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Educación

Educación/ Coronavirus

24 Jun 2020

Un informe de la Unesco indica que menos del 10% de los países del mundo tienen leyes para garantizar la inclusión educativa

258 millones de estudiantes se quedan fuera de la educación por la crisis del Covid-19

Servimedia / Madrid

Alrededor de 258 millones de niños y jóvenes se han quedado fuera del sistema educativo. El principal obstáculo para acceder a ese derecho fue la pobreza, según un informe publicado por la Unesco, que analiza los progresos de 209 países para conseguir los objetivos educativos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.

A raíz del 'Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020 Inclusión y educación: Todos significa todos', la Unesco reclama que el reinicio de la actividad escolar se centre en los alumnos que se han quedado atrás. “Los sistemas educativos no se adaptan a las necesidades de los estudiantes, por lo que uno de cada cuatro estudiantes de 15 años en todo el mundo declara sentirse como un extraño en la escuela”, denuncia el documento.

El estudio muestra que el Covid-19 ha agravado la exclusión educativa, que antes de la crisis ya afectaba especialmente a los pobres, las mujeres y las minorías étnicas, sociales y culturales. Asegura que la aparición de la pandemia y el consiguiente cierre de escuelas ha provocado que cerca del 40% de los países de ingresos bajos y medios-bajos no apoyen a los alumnos desfavorecidos.

El estudio analiza factores de exclusión de los alumnos en los sistemas educativos de todo el mundo a partir de variables como el género, la edad, la ubicación, la pobreza, la discapacidad, la etnia, el idioma, la religión, la condición de migrante o desplazado, la orientación sexual o la expresión de la identidad de género.

Según refleja, menos del 10% de todos los países del mundo poseen leyes que ayuden a garantizar la plena inclusión en la educación, por ello insta a todas las naciones a centrar sus esfuerzos en los alumnos que se han quedado atrás cuando las escuelas reanuden su actividad, con el objetivo de favorecer sociedades “más resilientes e igualitarias”.

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, considera que “es imperativo avanzar hacia una educación más inclusiva” que sirva “para estar a la altura de los desafíos de nuestro tiempo”, y resalta la necesidad de “repensar el futuro de la educación”, especialmente tras las desigualdades que ha puesto de manifiesto la Covid-19, y que de no actuar “se obstaculizará el progreso de las sociedades”.

DATOS NEGATIVOS

Pero los datos negativos no se detienen ahí ya que en dos países de África se continúa prohibiendo la escolarización de las niñas embarazadas, 117 naciones permiten los matrimonios infantiles y 20 todavía no han ratificado el Convenio de la Organización Internacional del Trabajo que prohíbe el trabajo infantil.

De igual modo, en varios países de Europa central y oriental, los niños gitanos son segregados en las escuelas ordinarias; las personas desplazadas en Asia, como los 'rohinyá', aprenden en sistemas educativos paralelos; y en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, “más de dos tercios de los estudiantes de origen inmigrante asisten a escuelas en las que representan por lo menos el 50% de la población estudiantil, lo que reduce sus posibilidades de éxito académico”.

El informe también demuestra que a menudo los sistemas educativos no tienen en cuenta las necesidades especiales de los alumnos. Así, únicamente 41 países reconocen oficialmente la lengua de signos y, a nivel global, las escuelas están más interesadas en obtener acceso a Internet que en atender a los alumnos con discapacidad.