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Triviño

Entrevista

7 Ago 2018

Consuelo Triviño, escritora

“La mentira también es un arma letal”

Esther Peñas / Madrid

En su última novela, ‘Transterrados’ (Calambur), la colombiana Consuelo Triviño profundiza en la inmigración. Inmigración es un concepto demasiado abstracto que, a través de la narración, se encarna en un entramado en el que la esperanza, la búsqueda de la vida –que escribiera Baroja-, las oportunidades (o la falta de ellas), la comunicación con el otro, la familia, la soledad o los miedos conforman un tapiz acrisolado. Con una prosa que brilla por momentos con la dureza del metal, Triviño consigue armar una historia intensa y emocionante.

¿Por qué hablar de ‘desterrado’ en vez de ‘exiliado’, ‘emigrante’, ‘refugiado’?
Prefiero el término ‘transterrado’ que abarca los distintos motivos y circunstancias que empujan a moverse de un territorio a otro en busca de mejores oportunidades. El filósofo español José Gaos, en el exilio mexicano, acuñó este término. ‘Desterrado’, en cambio, se refiere a un castigo. Miguel de Unamuno fue desterrado a Lanzarote por Primo de Rivera. Dante sufrió el destierro por motivos políticos. Los exiliados políticos abandonan su tierra para salvar su integridad física o su libertad. ‘Transterrado’ es para José Gaos quien pudiendo quedarse en su tierra decide establecerse en otra que le es afín culturalmente.

¿Qué condiciones reúne un transterrado?
Transterrado es también quien voluntariamente decide desplazarse en busca de una vida mejor (económicamente más justa, intelectualmente más rica). Aunque no se decrete legalmente el destierro, como en épocas pasadas, en la sociedad actual existen zonas rurales donde poderes oscuros despojan a las personas de la tierra, de su hogar, y las obligan a desplazarse. Esto ocurre en Colombia, donde las estadísticas presentan la cifra de siete millones de “desplazados” que llegan a las zonas urbanas ampliando los cordones de miseria característicos de las ciudades del tercer mundo.
En mi novela Transterrados se vislumbran los dramas humanos detrás de los desplazamientos de sus distintos personajes. El protagonista ha sufrido un secuestro, y amenazas que lo obligan a abandonar el país. A su lado hay hombres y mujeres que buscan mejores condiciones de vida por diversos motivos. 
Estos transterrados, o desplazados, de la novela comparten espacio, muchas veces, con personajes de la delincuencia, arrastrados a ella por la pobreza. En el contexto de la novela los problemas se mezclan y es difícil discernir entre la ilegalidad y la clandestinidad. Fuerzas encubiertas controlan territorios  y personas. La novela ha implicado un proceso doloroso de escritura para acercarme a este mundo confuso. También sentí los desgarros de este viaje azaroso en el que se dejan la piel mis transterrados.

Transterrados: “Nómadas de no lugares”. ¿Cómo se conquista, se habita, un lugar?
En Transterrados  se insinúa que quienes conquistan un territorio, no con las armas, son aquellas personas capaces de situarse en la nueva realidad: individuos dispuestos a cambiar esquemas mentales y a ampliar horizontes. Lo que ocurre es que a las personas sometidas a esta experiencia, además de unos conocimientos profesionales, se les exige que tengan la fuerza psíquica y moral suficiente como para poder integrarse en una sociedad que les es desconocida.
Esta novela que acabo de publicar testimonia también la experiencia de familias de emigrantes, que trabajan en el sector de los servicios y llegan a darles una educación superior a los hijos. Es una generación que se sacrifica por la siguiente. Pero esta inmolación puede ser dramática cuando los depositarios de sus esperanzas no entienden el sacrificio y dilapidan el esfuerzo familiar, como ocurre con el hermano del personaje Patricia, o con los parientes del personaje Sybill.

Transterrados: “La duda es un gusano que avanza sigiloso hasta el corazón”. ¿De qué depende que esa duda astille el corazón al que llega o se dinamite la duda una vez alcanzado el corazón?
Es una frase de mi novela Transterrados que se refiere a la incertidumbre que carcome a quien no conoce suficientemente a la persona que ama. Cuando la verdad resulta temible o amenazadora, la mentira parece una tabla de salvación. Se llega a sobrevivir con la mentira. Pero la mentira también es un arma letal. ¿Cómo diferenciar la verdad de la apariencia? ¿Existe la verdad? ¿Se trata de formular un discurso verosímil? Cuando transitamos en el campo literario apostamos por la verosimilitud.

La narradora y Luis Jorge se conocen trabajando en una ‘cartografía de la inmigración’. La inmigración, ¿es necesaria, inevitable, vital, obligatoria? Es inevitable en estos tiempos. ¿Por qué nos asusta tanto el extranjero?
El extranjero, el otro en general, siempre se ha visto como una amenaza en potencia y, si es pobre o de un color distinto, parece que la amenaza sea mayor. Hay temores atávicos, algo instintivo que delata nuestro origen animal, la defensa del propio territorio, de la tranquilidad que el extraño altera con su presencia. Siglos de civilización nos han enseñado a convivir, pero la convivencia no siempre es fácil.

Pienso en Leonel, ese artista altivo con la cultura de acogida. ¿Qué ha de darse para que se produzca el entendimiento entre los que vienen y los que ya estaban?
El personaje de Leonel es arrogante por ignorancia y por prejuicios, pero sobrevive con su orgullo. Es una diferente manera de protegerse. No hay en esta novela malos, ni buenos, sino personas que mienten o callan para defenderse. Pero Leonel pertenece a un género distinto: en la frontera entre el arte y la mendicidad, es la imagen de artista callejero que cuestiona nuestro ser social, sólo le queda el orgullo y no está dispuesto a doblegarse. 
Por otro lado, el entendimiento entre los que vienen y los que "ya estaban" es posible a través de la cultura y del trabajo. Lo grave es la pobreza. Nos diferencia más la pobreza que la ‘raza’, y no todos pueden salvarse anímicamente a través del arte y la cultura.

La inocencia, ¿la sustenta uno o tiene indefectiblemente que ser validada por los otros?
La inocencia no es ignorancia, los niños saben más de lo que suponemos, incluso los animales conocen el entorno que los rodea y aprenden de los seres humanos. El personaje de Duván, el niño de la novela, nos dice mucho de Luis Jorge y de su calidad humana porque está libre de prejuicios.

Transterrados: “Lo incomprensible, ahora que lo pienso, es seguir con vida”. ¿Qué hace falta para que una vida merezca la pena ser vivida?
Toda vida merece la pena ser vivida siempre que haya esperanza. Cervantes, cautivo en Argel, quizás sobrevivió por entregarnos El Quijote; mujeres secuestradas por la guerrilla colombiana, como Clara Rojas o Ingrid Betancourt, soportaron el cautiverio en condiciones infrahumanas porque sintieron que la vida merece ser vivida. Al fin y al cabo, el sueño de ser liberadas fue su tabla de salvación. En esta novela, el personaje Sybill se sobrepone a las adversidades, a la violencia, y el engaño de sus parientes.

La desigualdad y la injusticia gravitan en la narración. ¿Son inherentes al ser humano?
Son inherentes a la sociedad. La historia de la humanidad ha sido la lucha entre la cultura y el instinto (de conservación o de poder). Pero Luis Jorge, el protagonista de mi novela, atravesado por sus impulsos, resulta contradictorio.

Le devuelvo una pregunta que se hace Luis Jorge: ¿no podemos librarnos de lo que somos? Y añado otra: ¿puede repararse en cualquier caso el daño que procuramos o el que recibimos?
Lo más importante es aprender a perdonar. Aceptar que no somos perfectos. Posiblemente pueda perdonarse aunque no pueda repararse. Lo más grave es, como sucede en Transterrados, cuando hay una muerte.

¿Cuánto hay de Consuelo en Luis Jorge?
Una novelista deja en todos sus personajes parte de su propio ser y de sus experiencias.

¿Cómo se sabe cuándo una historia necesita un relato corto para ser contada y cuándo el espacio de una novela?
El relato se centra más en una anécdota, mientras que la novela abarca un mundo de relaciones.  
Así, en Transterrados, emergen voces y personajes que piden una vida. Se oculta en esta novela una tragedia poco contada, incluso por quienes la sufren, y es que, por el miedo a la pobreza, las familias y la pequeña sociedad del entorno obligan a los suyos a abandonar el país, con la ilusión de que puedan encontrar una vida mejor en otro lugar, lo que viene a ser muchas veces sólo una ilusión. Me temo que sea esto lo que se desprenda de mi novela Transterrados.