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Carmen Maga

Entrevista

1 Feb 2024

Carmen Maga, poeta

«Al poeta solo puede quebrarle la muerte»

Esther Peñas / Madrid

En mi cuaderno de viaje (Vitruvio), Carmen Maga realiza un inventario anímico de aquellos pasajes, paisajes y culturas que quedaron impregnadas en su memoria, como semillas de belleza intensa. Belleza que, en ocasiones, queda del lado más apolíneo y, en otras, se acerca a lo convulso de ciertas aposturas.

¿Qué distingue un cuaderno de viaje de un poemario?

Tal vez la diferencia radique en que, a través de un cuaderno de viaje uno desea no olvidar lo que un día vivió y, sin embargo, en un poemario quedan plasmadas todas las emociones que le ha ido generando «el camino».

En mi cuaderno de viaje, mi segundo poemario, se recoge lo que un día sentí mientras, a mi paso, transcurrían las estaciones, los lugares, los desastres. En el libro, no solo se hace referencia a aquellos lugares que me impactaron mientras viajaba; en realidad, ese recorrido no deja de ser una metáfora de la propia vida. Todo sucede, a veces, como un simple deseo, tal es el caso de ‘Sin brújula” o ‘Yo soplaré el viento’. También transcurren las estaciones, que interactúan con las palabras, ensombreciéndolas, como ocurre con ‘vientos del sur’ o iluminándolas en el caso de ‘Días para nacer’, los lugares, descubriendo emociones y las visiones, capaces de arrastrarte al dolor y a la impotencia.  

Pienso en el poema ‘El tren de los perdidos’, ¿cómo se habitan esos lugares de espera, esos no-lugares, como los llamaba Auge?

India es un lugar increíble. Es difícil permanecer impasible ante lo que pasa por delante de ti. ¡Tanta belleza y tanto dolor! ‘El tren de los perdidos’ habla del trayecto que va desde Orchha hacia Vanarasi. Vanarasi o Benarés,’ es la ciudad sagrada por excelencia para los hindúes. Allí peregrinan para bañarse en las aguas del Ganges y allí se realizan los rituales funerarios. Es fácil ver cómo son llevados en tren ancianos o enfermos para que pasen sus últimos días cerca del río sagrado antes de ser incinerados y vertidas las cenizas en sus aguas. Por tanto, la estación de tren forma también parte de esa «espera». Si, por lo general, las estaciones en India son bastante deprimentes, al menos en las que he estado, la que se dirige a Vanarasi sobrepasa todas las expectativas.  En esos vagones viaja la desesperanza del que se sabe perdido. No solo huele a sudor, huele a espanto. El silencio también huele.

Le devuelvo la pregunta que funciona como verso: «¿Quién quebró al poeta?», ¿qué o quién puede hacerlo?

Supongo que al poeta solo puede quebrarle la muerte. Ni el terror, ni las bombas, ni los ojos atónitos de los heridos en las malditas guerras, pueden callar al poeta. En todo caso pueden acallarle temporalmente, mientras digiere lo terrible. Tarde o temprano volverá a vaciarse en la poesía.

«Cuando no éramos», ¿resultábamos más o menos auténticos?

No sé si éramos más auténticos, pero desde luego éramos más primarios; supervivientes, centrados en el sustento y en la conquista del cada día. Pero los humanos no nos conformamos con el bienestar. Somos seres complejos. Por eso creo que, tanto entonces como ahora, somos igual de auténticos. Tal vez la pregunta sea: ¿somos más felices?

¿Por qué las derrotas no pueden «hospedarse» allí donde la luz, por qué requieren de la oscuridad?

Pienso que el sentimiento de derrota se asoma a la tristeza, a la ira. El que se siente fracasado habita en la oscuridad de la desesperación, aunque sea temporalmente. Solo cuando superas esas emociones te asomas a la luz. No hace falta decir que estoy hablando desde la metáfora.

¿De qué modo un poema ha de ser una bomba (pensando en ‘Una canción’)?

No lo sé, sinceramente no tengo ni idea. En realidad, nunca me lo he planteado. Para mí la poesía ha de ser sincera, sencilla y, a ser posible, luminosa. Desconozco si existen fórmulas de impacto.

Que la alegría propia sea «salvaje y peligrosa», ¿qué lo propicia?

Sinceramente, no tengo claro hasta qué punto la alegría puede ser peligrosa, tal vez lo sea cuando se convierte en euforia extrema y te impide calibrar las consecuencias de tus acciones. En todo caso, apuesto por la alegría que me genera el contemplar la belleza de lo sencillo, como la luz que atraviesa un mar de nubes…

¿Cuánto tiene el poeta de visionario?

Puede ser que ciertos individuos, poetas algunos, sean capaces de percibir aspectos más profundos de la realidad explorando conceptos abstractos y ofreciendo nuevas perspectivas. Y que, además, sean capaces de expresarlas como emociones que resuenen universalmente, pudiendo trascender a la realidad cotidiana. No digo que no…

¿Cuándo escoger el grito al suspiro?

Me inclino a pensar que es más fácil escoger el grito (a no ser que sea por susto o por pánico). Me imagino elegir el grito de pura alegría salvaje, o el grito de desahogo, pero me cuesta creer que un suspiro puede decidirse. El suspiro es una manifestación profunda del alma.

¿Cuáles son los referentes poéticos de Carmen Maga?

Me recuerdo releyendo a los autores de la generación del 27 con verdadero placer. Alberti, Neruda… posteriormente Goytisolo y desde entonces, hay tantos… José Hierro, Ángel González, Antonio Gamoneda, son algunos de los que admiro. 
 

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