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Gabrielle Suchon

Entrevista

13 Abr 2020

María Luisa Guerrero, traductora

“La implantación de una educación en igualdad erradicaría la desigualdad endémica de las mujeres”

Esther Peñas / Madrid

Gabrielle Suchon (1632-1703) reivindicó la igualdad de la mujer cuando el mero intento era objeto de sorna masculina. Su capacidad intelectual, su defensa acérrima de ‘celibato voluntario’, su perspectiva religiosa, lo que le confiere a sus escritos un enfoque trascendente hacen de esta protofeminista una filósofa estimulante y vigente a día de hoy en muchos de sus postulados. La editorial Guillermo Escolar acaba de publicarla por primera vez al castellano, y de entre sus obras ha escogido Tratado sobre la debilidad, la ligereza y la inconstancia que sin fundamento se atribuye a las mujeres, traducido por María Luis Guerrero, con quien conversamos.

A su juicio, ¿cuáles son los rasgos que distinguen a Suchon de otras feministas con más éxito de ser recordadas?

Enmarcándola en su contexto histórico, la sociedad del Antiguo Régimen en Francia, su singularidad reside en su visión filosófica, especulativa, de la cuestión femenina. Su Breve Tratado es algo más que un texto polémico, que engrosaría la larga nómina de los escritos de la Querella de las mujeres. En su obra, Gabrielle Suchon primero reflexiona teóricamente sobre la virtud o el defecto femenino en cuestión, lo analiza metódicamente a la manera cartesiana y, sólo al final de esta reflexión, concluye polémicamente refutando los juicios misóginos y haciendo valer las virtudes de las mujeres con ejemplos amplios y variados. Por eso su figura es más que la de una polemista, como por ejemplo lo fue Marie de Gournay.

Los polemistas a secas lo son de modo inmediato, sin detenerse a reflexionar sobre el vicio o la virtud que les ocupa. Nuestra autora, sin embargo, sólo tras una operación intelectual sobre el tema baja al ruedo de la polémica donde enfrenta sus argumentos a los misóginos. En este sentido, precede a las feministas del siglo XX, con Simone de Beauvoir como primera gran figura popular. No es de extrañar, por esto, que se la considere “la primera filósofa francesa” y que por ello, a mi juicio, su papel deba estudiarse más allá de su contribución a la Querella de las mujeres. En este sentido, es la autora de un amplio Tratado de la Moral y de la Política del que el Breve tratado… es una parte. Su ambición fue realmente filosófica y, gracias a este proyecto, este opúsculo se eleva a un nivel especulativo por encima de otros escritos de la polémica querellista. 

También singulariza su visión su perspectiva de creyente y de mujer versada en lecturas teológicas. Su feminismo adquiere así un enfoque trascendente. Ella quiere que el primer párrafo de su Breve Tratado se centre en la creación divina del hombre y de la mujer en igualdad, episodio del Génesis al que alude más veces en su texto y que, de este modo, se convierte en un leitmotiv del mismo. Pero en la filósofa, todo lo tradicional toma un nuevo sesgo y, concretamente, este argumento ya de viejo cuño en la Querella de las mujeres se convierte en la pluma de Suchon en un ataque novedoso a los misóginos quienes, denigrando a la mujer, se oponen a los planes de la Providencia que, desde el primer momento, concibió en igualdad a los dos géneros. Por eso estos misóginos se igualan a los paganos y son condenables.

Por último, el feminismo trascendente de Suchon se combina en armonía con una aguda lucidez sobre la situación sociocultural y familiar de sus contemporáneas de todos los estratos sociales. En sus ejemplos textuales, la filósofa se revela como una observadora perspicaz de la desigualdad femenina en su época: su denuncia se carga de razón por estar fundamentada en el testimonio personal y sororal. Por ello su perspectiva trascendente no se limita a discursos especulativos teológicos sin más, sino que éstos se sustancian de realismo por la experiencia inmanente de la autora. 

Suchon atribuye a las instituciones la desigualdad endémica que arrastran las mujeres. ¿De qué modo podría revertirse esta situación?

Sin duda en la implantación de una educación en igualdad como instrumento para realizar desde la infancia la revolución interna en hombres y mujeres que culmine en la transformación de las relaciones sociales a todos los niveles. También en la posibilidad de la elección personal del estado civil, lo que trastocaría de raíz el destino fijado para la mujer en la sociedad de su época.

¿Cuánto del discurso de Suchon sigue vigente a día de hoy?

Pienso que esa necesidad de educación en la igualdad, sin prejuicios de selección de tareas, divertimentos, funciones… etc., en función del sexo de la persona. También en su defensa de la soledad social, lo que ella llamó “el celibato voluntario” que no sólo atañería a las instituciones religiosas sino a usos y costumbres sociales, donde la vida en pareja es el destino socialmente lógico de los individuos. 

Parece ser (es un tanto brumosa la biografía de Suchon) que pasó algún tiempo en un convento. ¿De qué modo, para bien y para mal, pudo influir este hecho en su concepción del mundo? 

En la idea de la defensa de la libertad para elegir cómo vivir -en su caso al margen del convento y del matrimonio-y dónde; Suchon en este sentido reivindica que la mujer pueda contar con espacio físico propio; en su caso, tras dejar el convento, vivió recluida en su casa de Dijon bajo la vigilancia de su madre. Por tanto, su deseo fue incompleto, sólo experimentó una libertad plena en el aspecto intelectual y espiritual redactando su obra.

¿Qué cree que podría responder Suchon a la tesis de Camille Paglia según la cual no hay un Miguel Ángel mujer, del mismo modo que no hay un Jack, el Destripador, mujer, es decir, que responde no a un sometimiento al hombre cuanto a una falta de aptitudes?  

Suchón la contestaría sin duda. Su reflexión y, sobre todo, los ejemplos históricos y antropológicos que aporta, refutarían ese argumento de la falta de aptitudes. Los capítulos sobre la Fortaleza y la Debilidad son muy claros al respecto.

¿Por qué escogió el pseudónimo Aristófila? 

Sin entrar por mi parte en la apasionante cuestión de los pseudónimos y de la autoría femenina en el Antiguo Régimen, ella declara en el Prefacio general al Tratado de la Moral y de la Política que con este pseudónimo quiso mostrar “su amor ardiente y apasionado por el estudio y los rectos saberes”, un ejemplo más de su vocación existencial. 

Suchon habla constantemente de la libertad, del modo en que, pese a que la mujer ha sido privada de ella, la ejerce. ¿Podría ahondar un tanto en esta cuestión? 

Fundamentalmente insiste en la opción de la libertad interior que puede emplearse, como fue su caso, en un trabajo intelectual o en una labor social, como la que hacían las comunidades de mujeres seglares de su tiempo. Me interesa resaltar su defensa de la libertad de viajar para las mujeres, paradójicamente desde su propia situación de confinamiento doméstico. Su argumento es que poder salir del espacio habitual-hogar humilde, el palacio o el convento-, es una posibilidad de existencia libre y beneficiosa para la mujer. 

Gabrielle defendía tanto la opción de la mujer que vive sola en el mundo persiguiendo la vida intelectual como la vida comunitaria (semejante a la beguina) pero ¿cuál era su opinión acerca del matrimonio? 

Tal y como se concebía éste en la época como una transacción socio-económica o un refugio al desvalimiento de la mujer, ve a las casadas como unas mujeres “obligadas a profesar amor, respeto y sumisión a maridos que a menudo las tratan con desprecio y la mayor desconfianza”. De ahí su defensa acérrima, entre otras razones, del celibato voluntario. 

¿Qué ha sido lo mejor y lo más complejo de traducir a Suchon? 

Lo mejor, la impresión de haber dado a conocer, al tratarse de una traducción inédita, una voz necesaria para completar el panorama del protofeminismo europeo. Lo más complejo, acercar al lector español al ambiente discursivo de la época y al estilo de la autora, seleccionando opciones de traducción semánticas y sintácticas que facilitaran al lector este objetivo.