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Equipo investigador

Investigación

17 Oct 2019

Un equipo liderado por María Blasco

Demuestran en ratones que es posible prolongar la vida sin modificaciones genéticas

Servimedia / Madrid

Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), liderados por María Blasco, han logrado demostrar en ratones que es posible prolongar la vida sin ninguna modificación genética. El trabajo halla por primera vez una relación clara entre longitud de los telómeros (extremos de los cromosomas) y metabolismo, un dato relevante porque la ruta genética del metabolismo de la insulina y la glucosa es crucial en el envejecimiento.

“Este resultado apoya la idea de que, a la hora de determinar la longevidad, los genes no son lo más importante”, señaló María Blasco, jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO y autora intelectual del trabajo. “Hay margen para alargar la vida sin alterar el material genético”, agregó.

Los telómeros conforman el extremo de los cromosomas, en el núcleo de cada célula del cuerpo. Su función es proteger la integridad de la información genética contenida en el ADN. Cada vez que las células se dividen los telómeros se acortan un poco, así que una de las principales características del envejecimiento es la acumulación de telómeros cortos en las células. “El acortamiento de los telómeros se considera uno de los indicadores de envejecimiento, dado que bastan los telómeros cortos para provocar el envejecimiento del organismo y reducir la duración de la vida”.

El Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO ya ha demostrado en diversos trabajos que evitando el acortamiento de los telómeros mediante la activación de la enzima alargadora de los telómeros, la telomerasa, se prolonga la longevidad sin efectos secundarios.

Los ratones con telómeros hiperlargos tienen menos cáncer y son más longevos”, describen los autores. “Un hecho importante es que son más delgados de lo normal porque acumulan menos grasa. También muestran un menor envejecimiento metabólico, con niveles más bajos de colesterol y LDL (grasa mala), y una mejor tolerancia a la insulina y la glucosa. El daño en su ADN a medida que envejecen es menor y tienen una mejor función de sus mitocondrias, otro de los talones de Aquiles del envejecimiento”.

En conclusión, “estos resultados sin precedentes demuestran que los telómeros más largos de lo normal en una especie dada no son perniciosos, sino más bien lo contrario: tienen efectos beneficiosos, como una mayor longevidad, retraso en la edad metabólica y menos cáncer”, subrayaron los autores.