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17 Feb 2009

Gran Bretaña, preocupada por sus jóvenes, emprende una campaña

Fumar marihuana daña la salud mental

Servimedia / Madrid

Una campaña publicitaria que acaba de empezar a difundir la televisión británica advierte a adolescentes del riesgo para la salud mental de fumar marihuana, según informa el diario "The Guardian". La iniciativa pretende reducir el elevado número de adolescentes que tienen que recibir tratamiento por el uso de esta droga.

Una campaña publicitaria que acaba de empezar a difundir la televisión británica advierte a adolescentes del riesgo para la salud mental de fumar marihuana, según informa el diario "The Guardian".

La iniciativa ha sido promovida por Frank, el servicio de información sobre estupefacientes de los ministerios de Interior y de Infancia, Familia y Escuelas de aquel país, y tiene por objetivo reducir el elevado número de adolescentes que tienen que recibir tratamiento por el uso de esta droga.

Aunque ya se han difundido numerosas campañas para disuadir del consumo de cannabis en el Reino Unido, esta es la primera que está dirigida específicamente a público de 11 a 14 años, a los que anima a llamar a la línea de asistencia telefónica de Frank, para obtener más información sobre las consecuencias de su uso.

Varios estudios han vinculado el consumo de marihuana con problemas de salud mental como la esquizofrenia, y cuanto más jóvenes son los consumidores, o si ya tienen problemas psiquiátricos, mayor es el riesgo de experimentar estos trastornos, según dichas investigaciones, aunque de momento se desconoce si los efectos de la droga son temporales o permanentes.

En 2005 los resultados de un estudio danés apuntaban que la mitad de los pacientes tratados por trastornos mentales relacionados con el consumo de este estupefaciente desarrollaron posteriormente esquizofrenia.

Otra investigación publicada en 2008 en la revista médica "The Lancet" concluía que fumar cannabis incrementaba el riesgo de esquizofrenia un 40%.

Reino Unido acaba de reclasificar el cannabis que ha dejado de ser considerado una droga blanda de clase C, para incluirse entre las de la categoría B, lo que endurece las penas por posesión, que pasan de 2 a 5 años de cárcel.