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Cubierta de 'Los antecedentes penales del blanco'

LIbros

4 Dic 2020

'Los antecedentes penales del blanco', de Juan Carlos Mestre, edición de Raquel Ramírez

Todas las armas del poeta

Julio Monteverde / Madrid

La relación privilegiada entre poetas y pintores, que durante mucho tiempo facilitó algunos de los más bellos logros de la expresión artística, no sobrevivió al siglo XX. En algún punto del camino algo se quebró, y ya nada volvió a ser lo mismo. Sin duda una de las circunstancias que provocaron este divorcio fue que el mercado, con sus dinámicas, creó un abismo insalvable. Al tratar de manera tan escandalosamente desigual a una de las dos partes, la discordancia fue agrandándose en la vida cotidiana hasta que ambos grupos terminaron por perderse de vista y ya se han acostumbrado a vivir de espaldas, como buenos vecinos. Por eso hoy puede resultar hasta llamativo percibir de nuevo esta relación desplegándose de manera certera, completa, ante nuestros ojos. Sí, ¿cómo era aquello a lo que estábamos tan acostumbrados y hoy nos resulta tan lejano, ut pictura poesis…? 

Los antecedentes penales del blanco, antología seleccionada por la poeta Raquel Ramírez de Arellano, y publicada por El sastre de Apollinaire, transita este territorio a través de la obra de Juan Carlos Mestre. Poca presentación necesita ya este poeta. Si acaso subrayar que esta correspondencia perdida ente poetas y pintores de la que hablamos se reconstruye aquí en un individuo que por su parte utiliza también todos los medios a su alcance para expresarse, sin establecer entre ellos una jerarquía más o menos forzada. Pues si Mestre es poeta, lo es también porque está en disposición de escribir poemas, pintar cuadros y realizar grabados con la misma intensidad y profundidad con la que toca un instrumento o amuebla su casa. Porque no es un especialista, es decir, alguien que establece una relación univoca, irreversible, entre sus impulsos y sus medios de expresión. Mestre es Mestre, y esto, creemos, ya es decir mucho de un estado mental que durante décadas le ha permitido utilizar cada uno de los medios de la poesía sin más gradación que sus inclinaciones.

Al comienzo de la bellísima introducción que abre el volumen, a cargo de la editora, leemos: «Mestre todo lo es como acto de insurgencia». Y esto es cierto puesto que, como decimos, y como este libro pone de manifiesto, no hablamos tanto de un reflejo invertido en el que la pintura y la poesía se observan y se mandan flores, sino de un mismo impulso poético que se materializa en diferentes formas, haciendo perfecta ilustración de las palabras de René Daumal cuando afirmaba que la creación verbal no es más que «un caso particular del acto poético». Cada uno de los poemas recogidos en esta antología conecta directamente con el núcleo de la forma de estar en el mundo de un poeta. 

Sin duda es este un libro singular, palpitante, y que solo en parte se aplica a una faceta del poeta —sus poemas dedicados a la pintura—. Porque debido a ese carácter unitario del que hablamos, el aliento poético de Mestre permanece en cada página como expresión de esa unidad fundamental propia de la poesía entendida como impulso radical, primigenio, del ser humano por crear un mundo a la altura de sus deseos, utilizando todos los medios a su alcance.