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Enfermo de covid

Salud

19 Feb 2021

Un 44,9% del tiempo arrebatado corresponde a personas de 55 a 75 años

El coronavirus arrebata 16 años de vida media a los fallecidos

Redacción / Madrid

La enfermedad de la Covid-19, causada por el último coronavirus, quita 16 años de vida media a los que fallecen tras contagiarse, según un nuevo estudio, publicado en la revista 'Scientific Reports', indica que los años de vida perdidos (diferencia entre la edad de una persona al morir y su esperanza de vida) debido a la Covid-19 en países muy afectados por esa enfermedad puede ser de dos a nueve veces mayor que en los lugares con gripe estacional normal.

Héctor Pifarré, del Centro de Investigación en Salud y Economía de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), y otros investigadores calcularon los años de vida perdidos por la Covid-19 tras analizar 1.279.866 muertes en 81 países, así como datos de esperanza de vida y proyecciones para el total de muertes por coronavirus en cada nación examinada.

Los autores apuntan que se pueden haber perdido globalmente 20,5 millones de años de vida por el coronavirus en los 81 países analizados y 16 años de media por cada persona fallecida. Un 44,9% del tiempo arrebatado por la Covid-19 corresponde a personas de 55 a 75 años; un 30,2% a personas menores de 55 años, y un 25% a personas mayores de 75 años.

En los países con datos de muertes por género, los hombres tienen un 44% más años de vida perdidos que las mujeres. En comparación con otras causas comunes de muerte en términos globales, los años de vida perdidos asociados al coronavirus son de dos a nueve veces mayores que los asociados con la gripe estacional y entre un cuarto y la mitad de la vida perdida atribuible a enfermedades cardíacas.

Los autores advierten que estos resultados deben entenderse en el contexto de una pandemia en curso, pues proporcionan una instantánea de los posibles impactos de la Covid-19 hasta el pasado 6 de enero, y que las estimaciones de años de vida perdidos pueden estar sobrestimadas o subestimadas por la dificultad de registrar con precisión las muertes relacionadas con la pandemia.

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