- «Lo que queda en luz en Ribera son las manos y los ojos, todos lo demás son sombras»
Hay libros que tienen el don de la belleza. Que son buenos, que son verdad. Libros que parecen cantar salmos de vida con la humildad del apero de labranza. Libros acaso escritos para derramar lentamente una emoción que perdura, que nos recuerdan que el acontecimiento, en la lectura, sucede.