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David Dorenbaum

Entrevista

28 Ene 2022

David Dorenbaum, psicoanalista

«Vivir sin sufrimiento es imposible»

Esther Peñas / Madrid

Divaneo (Península). Con este neologismo (dícese del resultado del juego de palabras entre diván y devaneo), el psicoanalista David Dorenbaum(Ciudad de México, 1956) reúne las reflexiones que ido publicando en El País Semanal, y en las que se puede encontrar desde la importancia de humor, los lapsus, el acomodo con la edad (cronológica y percibida), el peso de las contradicciones o la aventura de la incertidumbres. Todo ello con la frescura y el fascinanción de quien mira y escucha (después, escribe).

¿Quiénes son los que más necesitan de una terapia?

La mayoría de las personas que me contactan para iniciar un tratamiento psicoanalítico no lo hacen porque buscan conocerse mejor a sí mismos. No, me llaman porque padecen de un malestar profundo que los aqueja, una inhibición, un estado de ansiedad intensa irreducible, o un síntoma (una fobia, obsesión, depresión, tristeza depresiva, o una culpabilidad que invade todo). En otras ocasiones, es un problema de pareja, de familia, de dificultades en el trabajo, o con los amigos, lo que les impide afrontar las demandas de la vida cotidiana.

¿Por qué el psicoanálisis trabaja a tan largo plazo –requiere periodos de muchos años?

Muchas personas piensan que el psicoanálisis es una mera aventura intelectual, y si bien hay algo de cierto en esto—como, por ejemplo, el hecho de que figura como materia predilecta en programas universitarios en los principales departamentos de las humanidades—, el psicoanálisis es, antes que nada, un procedimiento terapéutico para contribuir al bienestar de los pacientes que lo buscan, disminuir su sufrimiento, fomentar la capacidad de amarse tal cual uno es, ser más tolerante con uno mismo. Vivir sin sufrimiento es imposible. Más allá de poder ofrecer garantías sobre el logro de la realización total de las aspiraciones, se centra en la capacidad de aceptar la falta, la ausencia, el componente insatisfecho que es una parte central de la experiencia de todo ser humano. La capacidad de introspección, de ambos participantes, es un recurso esencial del que se vale el psicoanalista.
El mito de que el psicoanálisis es prolongado y costoso y que es tormentoso, no tiene nada que ver con la manera en la que yo, y muchos otros colegas, lo entendemos y lo practicamos.

«Diván» también significa poemario (proveniente del árabe). ¿Qué tiene de poético el psicoanálisis?

Efectivamente, el acto de dar expresión a nuestro mundo interior, a nuestro inconsciente, nos acerca a la poética de la ensoñación, al mundo de las fantasías, de los mitos ancestrales, de la creatividad artística. En 1930, Freud, siendo reconocido como un escritor talentoso, recibió el codiciado Premio Goethe de literatura. ¿Por qué literatura? Tomemos el caso de Dora, que ha sido comparado con las novelas de Marcel Proust, o con el teatro de Ibsen. En sus escritos, Freud presenta múltiples perspectivas analíticas en lugar de moverse en secuencia cronológica, avanza y retrocede, mediante el uso de digresiones teóricas, analepsis (flashback) dramáticas o advertencias al lector, como ocurre en una novela contemporánea. 

A propósito de la relación con los objetos. ¿Hasta qué punto habría que rescatar ese hallazgo surrealista de reencantamiento de lo cotidiano?

Esta pregunta me parece muy interesante, sobre todo la mención de la experiencia surrealista que capturamos en lo cotidiano. Hay una relación muy profunda entre surrealismo y psicoanálisis, en mi libro lo resalto en un texto sobre el cine y nuestro inconsciente… en 1929, Dalí, en la célebre película Un perro andaluz, de la que escribe el guion junto a Buñuel, había incorporado uno de sus sueños. La palabra en alemán que lo describe, y de la que Freud se valió en su ensayo sobre el tema de la experiencia de inquietante extrañeza, es «das unheimliche», que describe lo familiar en lo desconocido y lo desconocido en algo familiar. «No es en realidad nada nuevo o extraño, dice Freud, sino algo que es familiar y antiguo en la mente y que se ha alienado de ella solo a través del proceso de represión». 

¿Qué convierte a una «cosa» en «objeto»?

Para el inconsciente no hay diferencia entre un objeto material y uno inmaterial, ambos son igualmente evocadores, y capaces de someter al yo a una experiencia interior compleja, Ocurre como en la literatura, o la filosofía, que se habla del objeto del deseo, o el objeto de la discordia, por ejemplo. La cosa, por otra parte, es un concepto del que muchos filósofos se han ocupado y que el psicoanálisis retoma para dar expresión al goce imposible—que incesantemente tratamos de alcanzar a partir de los objetos con los que constantemente nos topamos en la realidad. La cosa, en sí, es imposible de ser conocida, es la cosa primordial del deseo.

El amor bien entendido, el amor sano, ¿siempre permite respirar mejor?

Parece que se requiere la presencia de un ser amado para hacer sentir la ausencia de algo. Esta intensidad paralela de añoranza por la presencia de nuestro amante y angustia en su ausencia es algo con lo que toda persona enamorada está íntimamente familiarizada.

Por mucho que hayas soñado con conocer a la persona de tus sueños, solo cuando la encuentres comenzarás a extrañarla—una especie de anhelo puede haber precedido su llegada, pero sólo en presencia del ser amado llegamos a sentir toda la fuerza de nuestra frustración en su ausencia. Una relación íntima es un proceso delicado, violento, a menudo aterrador. Pero entre las dualidades que dan al amor su electricidad y su exasperación, el juego de la emoción y el terror, el deseo y la decepción, el anhelo y la pérdida anticipada, también está el hecho de que nuestro camino hacia esta verdad que se refina mutuamente debe ser atravesado por una ficción necesaria: nos enamoramos, no solo de una persona totalmente externa a nosotros, sino de una fantasía en la que imaginamos cómo esa persona puede llenar lo que falta en nuestra vida interior.

¿Qué nos dicen los sueños de nosotros mismos?

Mientras dormimos, nuestra imaginación transforma lo real, y de esa manera nos da un contexto para la experiencia diurna. En mi nota sobre los sueños, señalo que son el paisaje de nuestro mundo interior. La mente, en su despliegue nocturno de imágenes e historias, crea un incesante juego del escondite con los sentimientos, con la memoria y con nuestros intereses y preocupaciones del día. A pesar de ser intrínsecamente ambiguos y de estar abiertos a múltiples interpretaciones, los sueños poseen una gramática que nos ofrece una panorámica de la arquitectura de la mente y de las capas entretejidas de elementos psicológicos que la forman. No obstante, la tecnología ha transformado el significado de los sueños. El uso prolongado del ordenador, el teléfono móvil o las videoconsolas ha convertido la noche en una suerte de día virtual.

Si vivimos en una sociedad en la que ya se está colonizando hasta nuestra mente, ¿cómo detectar qué deseos son genuinamente nuestros y cuáles son dictámenes externos?

Me gusta la pregunta porque su simpleza atraviesa muchos niveles de complejidad. De cierta manera la trato en mi texto sobre nuestra adherencia a los mitos, tanto como individuos, como en nuestras creencias sociales básicas, que, como las del hombre primitivo, se fundan en los mitos. Los mitos, y los rituales con los que se asocian, nos orientan y alivian la ansiedad, precisamente a través de la narración de historias; contienen una sabiduría inconsciente que no puede ser reemplazada por los principios que gobierna la razón, y por ello son indiferentes a la contradicción. La supervivencia del mito en nuestros tiempos demuestra que, a pesar de la superioridad de los poderes explicativos de la ciencia —y a veces a causa de ellos— en tiempos de adversidad, para alinear el yo con nuestro mundo, recurrimos al universo mítico.

Resuélvame una duda (y aprovecho para preguntarle por la necesidad y utilidad del sentido del humor): no sé si es más arduo y complejo leer a Lacan o a quienes tratan de explicar a Lacan…

Lacan tiene el mérito de haber transformado revolucionariamente al psicoanálisis. No cabe duda de que tiene la fama de ser difícil de entender. En el libro doy ejemplos de mi manera de entender a Lacan y a otros psicoanalistas. Converso con Lacan ante situaciones que mejor revelan la lógica implícita de su pensamiento—que me guía en la práctica con mis pacientes. En consecuencia, en estas páginas intento recrearlo, me pongo en su compañía, y en la compañía de varios otros psicoanalistas, que enriquecen mi manera de comprender las complejidades de los mundos en los que nos movemos. Animo a los lectores a que no se dejen enturbiar por la complejidad (también hay mucha simpleza), y que traten de encontrar en los escritos de Lacan una voz que les hable. Lean su obra, aquí y allá, en pasajes aislados, no de tapa a tapa de sus libros, vayan pasando las páginas hacia atrás y hacia adelante, tangencialmente, como si fuera un crucigrama. Encontrarán mucha profundidad y despertará su curiosidad.

Mencionas la cercanía entre el sentido del humor y el psicoanálisis. Freud lo trata en uno de sus ensayos más accesibles, El chiste y su relación con lo inconsciente (1905). El sentido del chiste aparece en su línea final —un chiste con desenlace prematuro no tendría sentido. Así opera el inconsciente, siempre llega tarde, es lo que en francés le llaman el «après-coup», el contragolpe, llega en el desenlace y se nos escapa, como los sueños que tratamos de evocar, no espera al aplauso, solía decir Lacan.