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Cubierta del libro

Entrevista

20 Abr 2021

Carmen Mejía Ruiz, filóloga e investigadora

«A través de la correspondencia se puede reconstruir la historia del exilio de las escritoras olvidadas»

Esther Peñas / Madrid

El olor a pólvora del estallido de la Guerra Civil Española barruntaba no solo lo obvio, sangre, sino destierro, olvido, desmemoria, censura, indecencia. Atropello. Y esto se redobla si pensamos en las mujeres que vindicaron el lado republicano y que, tras su derrota (nunca doma, que diría Claudio Rodríguez), tuvieron que aceptar un exilio, un destierro obligatorio. De algunas es ellas habla Voces de escritoras olvidadas. Antología de la guerra civil española y el exilio (Guillermo Escolar), coordinado por Carmen Mejía Ruiz. 

¿A qué se debe el olvido de este ramillete de mujeres, a motivos políticos, a ensombrecimiento de sus parejas (pienso en María Teresa León o Ernestina de Champourcín…)? 

Según Aitana, hija de María Teresa León, su madre se definía como “la cola del cometa, que es donde está la luz”. Estas palabras ejemplifican que María Teresa León conoce su rol en la sociedad patriarcal que le ha tocado vivir.  Ella era una mujer luchadora, combativa y su modernidad está en toda su obra. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos también quedan relegados al silencio durante el exilio. En la España cautiva, la franquista, a los que escribían en la España peregrina, la España exiliada, no se les reconocía. Sus obras, a veces, ni llegaban, y si llegaban se obviaban o se consideraban subsidiarias. Cuando regresan es cuando algunos de ellos logran tener un lugar en el canon literario español. La diferencia radica en que cuando empieza «el boom de la literatura exiliada» en los años setenta, como señala Rafael Conte en su antología, se recuperan las voces de los escritores exiliados y de alguna escritora exiliada. Ellas tienen que esperar la llegada del «boom de la literatura escrita por mujeres» para ser recuperadas. Representativo es el estudio publicado en 2009 por Mónica Jato, Sharon Keefe Ugalde y Janet Pérez titulado Mujer, creación y exilio (España, 1939-1975), quienes estudian a una serie de escritoras, algunas de ellas presentes en esta antología, que vivieron los acontecimientos históricos de la España del siglo XX. 

Por otro lado, hay especialistas que hablan de la marginalidad que mencionas, como es el caso de Carmen Urioste-Azcorra, quien en el prólogo a La casa de enfrente alude a que la marginalidad de Ernestina de Champourcin, como la de tantas otras escritoras; es una marginalidad en plural, puesto que se la marginó «como mujer, como esposa de Juan José Domenchina, como exiliada y como poeta» (De Champourcin, 2013:7). Ahí tienes otra respuesta a tu pregunta. 

¿Cuál ha sido el criterio para rescatar a estas mujeres y no a otras?  

En nuestra investigación tuvieron mucha importancia el interés de sus textos para las diferentes investigadoras. Isabel Gómez me ayudó en esa búsqueda, en ese descubrimiento. Hicimos un listado de autoras y textos, muchos de ellos difíciles de conseguir, y fuimos seleccionando los más representativos para esta antología: aquellos que reflejaban la incomprensión de la guerra, la violencia, el sufrimiento ante las injusticias sufridas durante el conflicto bélico, el dolor ante el obligado abandono de lo propio, el sentimiento de soledad en la tierra de acogida, el extrañamiento…

Por supuesto que hay muchas escritoras más, pero nosotras hemos abierto una senda en este camino. Ha costado mucho tiempo y mucho esfuerzo, pero creemos que nuestro objetivo lo hemos conseguido. Tengo que destacar la labor realizada por María Jesús Piñeiro como editora, sus criterios de edición y su revisión detenida y exhaustiva de los manuscritos de todas las colaborados, definitiva y fundamental. Un trabajo realizado con una rigurosidad exhaustiva que todas nosotras le agrademos. Sin ella este volumen no hubiera quedado impecable. Por otra parte, que Guillermo Escolar creyese en este proyecto y lo haya publicado ha sido el broche de oro de este esfuerzo colectivo. De ahí nuestro agradecimiento.  

Cubierta del libro¿María Zambrano es una mujer olvidada

No, María Zambrano hoy no es una mujer olvidada. Pero ¿cuándo se recupera a Zambrano? A su vuelta del exilio es cuando se empieza a hablar de ella en España, además cuando vuelve se habla de ella como la última exiliada, hecho que ella misma niega que sea así. A María Zambrano se le dedica un espacio distinto en esta antología, de hecho, abre el volumen el estudio del profesor Juan Carlos Bayo porque el lector debe tener la visión de ella como filósofa del exilio. Su teoría sobre el exilio es un referente para los estudiosos del exilio. 

Aparte de haber quedado sumidas en la desmemoria, ¿qué tienen en común estas mujeres?

Es evidente que lo que las une es su ideología, es decir, el exilio. Se ven abocadas a abandonar lo propio, su tierra, su país por la llegada de la dictadura y, por tanto, deben enfrentarse a la pérdida de identidad y a comenzar un proceso de adaptación en la tierra de acogida. 

¿De qué manera –anímica, sobre todo, pero también cuál fue su incidencia artística– las marcó el exilió? 

En el exilio se idealiza el espacio abandonado y este es el eje que gira en torno a cualquiera que vive desterrada. El exilio las empuja a escribir para no olvidar como señala, entre otras, Victoria Kent en su exilio en París durante la guerra europea. La esperanza es el retorno a España, por lo tanto, esa idealización desencadena el fracaso del retorno. Algunas de ellas regresan, pero ante el extrañamiento en el propio país, es decir en España, retornan a la tierra de acogida donde se instalan definitivamente.

Durante el exilio, muchas de ellas siguen con su labor intelectual y artística. La obra de Maruja Mallo en su exilio es conocida en EEUU y en Latinoamérica, en España en cambio no se conocía su obra. Muchas de ellas colaboran haciendo obras de teatro, programas de radio, etc. El Colegio de España en México tuvo una labor importante porque a los intelectuales exiliados les acogieron y aprovecharon su estancia para darles cursos, conferencias, clases, etc. En Buenos Aires sucede algo parecido. Es decir, las exiliadas participan en la creación de revistas vinculadas con las diferentes culturas no solo la española, sino también la gallega, la catalana o la vasca. Muchas de las obras publicadas en el exilio no se conocían en la España franquista. En este sentido el género epistolar cobra gran importancia; a través de la correspondencia que mantienen hay datos importantes para reconstruir la historia del exilio. Otra labor que aún no está terminada...

Cuando regresaron, ¿eran más extranjeras aún? 

Precisamente, la mayoría sienten el extrañamiento que he mencionado porque al llegar se encuentran con un país diferente e, incluso, los amigos, las autoridades, la familia no las reciben como esperaban. Por citar un ejemplo, María Victoria Villaverde y Ramón de Valenzuela, su marido, al regresar de Buenos Aires se instalan en Madrid porque se sentían extraños en Galicia, pero otras vuelven de manera definitiva al lugar que les acogió.  

En ese olvido, ¿cuánta responsabilidad hay de sus propios maridos, de sus amigos, de sus compañeros de generación? 

Creo que todo responde al momento histórico que les tocó vivir en una sociedad tan patriarcal como la española, donde en el funcionamiento social a la mujer aún le quedaba mucho recorrido para poder tener presencia. Es una trayectoria lenta y difícil, aunque ya empezaban a dar los primeros pasitos, recuérdese la importancia del Lyceum Club. 

Cuando empieza el cambio social se empiezan a recuperar. Si en las antologías sobre el exilio desde 1970 hasta 2016 sólo aparecen tres escritoras (Rosa Chacel, María Teresa León y Merçè Rodoreda), creo que somos las críticos y estudiosas las que no las hemos atendido, las que no les hemos dedicado el espacio que merecían. Ha tenido que pasar un largo tiempo para que comenzara su recuperación y, así, ofrecer sus testimonios a los lectores. Afortunadamente,  ese momento empezó hace unos años, y esta antología es un granito de arena más que ayuda a rescatarlas. Esperamos que las jóvenes investigadoras sigan con esta tarea ampliando el abanico de exiliadas, ya sean escritoras, artistas etc. y aparezcan nuevas aportaciones. 

A su juicio, ¿cuál de ellas tuvo el exilio más doloroso?

Yo, la pregunta la haría de otra manera: ¿A cuál de ellas no le supuso dolor el hecho de exiliarse? Para mí la respuesta está clara, a Mercedes Pinto, porque ella pudo rehacer su vida lejos de España y tener un reconocimiento que ni en Madrid ni en Canarias hubiera sido posible, como consecuencia de ese desafortunado matrimonio.  
El dolor de las demás es muy parecido, siempre traumático, por la pérdida de identidad a la que se enfrentan en ese «no lugar», que es el exilio, como afirma María Zambrano los exiliados «no son nada, no son nadie…»

¿De qué manera equilibrar la necesaria vindicación de algunas de estas mujeres con el demasiado generoso cedazo de rescatar por el hecho de ser mujer?

El equilibrio está en el hecho que he mencionado anteriormente, las rescatamos porque sus obras existen, pero se quedaron olvidadas en un cajón cerrado esperando que alguien lo abriera y las recuperase. Afortunadamente, algunos estudios ya hablan de ellas, y esta antología es un granito de arena más. Con ella damos a conocer la belleza y lo desgarrador de sus vivencias, que escribieron para no olvidarlas y para que nosotros, los otros, las conozcamos. De esta manera, contribuimos a la recuperación de la memoria histórica.