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Boris Groys

Entrevista

22 Mayo 2023

Boris Groys, filósofo

«Los desafíos a los que se enfrentan los artistas no han cambiado mucho desde finales del siglo XIX»

Esther Peñas / Madrid

En Devenir obra de arte (Caja Negra), el filósofo y matemático Boris Groys (Berlín Este, 1947) completa el recorrido iniciado en Volverse público, analizando la identidad digital (y cómo el sujeto depone su yo para adquirir una singularidad pública) así como el papel que cumple la obra de arte en nuestro momento histórico (la relación ética-estética, la suplantación de la obra por el artista, etc.) 

Las identidades actuales sacrifican su singularidad para asumir una imagen pública que es pura repetición, por lo tanto muerte. ¿Nos hemos convertido en mera mercancía?

Hay muchas identidades que nadie querría comprar. Si observa la economía actual, verá que es muy fácil permanecer desempleado y descuidado, una mercancía de poco valor.

En este anhelo de diferencia, en esta trampa de la diversidad, ¿cómo es posible que no nos demos cuenta de que la supuesta diferencia no es más que una clonación ad infinitum, que nos convierte en individuos huecos e intercambiables?

Hay una diferencia que no nos hace intercambiables: es la diferencia entre estar vivo y muerto. Como bien dijo Heidegger, no hay nadie que pueda sustituirme en mi muerte.

El sujeto contemporáneo vive bajo la obligación constante de la autorrepresentación. ¿Cómo deshacerse de este requisito?

Deshacerse de él es imposible. Pero uno puede representarse a sí mismo como alguien que no quiere ser representado.

Que el narcisismo de hoy socava el deseo sexual, «el deseo de la carne», como lo llama, ¿es síntoma de la decadencia de una sociedad?

Solo en un sentido, en el de que la población comienza a disminuir.

Hay una dosis narcisista indispensable para la salud mental del sujeto. ¿Cómo sabemos si el ego ha crecido tanto que nos asfixia?

No podemos saber eso porque somos nuestro ego.

¿Este proceso de solipsismo, de narcisismo, convierte al arte contemporáneo en un terreno vacío?

El solipsismo es lo opuesto al narcisismo. El solipsista cree que la palabra entera es su mundo. En consecuencia, el solipsista no se concibe a sí mismo como un cuerpo entre otros cuerpos, una forma entre otras formas, etc. En este sentido, un solipsista no puede ser un artista. Pero todo artista es narcisista porque los artistas tienen que cultivar la forma en que emergen en el mundo de los demás.

¿Es posible construir un aura que no esté atravesada por mandatos externos (publicidad, modas, directrices extranjeras...)?

Uno no puede controlar completamente su propia aura. Uno no puede controlar completamente la forma en que uno emerge en la mirada de los demás. Y la mirada de los demás está informada por los factores que mencionaste, y muchos otros factores.

Cubiert del libro Devenir obra de arte¿Qué predisposición anímica se requiere para hacer de nuestra vida un ready-made, como proponen Duchamp, Jünger?

Nos convertimos en ready-mades después de nuestra muerte. Se puede hablar aquí más bien del estado de ánimo de quienes miran nuestras tumbas.

¿Se ha estetizado la política? Si esto es así, ¿pone en juego las democracias?

Yo no diría eso. La forma en que un político se presenta ante el público habla mucho de él. Así que el público tiene derecho a tomar eso en consideración.

¿Es el artista hoy, la obra de arte?

Sí, el artista es visto así por el público. Así que el artista no debe olvidarlo. Él o ella no pueden esconderse detrás de sus obras de arte. Hoy, todos estamos expuestos, y los artistas más que nadie.

¿Hasta qué punto el arte está viviendo en la posmodernidad?

Hasta qué punto estamos viviendo en la posmodernidad es una pregunta abierta. Tengo la impresión de que los desafíos a los que se enfrentan los artistas no han cambiado mucho desde, digamos, finales del siglo XIX: el mercado, los medios de comunicación, el culto a las celebridades, etc.

¿Es digital la única identidad posible?

Por supuesto que no. Usamos internet menos de lo que imaginamos. Y nuestra vida depende más de la impresión que damos a las personas reales, «fuera de línea».

Entre una mala conexión mediúmnica y una mala conexión a internet, ¿qué prefiere Groys?

Oh, una mala conexión a internet es terrible, especialmente si uno envía las respuestas a una entrevista por internet.