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Política social

13 Nov 2019

Según Foessa, en España hay 8,5 millones de personas en exclusión social

El Papa pide “cambio de mentalidad” y optar por los pobres en la actual cultura “consumista y de descarte”

Servimedia / Madrid

El Papa Francisco pide “a todas las comunidades cristianas y a cuantos sienten la necesidad de llevar esperanza y consuelo a los pobres” ser testigos “de la esperanza cristiana en el contexto de una cultura consumista y de descarte, orientada a acrecentar el bienestar superficial y efímero” y que “se comprometan a colaborar activamente para que nadie se sienta privado de cercanía y solidaridad” con los “expulsados” de la sociedad.

“Necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, nuestra presencia para superar la soledad. Sencillamente, ellos necesitan amor”, asegura Francisco en un mensaje que ha elaborado con motivo de la III Jornada Mundial de los Pobres, una iniciativa que la Iglesia católica conmemora este domingo 17 de noviembre y que en España cuenta con el apoyo de la Conferencia Episcopal y Cáritas.

Según datos de la Fundación Foessa, el número de personas en exclusión social en España es de 8,5 millones, el 18,4% de la población, lo que supone 1,2 millones más que en 2007, situación que afecta principalmente a las familias con menores, jóvenes y mujeres. Son el rostro de la denominada “sociedad estancada”, un nutrido grupo de personas para quienes el ascensor de la movilidad social no funciona.

“Los pobres no son números a los que se pueda recurrir para alardear con obras y proyectos. Los pobres son personas a las que hay que ir a encontrar: son jóvenes y ancianos solos a los que se puede invitar a entrar en casa para compartir una comida; hombres, mujeres y niños que esperan una palabra amistosa. Los pobres nos salvan porque nos permiten encontrar el rostro de Jesucristo”, subraya el papa Bergoglio.

ROSTROS DE LA POBREZA

En su mensaje, Francisco se refiere a todos aquellos que hoy en día encarnan los rostros de la pobreza, como son las “familias que se ven obligadas a abandonar su tierra para buscar formas de subsistencia en otros lugares; huérfanos que han perdido a sus padres o que han sido separados violentamente de ellos a causa de una brutal explotación; jóvenes en busca de una realización profesional a los que se les impide el acceso al trabajo a causa de políticas económicas miopes; víctimas de tantas formas de violencia, desde la prostitución hasta las drogas, y humilladas en lo más profundo de su ser”.

Junto a todos ellos, señala también “los millones de inmigrantes víctimas de tantos intereses ocultos, tan a menudo instrumentalizados con fines políticos, a los que se les niega la solidaridad y la igualdad”, así como “las numerosas personas marginadas y sin hogar que deambulan por las calles de nuestras ciudades”.

”Considerados generalmente como parásitos de la sociedad, a los pobres no se les perdona ni siquiera su pobreza; son vistos como una amenaza o gente incapaz, sólo porque son pobres”, denuncia el Papa, que pone el foco en el escándalo que supone la invisibilidad de la que son objeto. “Se ha llegado hasta el punto de teorizar y realizar una arquitectura hostil para deshacerse de su presencia, incluso en las calles, últimos lugares de acogida”, afirma.