Compartir en redes sociales

Juan Peregrina

Entrevista

7 Nov 2018

Juan Peregrina, poeta

“Lo revolucionario es conocer, preguntarse por, dudar de uno mismo y de todo”

Esther Peñas / Madrid

El naranja simboliza el entusiasmo y la exaltación, y sirve como embozo perfecto para ‘Brandewijn’ (Ediciones Peregrinas), escrito por un poeta incierto, con pulso feroz y hedonista, que mancha de ternura sus líneas y brinda con brandy, Juan Peregrina (Granada, 1978).

¿Cuánto de conjuro tiene este Brandewijn?

Lírico-narrativo, mucho: después de cuatro o cinco años sin sacar nada, que en mi vida literaria es normal, quería mostrar algo más sólido en narrativa. Se escapan por ahí notas poéticas, esquemas narrativos e interferencias literarias de Fresán, Roas, Pablo Martín Sánchez… Microrrelatos y prosas poéticas trabajadas y corregidas durante un año.

El brandy parece una reivindicación de las bebidas de antaño, en un momento en que se bebe mezclas con botánicos, con tónicas de colores, con destilaciones sofisticadas…

Es un mundo eso de las bebidas, ¿eh? Sí, algo hay de reivindicación de lo tradicional: como en las drogas, creo que hemos perdido esa parte de beber más mística, de comunión, de celebración de la amistad y el buen bebercio. Como explicaba el poeta Juan Carlos Friebe, beber, brindar, disfrutar… es una celebración para los sentidos, y no podemos olvidar los ritos y pruebas iniciáticas de antaño. Obviamente, la parte positiva, porque de la negativa, de la excusa para ser un salvaje, también hablo y no estoy de acuerdo que sea atenuante para cometer violaciones, asesinatos… Un poco de responsabilidad tampoco sobra. Y después de estos minutos socialmente perfectos, te digo que he probado una copa de esas con la burbuja no rota, almizclada con historias de colores y… no estaba mal, pero soy más de cerveza, brandy o jager.

El brandy es una excusa ¿para qué cosas?

En esta ocasión, para escribir sobre él, su mundo y sus bebedores. Pero quise abrir campos porque, como sabes, el brandy convoca un mundo macho lleno de humo y conversaciones entre sofás crujientes de antigüedad… o así lo vi yo, tras hablar con amigos que sabían más que yo del tema. Así que para mí es intermediario entre mi manera de escribir y la guerra, el machismo estúpido, el abuso de poder, menores que no tienen oportunidad de crecer con amor, historias eróticas hermosísimas, epifanías que arden entre los dedos, homenajes a algunos escritores muy necesarios para mí o una celebración de la naturaleza. Puede ser eso, supongo y todo lo que la lectora o el lector necesiten, ya que he intentado que haya múltiples lecturas, claro: si no, no hay discurso literario.

¿En qué ocasiones se hace necesario convocar un trago de alcohol?

Pues querría decirte, querida Esther, que en celebraciones, noticias buenas y hermandades, como decíamos antes. Pero, a veces, el animal corrupto que llevamos dentro necesita aplacar la sed de olvido y traición de sus nervios interiores: “qué pena de muchacho/le dice la gente en los bares”, cantaba Kiko Veneno; pero también Miguel Benítez (que aparece en Brandewijn) decía “bebe conmigo gitana hasta el amanecer”. Y cómo no, Leonardo Cohen le cantó al brandy lorquiano y mi amado Tom Waits decía aquello de “the piano has been drinking, not me…”

¿Cómo es el “ser sin patria”, que decidiste ser?

Creo que patria, bandera, dios… son conceptos demasiado elevados para alguien como yo: no tengo conciencia de ellos si reflexiono y veo que causa problemas normalmente discutir sobre ellos, criticarlos o apoyarlos fervientemente. Imagino también que como parte activa de lo que escribo, es importante vadear, criticar una cosa y su contrario, estar con un grupo hasta que se corrompo y volver a criticar lo escrito para ser cada vez mejor, ser crítico con uno mismo siempre es necesario. Me siento más de Cádiz que de Granada, me tira más el sur del sur que el norte. Después visito el norte y me encanta. Me gusta Barcelona. Y Madrid. Y mi ciudad, Granada: pero también La Habana y Bruselas y Berlín. Y Ámsterdam es bellísima. De Florencia no puedo hablar porque volvería año tras año… Y Praga, Budapest, Venecia… Y Jereza y Zahara; y Bilbao o San Vicente de la Barquera: qué importa el sitio. Me gusta todo lugar que conozco, no me siento de uno en concreto. E intento reflejarlo en los textos: esa mezcla de sur, norte, este y oeste. Ojalá quien se acerque a los textos vea algo de todo esto.

¿Cuánto de animalidad ha perdido el hombre moderno? ¿Y el poeta?

Mucha. Estamos domesticados por redes sociales, políticos y espectáculos como el fútbol, la tele o la política de nuestro congreso que, a veces, parece más un talent show o un programa de critiqueos. Es nuestra época, qué hacemos sino vivirla. Leyendo ‘El erotismo’ de Bataille alucino con sus pensamientos. Leo a Onetti y se me cae el mundo, a Cheever y veo que la sociedad se destruye a sí misma en pos de un afán personalista. Pienso en el Che y Fidel y Camilo y no creo que seamos capaces de derrocar a nadie, no sé si la gente más joven podrá “echar” a gente que lleva cuarenta años tranquilizando a las masas y diciendo que no está todo estipulado, firmado y pensado de antemano. No sé, quizá soy un paranoico ¿Cuál era la pregunta? Ja, ja, ja. No, hablando en serio, vemos cómo se ha impuesto un tipo de poesía, en la que la facilidad, la docilidad de discurso y el amor vacuo son importantes. No los clásicos y su conocimiento, no leer, el acto en sí a Lorca, Aleixandre, Valente, Vallejo o Cernuda. Lo importante es participar en los slam de poesía, en la jam delante de tus colegas y decir “soy poeta” antes que lector de poesía, para comprender qué se hace, que se hizo y qué herramientas –métricas y retóricas- tenemos a nuestra disposición para que cale el discurso. Creo que el porno y el erotismo ya están definidos y muy bien: lo mismo sucede con cierta escritura de hoy y la literatura: una enseña, muestra todo y está muy segura de sí misma: la otra insinúa, cuestiona, duda. Lo revolucionario es conocer, preguntarse por, dudar de uno mismo y de todo, querer investigar para saber más. No decir “soy autodidacta”, dios/a, e invento todo. Creo que fue Fresán quien dijo (o recordó que alguien dijo) que en estos tiempos, al escritor solo le queda el estilo, que es lo importante y no “querer ser” escritor como hay por ahí algunas criaturas pregonando sus “cualidades literarias”.

¿Qué sucede si se “sirve un brandy a mi amante”?

Espero que una conversación interesante, unas risas en su momento y una buena fiesta privada. 

El libro está atravesado de un componente erótico/corpóreo intenso. ¿Qué maridaje procura el amor y el alcohol?

Hay que quererse mucho, y querer a los demás, o a la otra persona si hablamos de pareja, o a las otras personas si hay más de una, qué importa: el amor si es sincero es una fuerza muy poderosa. Sirve tanto para elevar como para descender a los más infernales momentos. El odio es el amor en negativo, como una fotografía en espejo. Quiero decir que el erotismo, el sexo, el amor… son fundamentales como la música, la literatura, el arte, la educación. Si no nos educan, seremos animalillos torpes y podrán usarnos y tirarnos. Si nos educan en el respeto, el amor por uno/a mismo/a y en la diversión de saber más cada día, podremos dejar los hombres de violar mujeres, jóvenes o niñas y algunas mujeres de justifica “a sus hombres”. La igualdad llegará si perdemos el miedo a dejar el poder del macho: cuando les hablemos de tú a la cara a las mujeres y escuchemos más y mejor sus opiniones. Ojalá llegara pronto ese momento: creo que a la luz de las estadísticas, queda mucho. Cada vez matamos más mujeres, violamos más jóvenes y los pederastas caen como moscas. El poder encubre todo, ya se sabe. Mira los últimos casos, cuántos tíos forman parte de esos grupos organizados: y son maestros, profes, entrenadores, banqueros, presidentes, políticos… Todo cristo está metido. 
Se me va. Perdona. El alcohol puede ser aliciente o no: depende del uso. Lo que es importante es conocer a la otra persona, su cuerpo, sus querencias y disgustos. Así, el erotismo se convierte en algo primordial, en la canción de las pieles y la banda sonora maravillosa de unos momentos sensuales que no se olvidarán fácilmente. Respeto, conocimiento y erotismo. Y si ya hay amor, ni te cuento.