Compartir en redes sociales

Ártico

Biosfera

1 Oct 2018

Según una investigación que apunta que el hielo marino ártico abarcaba una superficie más del doble que ahora

Un oasis de agua aislada en el Ártico mantuvo la vida marina en la última Edad de Hielo

Servimedia / Madrid

Un oasis en el hostil océano Ártico mantuvo la vida marina y la circulación oceánica durante la última glaciación o Edad de Hielo hace unos 20.000 años gracias a una polinia (es decir, un espacio abierto de agua rodeado de hielo marino) entre los continentes congelados y el océano, que proporcionó alimentos microscópicos a peces y mamíferos.

Así lo aseguran 10 investigadores del Servicio Geológico de Noruega y las universidades del Ártico de Noruega, de Plymouth (Reino Unido) y de Gdansk (Polonia) en un estudio publicado en la revista ‘Nature Communications’, donde indican que el hielo marino ártico abarcaba una superficie más del doble que ahora.

Durante el Último Máximo Glacial se formó polinia en las capas heladas del noroeste de Eurasia gracias a los vientos catabáticos que soplan hacia el mar desde las plataformas árticas y a la aparición de agua cálida del subsuelo del Atlántico. Ese ‘agujero’ en el mar mantuvo la acumulación capas de hielo, la ventilación del océano y la productividad marina en una zona ártica que de otro modo sería glacial.

Los investigadores creen que sus hallazgos son de importancia internacional, ya que muestran la vulnerabilidad de los ecosistemas marinos en los océanos del norte a los periodos de cambio climático rápido, pero también su adaptabilidad a diversos estados climáticos extremos.

"Estábamos buscando evidencia de vida biológica en los sedimentos en el fondo del océano. Al hacerlo, encontramos que entre los océanos cubiertos de hielo marino y las capas de hielo en la tierra debe haber habido un pequeño un corredor libre de hielo que se extendía a lo largo de cientos de kilómetros hacia el Ártico. Dichas regiones libres de hielo a menudo se llaman ‘polinias’, una expresión rusa para un área de aguas abiertas que está rodeada de hielo marino y/o capas de hielo", explica Jochen Knies, investigador del Servicio Geológico de Noruega y la Universidad del Ártico.

Los científicos iniciaron su investigación recuperando un núcleo de sedimentos del fondo oceánico en el suroeste del mar de Barents, una región al norte de Noruega de gran importancia para la industria pesquera actual.

ALGAS FÓSILES

De regreso a sus respectivos laboratorios, los científicos noruegos comenzaron a fechar el núcleo y analizar restos fosilizados de organismos biológicos preservados en su interior, mientras que el grupo de Plymouth realizó un análisis de las ‘huellas dactilares’ químicas de las algas que vivían en la región en el pasado.

Los resultados revelaron que la polinia se mantuvo durante al menos 5.000 años, cuando el entorno estaba cubierto en gran medida por hielo, y que la circulación oceánica mundial era mínima.

Durante un periodo posterior de cambio abrupto del clima hace unos 17.500 años, todo el océano septentrional quedó cubierto por un grueso hielo marino y la polinia desapareció, lo que provocó una disminución dramática en la vida marina, que tardó hasta 2.000 años en recuperarse.

Hoy en día, las polinias son comunes en la Antártida y en Groenlandia, y se forman a través de una combinación de vientos marinos que soplan desde las capas de hielo cercanas y aguas cálidas que se elevan desde las profundidades oceánicas.

En áreas de frío extremo y poco acceso a los alimentos, las polinias proporcionan un oasis para que los mamíferos marinos puedan sobrevivir y también son fundamentales para la circulación oceánica mundial.

"Las polinias en las regiones polares son comunes hoy en día, pero hasta ahora ha sido realmente difícil confirmar su existencia en el pasado. Sin embargo, al encontrar fósiles químicos de algas en el océano abierto y en el hielo marino, hemos demostrado que las polinias deben haber existido durante la última Edad de Hielo, proporcionándonos una idea de cómo la vida marina sobrevivió durante un período de condiciones climáticas extremas ", concluye Simont Belt, profesor de la Universidad de Plymouth.

Etiquetas