Compartir en redes sociales

Selva amazónica

Cambio climático

11 Mar 2020

Los ecosistemas más grandes del planeta colapsarán más rápido de lo previsto, según un estudio

La selva amazónica podría convertirse en sabana dentro de 50 años

Servimedia / Madrid

Los grandes ecosistemas del planeta podrían colapsar y desaparecer a un ritmo más rápido de lo que se preveía una vez que alcancen un punto de inflexión, hasta el punto de que la Amazonia se convertiría en sabana dentro de medio siglo y los arrecifes de coral del Caribe colapsarían en 15 años. Ésta es la conclusión de un estudio realizado por investigadores de las universidades de Bangor, Londres y Southampton (Reino Unido), y publicado en la revista 'Nature Communications'.

Los científicos relatan la velocidad a la que desaparecerán diferentes ecosistemas na vez que han alcanzado un punto más allá del cual colapsan y se transforman en un ecosistema alternativo.

Para ello, estudiaron datos de transformaciones de 40 ambientes naturales en la tierra y en las aguas, que varían en tamaño desde pequeños estanques hasta el ecosistema acuático del Mar Negro. La información procede de publicaciones científicas, informes institucionales y bases de datos en línea.

Es bien sabido que los ecosistemas pueden transformarse rápidamente cuando están bajo estrés. Los lagos claros reverdecen, los arrecifes de coral se blanquean a medida que desaparecen las algas y los bosques tropicales se convierten en pastizales de sabana a medida que la deforestación provoca un cambio en la humedad.

Los autores descubrieron que los ecosistemas más grandes tardan más en colapsar debido a su mayor tamaño, pero la velocidad de transformación es más rápida que la de los lugares más pequeños. Así, la icónica selva amazónica, que existe desde hace milenios, podría cambiar a un ecosistema de tipo sabana con una mezcla de árboles y pasto dentro de 50 años, cuando se prevé que llegue al punto de no retorno.

Este hallazgo puede explicarse por el hecho de que los ecosistemas más grandes están formados por más compartimentos o subsistemas de especies y hábitats. Esa configuración modular proporciona inicialmente una resistencia contra el estrés; sin embargo, esa modularidad hace que, una vez que se pasa un cierto umbral, se acelere la velocidad a la que se descompone el ecosistemas.

ESPECIES CLAVE

Algunos científicos sostienen que muchos ecosistemas se encuentran actualmente al borde de ese punto de no retorno, con incendios y destrucción forestal tanto en el Amazonas como en Australia. "Desafortunadamente, lo que revela nuestro artículo es que la humanidad necesita prepararse para los cambios mucho antes de lo esperado", apunta Simon Willcock, de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Bangor y autor principal del trabajo.

A este respecto, Willcock añade: "Estos rápidos cambios en los ecosistemas más grandes e icónicos del mundo impactarían en los beneficios que nos brindan, incluyendo todo, desde alimentos y materiales hasta el oxígeno y el agua que necesitamos para la vida".

Los ecosistemas formados por varias especies que interactúan, en lugar de los dominados por una sola especie, pueden ser más estables y tener más tiempo para cambiar a estados de ecosistemas alternativos, puesto que proporcionan oportunidades para mitigar o gestionar los peores efectos climáticos.

Por ejemplo, los elefantes son piedras angulares porque ocasionan un impacto desproporcionadamente grande en el paisaje: tumbar árboles, pero también dispersan semillas a grandes distancias.

Los autores afirman que la pérdida de especies clave como los elefantes conduciría a un cambio rápido y dramático en el paisaje. "Éste es otro fuerte argumento para evitar la degradación de los ecosistemas de nuestro planeta, necesitamos hacer más para conservar la biodiversidad", recalca Gregory Cooper, de la Facultad de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.

"Sabíamos intuitivamente que los sistemas grandes colapsarían más lentamente que los pequeños debido al tiempo que tardan los impactos en difundirse a través de grandes distancias. Pero lo inesperado fue descubrir que los sistemas grandes colapsan mucho más rápido de lo que cabría esperar, incluso el más grande en la Tierra sólo tarda unas pocas décadas", concluye John Dearing, de la Facultad de Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Southampton.