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Trastorno alimenticio

Salud

20 Feb 2019

Así lo asegura un grupo de investigadoras españolas

Trastornos en la conducta alimentaria y adicción a las drogas, ¿un binomio imantado?

Servimedia / Madrid

Investigadoras de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia han pedido la inclusión de un control o cribado de Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) en la población adicta a drogas, al considerar que ambos trastornos “pueden alterar el curso de la enfermedad y el desarrollo del tratamiento”.

Así se desprende del estudio sobre ‘Alteraciones de la conducta alimentaria en pacientes con trastorno por abuso de sustancias’ realizado por las investigadoras María Jesús Flores Fresco, María del Carmen Blanco Gandía y Marta Rodríguez-Arias y según el cual, además, la intervención y la prevención deberían enfocarse ya desde la adolescencia, edad "crítica" para la aparición de estos trastornos.

En su trabajo, publicado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, las autoras estudiaron la prevalencia de los trastornos alimentarios en pacientes que demandan tratamiento por un trastorno de uso de sustancias, principalmente alcohol, cocaína y cannabis, así como el papel "modulador" de la impulsividad y la adicción a la restricción alimentaria y comprobaron que los pacientes con trastornos por uso de sustancias presentan una prevalencia mayor a trastornos de conducta alimentaria, especialmente en el caso de las mujeres.

Utilizando la escala de impulsividad de Barratt, el Inventario de Trastornos Alimenticios (EDI) y el Cuestionario Valencia de Adicción a la Restricción (CVAR), lograron demostrar que los ratones que llevan una dieta alta en grasa de forma intermitente, siguiendo el modelo de atracón, presentan un consumo “mucho más elevado” de cocaína e ingieren más alcohol que aquellos que son alimentados con una dieta equilibrada. “Estos atracones de comida grasa recuerdan a la típicas conductas de compulsión que son una característica fundamental del proceso adictivo”, agregaron.

Los alimentos con alto contenido energético y muy calóricas, al igual que las drogas de abuso como la cocaína, el alcohol o la nicotina, “provocan una liberación de dopamina en el sistema cerebral de recompensa”, lo que, a juicio de las expertas, “explica la sensación de placer que experimentamos al consumirlas”.

En su investigación participaron 79 personas 42 pacientes procedentes de la Unidad de Conductas Adictivas de la Comunidad Valenciana y 37 personas sin criterios diagnósticos por adicción a sustancias.

Los participantes que presentaban trastornos por uso de sustancias obtuvieron mayores puntuaciones en todas las escalas que “apuntaban” a la presencia de un TCA, “siendo especialmente elevadas las puntuaciones observadas en las mujeres adictas”, según las investigadoras.

La mayor parte de los pacientes presentaban, en concreto, adicción al alcohol (43%) y a la cocaína (14%) o eran “policonsumidores” (31%) y, junto a ello, se observaron elevadas puntuaciones en la escala referidas a la impulsividad. Entre los TCA se observaron alteraciones en el apetito y la saciedad, comportamientos obsesivos, compulsivos y conductas de autodestrucción.

El estudio alerta sobre el “riesgo” que presenta la población adolescente en la que, “con frecuencia, se producen conductas de ingesta excesiva de comida rápida junto a grandes cantidades de alcohol”.

Para las científicas, existe un “gran número” de factores que explican esta comorbilidad, entre las que citaron la pérdida de control, la sensibilidad a la recompensa, ya sea mediante la droga o la comida, la baja autoestima o la automedicación, y subrayaron que estos pacientes utilizaron la droga o la comida para “aliviar un estado emocional negativo”

“Durante un periodo en el que el cerebro es especialmente plástico, la ingesta de comida altamente reforzante puede modificar el sistema cerebral de recompensa de estos jóvenes y cambiar la forma en la que responden a las drogas, incrementándose su vulnerabilidad a la adicción”, puntualizaron.