

“La belleza es todo, y no lo es, y a veces está en esa negación”

Esther Peñas / Madrid

Sombras de porcelana brava (Vaso roto). Bajo este bellísimo zarcillo hierven los versos de 17 poetas portuguesas antologadas por el músico y escritor Vicente Araguas (La Coruña, 1950), en un prontuario de matices que van desde el compromiso militante –pero siempre estético, y ético., por fortuna- a la descomposición estricta del lenguaje en busca de una transparencia casi hiriente. Araguas propone una muestra deliciosa, capaz de despertar un interés que tantas veces es displicente desde este lado de Iberia. Atentos.

Aunque cada poeta de las antologadas es un mundo, ¿podría hablarse de algunas características comunes entre estas 17 poetas lusas?

Creo que este conjunto (maravilloso) de poetas tienen en común el no querer parecerse a nadie (dentro de lo posible, naturalmente). Y es que, salvando las diferencias cronológicas, más de dos generaciones históricas entre la mayor y la menor, toda esta gente ha dado en vivir en un tiempo poético de vuelo altivo. De altanería (no confundir con altaneras) lo que obliga a buscar un mundo propio que sobrevolar. No, aquí no hay escuelas ni academias. Tan solo un afán de romper con (casi) todo.

¿Puede distinguirse la mirada poética antes y después de la dictadura de Salazar?

La dictadura de Salazar; ahí queda dicho casi todo. Aquel régimen ominoso ¡y sumamente cruel! aparejaba censura. Política y religiosa, lo que implicaba –de paso- una cierta autocensura. Aun tratándose de poesía, más fácil de hurtar al ojo censor (véanse los poemas de Mário Cesariny, tan bien recreado este poeta por Maria Quintans), aquella moralina (más que moral) hacia estragos. Lo que no impedía la presencia de grandes poetas: el propio Cesariny o Sophia de Mello Breyner Andresen.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido una vez concluida la antología?

Una cosa es ir traduciendo, al ritmo de la maldita plaga o pandemia, y otra ver el conjunto, pulido con la impagable ayuda de las poetas. Tan rigurosas y amantes de la exactitud ellas. Ese conjunto me parece de una belleza brutal. Ante la que no puedo sino rendirme. Belleza: eso digo cuando me preguntan que hay aquí. Belleza, también ética, que me ha redimido de tantos pesares. Si he conseguido transmitir, aunque solo sea una porción de ella, ¡qué bien!

La porcelana brava es una cosa y su contrario, la porcelana remite a una fragilidad mientras que el adjetivo realza la fortaleza. ¿La elección del título tiene más que ver con la belleza o con la asunción de esta ambivalencia en las poetas que recoge?

El título, “sombras”, pertenece al sello Vaso Roto, me lo dio Ana Marques Gastão, quien en su poema, “Chá vermelho-ferro”, habla de un cuerpo como de “porcelana brava”. Y en esa delicadeza bruta y, a la vez, virginal vi –de golpe- el oxímoron que describe los tiempos turbios, y tan previsibles, tan de pleonasmo, que nos toca vivir. “Porcelana brava”: un arrebato o el golpe de dados de Mallarme, solo que esta vez aboliendo el azar. Por mucho que de azarosa pueda tener una antología.  

Lo bello ¿siempre es “su pujanza oscura”, como escribe Ana Luísa Amaral?

Podría. La belleza es todo, y no lo es, y a veces está en esa negación, como dice Amaral, cuando habla de un poema lleno de “excesos y dorados” y aun así “bello en su pujanza oscura y mística”.

¿Cómo evitar, si fuera menester, que los rebaños entren en los poetas”, en el decir de Maria Quintans?

Haciendo una poesía tan rompedora como la suya, para que no “se llenen de rebaños los poetas”. Para que estos no rebañen más los platos ya agotados.

“Alma tatuada de un saber antiguo”, escribe Maria João Cantinho. ¿Cuáles son los poetas portugueses cuya impronta es más identificable en estas mujeres?

Detrás de hoy siempre hay un ayer, y otro más y otro más. Más que de influencias hablaría de antecedentes. La ya citada Sophia de Mello Breyner Andresen o  Mário Cesariny o Florbela Espanca o Mário de Sá-Carneiro. Pero me interesa más en quiénes van a influir estas poetas. Porque después de hoy hay un mañana y otro más y otro más. Por eso.  

¿Hay “nexos de vida” entre este puñado de poetas lusas y las poetas españolas?

Seguramente. Pero mucho me temo que seguimos dándonos la espalda. Portugal y España, digo. Veo más relación entre las poetas de “porcelana brava” y lo que se poetiza en el Reino Unido o América del Norte. Me encantaría que esta antología abriese puertas y, en justa correspondencia, Portugal abriese las suyas a las poetas, jóvenes o no tanto, de aquí,