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Morel

Entrevista

3 Oct 2023

Blanca Morel, poeta

«En este mundo se enriquecen las personas que ensucian»

Esther Peñas / Madrid

«Tierra menuda de la superficie del suelo, que se levanta en el aire con cualquier movimiento». Así define Sebastián de Covarrubias la entrada polvo. Dámaso Alonso escribió que los fantasmas eran «polvo y aire», Marianne Moore aludió a que «a belleza es eterna y el polvo sólo dura un tiempo», y Carl Sagan nos definió como «polvo de estrellas». La poeta Blanca Morel (Madrid, 1970) resignifica el concepto y lo hermana con lo mítico en un poemario, Polvo (Eolas), en el que la limpieza aspira a rito y a comunión con el mundo. 

El polvo, ¿mantiene la dignidad de lo que fue antes de convertirse en tal?

El polvo es la huella de la historia, la personal y la colectiva. La huella de los seres humanos masacrados u oprimidos, como las mujeres sometidas históricamente a limpiarlo. Por otro lado, también es la huella del monje budista que se ilumina al barrer el suelo del monasterio. Los poemas de Polvo se fueron escribiendo en una dialéctica entre repudio y el goce.

¿Qué le fascina del polvo hasta el punto de convertirlo en eje de un poemario?

 Me recuerdo con unos tres años fascinada al contemplar partículas de polvo a contraluz tras unos visillos. Su movimiento, su danza. Después vino el fastidio de tener que limpiarlo al ver cómo se acumulaba día tras día. El polvo es la constancia de la impermanencia del mundo y los seres. Decidí explorarlo, parecía querer decirme algo. Así que me identifiqué con él y salió este poemario que lleva su nombre.

Cubierta del poemario¿Por qué «limpiar en un acto mítico»?

Al afirmar esto reivindico a las mujeres que se han pasado la vida luchando contra el polvo. El trabajo de la limpiadora no es valorado; sin embargo, tiene una importancia tremenda en nuestra vida. La limpiadora en este libro es un personaje mítico que no ha sido revelado como mito o ha sido olvidado porque se encuentra oculto bajo la ceguera y el egoísmo social. La sociedad está sucia. La limpiadora es la que, en un tiempo mítico, abrillantará el mundo.

¿En qué consiste «la belleza de ser traspasada por la luz»?

Se trata de una epifanía de unión con la totalidad mediante una conciencia trascendida. Es ser polvo luminoso y danzar.

Uno de los poemas repara en los contactos de personas anónimas a través de las redes. ¿A quién se dirige el poeta cuando escribe?

La poesía hace un uso del lenguaje salvaje y radical; todo me pertenece porque nada me pertenece pero, con mi voz, invoco al mundo a través de mí misma porque el mundo también soy yo y yo soy el mundo. En la concepción del poema no hay solo palabras, la creación pasa por una energética del cuerpo y la conciencia que, en ese momento, está haciéndole algo a la realidad. No hay soledad cuando sola escribo en el mundo. La escritura es recibida siempre. A veces alguien nos lee y le interesa y, por supuesto, es algo que aprecio enormemente; en cualquier caso, el poema ya ha sido dicho y recibido. Escribir enfocada a unos seguidores o a un público determinado no me interesa lo más mínimo.

¿Qué nos dicen las manchas que deja una persona en su ropa, en su casa?

Cada cual debería limpiar lo que mancha. Si la cocina estaba recogida y la has ensuciado deberías dejarla como estaba. Me parece una regla básica de convivencia. Pero, en esta sociedad, es difícil tomar conciencia de las cosas importantes. Si no puedes dejar las cosas mejor de como las encuentras al menos déjalas como estaban. Esto lo podemos extrapolar a los espacios colectivos y también a nuestro planeta, constantemente ensuciado por los dueños del capital. Curiosamente, en este mundo se enriquecen las personas que ensucian, no las que limpian. Si tu porquería la limpia alguien que nunca podrá pagar a alguien que limpie su porquería algo va mal. Cómo nos relacionamos con la limpieza de la casa implica un posicionamiento político del que a veces ni siquiera somos conscientes. 

¿Qué conjura la mezcla polvo/lágrimas?

Después de muchos enjuagados de polvo en lágrimas se consigue polvo radiante. Esto sirve como metáfora de la redención. Hay un verso de Héctor Viel Temperley que dice «Todas las lágrimas de mi vida volverán a mis ojos». 

Limpiar, ¿tiene más de rito o de rutina?

Ambas palabras provienen de la misma raíz y, sin estar alejadas, sin embargo, se contraponen. El rito puede convertirse en rutina y la rutina en rito. Si hacemos las cosas con conciencia y les otorgamos un valor profundo, un acto tan cotidiano como barrer el suelo puede convertirse en ritual. Limpiar es un engorro, pero si nos identificamos con el polvo puede llegar a ser un momento de íntima conexión con el mundo. Esto nunca será así si es una obligación que nos impide desarrollar otras actividades, como ha sido históricamente para la mujer. Ahora, lo que sucede es que no tenemos tiempo de ocuparnos de nuestros propios asuntos. Y, aunque creamos que el rol de la mujer ha cambiado, ella sigue siendo la que limpia, es cierto que de manera remunerada en muchos casos, pero siempre precaria. En nuestra sociedad, muchos hombres siguen sin limpiar y las mujeres se liberan de las tareas domésticas…pero a costa de otras mujeres que lo hacen. 

¿Hasta qué punto la suciedad de una casa es la historia cotidiana de quien vive en ella?

Los restos de comida, los envases que tiramos, en general el tipo de basura que generamos y la suciedad o limpieza de nuestra casa hablan de una forma de vida. Hay personas maniáticas de la limpieza que jamás limpian ellas mismas porque para eso pagan a alguien. Me pregunto si estaría su vivienda así de limpia y resplandeciente si fueran los dueños o dueñas de casa los que hicieran la limpieza. A veces una pulcra limpieza puede esconder una tiranía. Si una casa está limpia a costa de la explotación laboral esa casa está sucia. La limpieza también puede ser sucia. 
En este momento de mi vida, considero que la limpieza de mi casa y de mi ropa son asuntos personales que me competen a mí hacerlos, pero no siempre he pensado así. Ahora me siento mejor con un poco de polvo acumulado en los muebles o una pelusa en un rincón que pagando a alguien para que limpie mi porquería. 

Le devuelvo una pregunta del poemario: ¿Quién mancha el polvo?

El polvo es el último resto de materia, no hay nada que pueda manchar el polvo, solo acrecentarlo. Pero metafóricamente, el polvo puede llevar el peso de la ignominia, como las cenizas de los exterminios nazis. La danza del polvo es la del karma, así que son nuestros actos y pensamientos los que ensucian o limpian el mundo. 

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