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Enrique Múgica

3 Feb 2009

Quienes tienen trastornos de conducta son recluidos en celdas de aislamiento

El Defensor del Pueblo denuncia el trato a menores en centros de acogida

Julio García / Madrid

El Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, ha denunciado el uso de celdas de aislamiento y el suministro en exceso de fármacos en centros de menores a aquellos que presentan problemas de inadaptación social y familiar por trastornos de conducta.

El Defensor del Pueblo Abre nueva ventana, Enrique Múgica, ha denunciado el uso de celdas de aislamiento y el suministro en exceso de fármacos en centros de menores a aquellos que presentan problemas de inadaptación social y familiar por trastornos de conducta.

Así consta en el informe del Defensor sobre Centros de Protección de Menores con Trastornos de Conducta y en Situación de Dificultad Social, al que ha tenido acceso Servimedia y que ha sido elaborado a partir de la visita a 26 de estos centros en 13 comunidades autónomas.

El estudio cita entre los centros de acogimiento peor valorados por los chicos tres gestionados por la Fundación "Belén" en Madrid, Castellón y Guadalajara; uno en Cantabria, gestionado por Cruz de los Ángeles, y otro en Chavea (Pontevedra), gestionado por LAR.

El informe asegura que en la visita a algunos centros han visto celdas "con portones blindados de hierro y paredes forradas con caucho o goma de color negro, sin ventilación ni comunicación alguna al exterior, en las que los menores pueden permanecer recluidos por tiempo indeterminado".

Asimismo, Enrique Múgica denuncia que el uso de esas celdas "es defendido por algún especialista con argumentos pretendidamente clínicos o de seguridad". Según el informe, un mentor "justifica esta atrocidad" con el siguiente argumento: "Se trata de que el niño toque fondo, de anular del todo su resistencia".

El Defensor del Pueblo resalta que esas "terribles salas" no tienen que ver con actuación terapéutica alguna y no sólo atenta contra la salud psíquica de los menores, sino también contra su dignidad".

A juicio del Defensor, "esos habitáculos, en los que so pretexto de garantizar la seguridad de los menores en momentos de descontrol se priva a los niños de todo estímulo sensorial, tendrían que ser sustituidos de inmediato por otros reservados exclusivamente a un uso terapéutico y jamás punitivo".

Múgica también constata con preocupación "la tendencia, en algunos casos, a medicar profusamente los trastornos psicosociales de los menores, con el grave riesgo que puede conllevar para su salud la ingesta continuada y en altas dosis de medicaciones psiquiátricas".

"Ciertamente", afirma, "la infelicidad de los niños parece estar creciendo; pero tratarla con cantidades excesivas de antidepresivos no parece ser la mejor alternativa para devolverles la alegría".

Por ello, el Defensor del Pueblo entiende que "la prescripción y administración de fármacos debe ser realizada con suma cautela, bajo estricta supervisión médica y monitorizada siempre por profesionales con experiencia, y las tomas han de ser muy medidas en las dosis y breves en el tiempo".

Por otro lado, el informe aboga por que estos centros no sólo ofrezcan a estos menores un acogimiento residencial que responda a las necesidades de salud, educativas y sociales, sino que ha de proporcionar un contexto participativo.

Además, Múgica llama la atención sobre el ingreso en estos centros de menores que han cometido algún delito. "No resulta admisible que niños con perfiles totalmente distintos estén siendo tratados en los mismos dispositivos de protección y sometidos a idénticos proyectos de intervención educativa/terapéutica", señala.

Por ello, el Defensor insta a las administraciones públicas a "la creación de nuevos recursos, intermedios y de acogida, diversificados y planificados en función de las verdaderas necesidades de atención que requieren los menores en situaciones de dificultad social y con problemas de conducta".