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Objetivo de una cámara de fotos. En el fondo un mural de imágenes.

3 Feb 2009

No aprecié la dimensión de las barreras hasta que las sufrí

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Esta semana la Presidencia checa convocó a los colectivos sociales a un importante encuentro; lo hizo en el semisótano de su Embajada ante la UE. Todos pudieron expresarse menos los discapacitados: había magníficas cabinas de interpretación simultánea, pero faltaba rampa para el acceso en silla de ruedas.

Izaskun, con síndrome de Down, y su pregunta a Zapatero conmovieron a más de siete millones de personas. Hace tiempo hubo otra inolvidable aparición de un hijo del desaparecido Trías Fargas con el mismo padecimiento.

En el debate que en la Junta General del Principado tuvimos mi colega europeo Salvador Garriga y yo con veinte asociaciones asturianas se suscitó la espinosa cuestión de la discapacidad. Cristina, admirable líder de los sordos asturianos; Jorge Coto, de Cruz Roja, Mónica Oviedo; de COCEMFE; Carmen Alonso, de ALPE, Aida Díez... y otras personas comprometidas nos hicieron constatar un poco más, si cabe, la situación de las diversas minusvalías. Los políticos siempre tenemos buenas palabras, pero, lo repito, yo mismo no aprecié la sangrante dimensión de las barreras hasta que las sufrí en propia carne. Y muchos obstáculos tienen fácil arreglo. Es cuestión de mentalizar a la sociedad y a la Administración.

Aquí, en Bruselas, me comprometí hace tiempo con algunos grupos que no son tan famosos pero de problemática importantísima, la tartamudez, la disfemia (a raíz del suspenso de un opositor), los afectados por el gluten o celiacos (incansable la brega de una abuela, Sonia Cortés) y los que sufren acondroplasia (ejemplar el licenciado en Derecho Felipe Orvid). De estos últimos señalo mi compromiso de acompañarles para manifestarnos contra cualquier espectáculo que los denigre ("Bombero torero" y demás) y contravenga la Convención de la ONU de derechos de personas con discapacidad. Muy apreciable la labor en las instituciones comunitarias de Cabra de Luna y la Fundación ONCE.

Hace unas semanas, un diputado soltó sin más en una comisión parlamentaria: "¡Evitemos una Europa hemipléjica!". Naturalmente, hice un sonoro quite y un diputado de la derecha francesa diría luego "tengo un nieto autista y me duele que la prensa hable del Gobierno autista". Las feministas ganan la batalla del lenguaje. Los excesos han sido a veces ridiculizados, pero ese afán de menosprecio a la igualdad entre femenino y masculino conforma todavía la actitud dominante.

En el encuentro de la Junta del pasado 23 de enero fue loable iniciativa de Ignacio Samper, responsable de la Oficina Europea de Madrid, pionera del acercamiento a los invidentes por la red, y de la presidenta, María Jesús Álvarez. Es de agradecer la colaboración de la TPA, que, por cierto, había prometido que colgaría nuestro debate en su web. La discapacidad es menos si hay mentalización social.