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Moldes

Entrevista

13 Nov 2019

Diego Moldes, ensayista

“Marx y Freud, como Einstein o Kafka, son pensadores judíos cuyas contribuciones han cambiado por completo la modernidad”

Esther Peñas / Madrid

Fascinante este pueblo que cuenta entre sus paisanos a Spinoza, Chagall, Gershwin, Bohr, Marcel Marceau, Stanley Kubrick, Steven Spielberg, Roman Polansky, Woody Allen, Modigliani, Bergson, Canetti, Chomsky, Lispector, Proust, Zweig, Benjamin, Freud… Un pueblo al que debemos tantas cosas merece una reflexión pausada, como la que hace Diego Moldes en Cuando Einstein encontró a Kafka (Galaxia Gutenberg).

Sin ánimo de ser impertinente, ¿por qué escribir un libro sobre las contribuciones de los judíos al mundo moderno?

Como escribo en la introducción de mi libro, muchísima gente me ha hecho esta pregunta –algo que no me hacían con mis diez libros anteriores–, y mi respuesta es: ¿por qué no?

¿Puede hablarse de una tipología humana, de una idiosincrasia judía? 

Si se refiere con “tipología humana” desde una perspectiva étnica desde luego que no, pues hubo y hay judíos españoles, indios, chinos, etíopes, yemeníes, árabes, eslavos, escandinavos y un largo etcétera. Desde una perspectiva antropológica e histórica, sí hay una idiosincrasia judía, que se basa en la diversidad, producto de una diáspora histórica que abarca más de tres milenios, unida por la pertenencia cultural y educativa, la Torá y el Talmud. El pueblo judío es el pueblo del Libro, esa es su idiosincrasia.

¿Puede hablarse de una tipología de ellas respecto de la de ellos? 

Sí o no, en la misma medida que puede hablarse de ellas y ellos en cualquier otro grupo humano.

¿Cuál ha sido y es la situación de la mujer dentro de la cultura judía? 

Ha sido muy distinta y ha evolucionado, lógicamente, tras decenas de siglos. En la Antigüedad, por ejemplo, el judaísmo fue el primer pueblo del que se tiene constancia escrita que permitió el divorcio. Figura en la Torá (Deuteronomio 24:1-4) y especifica que se necesita un documento llamado guet que debía supervisar y firmar un rabino. Evidentemente esto ha evolucionado mucho. [En Europa el divorcio no es legal hasta Napoleón (Código Civil de 1804) y en España el primer divorcio legal es con la República de 1873. Y la primera ley del Derecho al Divorcio es de 1931 (II República).] Actualmente la situación de la mujer judía varía de un país a otro y, dentro de cada uno, de si la comunidad de la que ella quiera formar parte es más reformista o progresista o más conservadora tradicional, incluso ortodoxa. En mi libro también señalo que muchas de las feministas pioneras fueron mujeres judías emancipadas, la más conocida de todas, Emma Goldman. 

¿Cómo sería el mundo moderno sin la intervención en él de los judíos? 

Sin ninguna duda, completamente diferente, absolutamente distinto. La respuesta a tu cuestión es justo lo que me animó a investigar durante veinte años y publicar este libro. Hay miles de ejemplos, en las ciencias, en las humanidades, en la salud, con aplicaciones en la vida cotidiana.

Judíos y cristianos, tan emparentados por infinidad de ángulos, ¿por qué no terminan de hermanarse? 

No pueden porque son teológicamente dos religiones externas la una respecto de la otra. El cristianismo, como el Islam, surge inicialmente con una secta minoritaria del judaísmo. El judaísmo, además de que es mesiánico, se basa en el cumplimiento de la Ley escrita (la Torá) y no únicamente en la fe. Sin embargo, desde una perspectiva sociopolítica, como el judaísmo es un humanismo, sí existe el concepto de judeocristianismo, que es el que los hermana, basado en el respeto a los derechos humanos –cuya Declaración Universal de 1948, por cierto, redactó un sefardí, René Cassin–.

Acaso con dos judíos, Marx y Freud, ya podríamos entender al hombre moderno… 

Me parece una afirmación muy rotunda. Sin duda Marx y Freud, como Einstein o Kafka, son pensadores judíos cuyas contribuciones han cambiado por completo la modernidad, tanto a sus sociedades (Marx) como a sus individuos (Freud).

De todos los judíos ilustres en los que se detiene en su ensayo, ¿por cuáles siente debilidad? 

En el plano profesional, como trabajo en el llamado tercer sector (fundaciones y asociaciones), tengo que citar al creador de algo admirable, los Juegos Paralímpicos, obra del doctor Ludwig Guttmann, médico y neurólogo. Ejemplo de inclusión deportiva. Y al ideólogo y fundador del primer banco de alimentos para niños refugiados, Unicef, obra del físico y biólogo Ludkiwk Rajchman. Que ambos fuesen judíos polacos supervivientes del Holocausto no me parece una casualidad.

En el plano personal, dado que son grandes amigos míos, por A. Jodorowsky, al que cito varias veces, y por la novelista española Esther Bendahan, que nos ha regalado un magnífico prólogo. De los históricos y de alcance universal, por supuesto Einstein y Kafka, por eso los puse en el título del libro. Representan o simbolizan el humanismo moderno, en  las ciencias y en las letras.

Le animo a especular. ¿Cómo es posible que Kafka y Einstein, que se conocieron, no se causasen mutua impresión? ¿Cómo es posible ese silencio del uno sobre el otro? 

Sí sabemos que se causaron impresión mutua, por otros testigos a ese café praguense llamado Louvre, en 1911 y 1912. Pero es cierto que no dejaron constancia escrita –hasta donde yo sé– sobre esos encuentros. Es un misterio, no sé si irresoluble. Quizá en el futuro algún investigador o un hecho fortuito haga aparecer alguna carta o diario de alguno de ellos que despeje ese misterio.

¿Por qué el judío ha sido un pueblo que ha despertado desde sus orígenes el recelo de casi todos? 

El antisemitismo –hoy también explicado como judeofobia– existe desde la antigüedad hasta hoy, cierto, producto de múltiples prejuicios, motivados por ser una minoría no proselitista (era judío aquel que era “hijo de mujer judía”, no de varón, o por conversión matrimonial de uno de los dos cónyuges). Desde la Antigüedad –y esto está documentado desde el año 70 D. C– no hay constancia de judíos analfabetos. Para ser judío tenías y tienes que saber leer, escribir comentarios a los textos e interpretarlos de manera oral y escrita. Esto generó un pueblo culto y, casi siempre, políglota. Esa inversión en capital humano (en lugar de en propiedades) generó una cultura móvil y con códigos éticos propios, que generó los recelos que usted comenta. Recelos que parte de unos tiempos donde la inmensa mayoría de la población era analfabeta (salvo el poder eclesiástico, algunos escribas y una parte minoritaria de la nobleza). Ahí puede estar una posible respuesta.

Una pregunta ‘maliciosa’, en su criterio, ¿cuál fue el judío más maléfico de la historia? 

En la historia no lo sé, en mi ensayo me ocupo de los buenos, no de los malos. En la historiografía judía, hubo un falso mesías llamado Sabbatai Zevi, judío otomano del siglo XVII, que fue un farsante y embaucador. No sé si llamarlo maléfico, sería exagerado, pero es un punto negro en su historia. En nuestro siglo XXI, el inversor neoyorquino Bernard Madoff, protagonizó el mayor fraude financiero conocido. Arruinó a grandes empresas pero también a pequeños accionistas individuales, a familias, a personas normales de clase media que perdieron sus ahorros. Entre sus víctimas, además, figuran bastantes fundaciones y asociaciones filantrópicas judías norteamericanas que, confiando en él erróneamente, se vieron muy perjudicadas y que se dedican a la ayuda social, cultural, educativa, y sanitaria.