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Jon Andión

Entrevista

1 Jun 2023

Jon Andión, poeta

«Nada está roto del todo»

Esther Peñas / Madrid

El calor oculto de las cosas rotas (Huerga y Fierro) es un poemario que trata de resignificar el sedimento de la mirada para que se incardine en ella las teselas que nos conforman. Al fin y al cabo, «hay criaturas calladas detrás de cada puerta» que aguardan ofrecer su misterio. De esto hablan estos versos de Jon Andión (Madrid, 1984), y con él conversamos.

¿Qué conviene hacer con las cosas rotas?

Lo primero es que las cosas, como la vida, son para cada uno una cosa misma o una cosa distinta y varias que convergen y cada una con su naturaleza, y al explicarlas (como los poemas) inevitablemente las simplificamos. Este libro pretende volver la mirada a lo plural, a lo limítrofe, a lo diverso que conforma un mundo propio y a la vez todos los mundos. Y nada está roto del todo, como la vida no es solo una caída o solo un vuelo sino una sucesión de vuelos y caídas, y caídas que no lo son tanto y vuelos que tampoco y otros tantos ejemplos que sí. Quizás se trate de navegar y de mirar y de contar historias. 

Si «reflexionar es un animal salvaje», ¿cuándo conviene ponerse a salvo de él?

Lo salvaje está para abrazarlo. Somos nosotros mismos. Solo comprendiendo el mundo lo alzaremos y nos resguardaremos eficientemente de lo que nos acecha. La peor cara del mundo la encuentro siempre en las personas cuyo «salvajismo», término muy injustamente equiparado a «crueldad», siempre viene y bebe de la incomprensión. 
Este «lo salvaje» (del libro) es lo otro, lo que está del otro lado y aun así nos mira con nuestra misma mirada, algo que no atiende a este corpus de reglas y normas (morales, mentales, emocionales, sociales, etc.) en el que vivimos, aquello que habita en nuestra propia naturaleza pero pertenece a la otra orilla, algo que deberíamos abrazar y comprender, tiene algo que ver con la pura libertad; de emoción, de pensamiento, de pisada. 

Cuando «el tiempo nos mira», ¿qué se requiere para poder mantener su mirada con dignidad?

Siempre he pensado en el tiempo como un río que pasa por nosotros, como un elemento que existe en el mundo y que, como elemento, tiene su propia relatividad o su propio fluctuar. Y en términos macro, nos mira porque nos ve y nos atestigua en nuestra propia línea temporal. ¿Quizás lo grandioso es lo fugaz, como nosotros?

Cubierta de 'El calor oculto de las cosas rotas'¿«Qué fue vivir»?

Fue, es o será. ¿Quién vive como quiere, como siente, quién siente los números vencidos hacia la satisfacción del trabajo bien hecho, del vivir bien vivido? ¿Y cuándo es el momento de esa pregunta, al final, al principio o en el entretanto? Solo cada uno lo sabe.

¿Cuál es la gran razón de la tristeza del poeta?

Confundimos tristeza con melancolía y la melancolía con ñoñería cuando la buena melancolía no es más que inteligencia, sensibilidad, empatía y capacidad de viaje interior. Tenemos una ideología bipolar de tristeza y alegría, de fracaso y éxito que no es más que una muy dañina falacia o sistema de falacias. El poeta sabe mirar, conoce ambos lados y de ambos lados aprende.

Las mentiras que uno lleva tatuadas en la espalda (en su caso, trescientas), ¿qué nos recuerdan, qué nos enseñan, cómo nos duelen?

El maravilloso mundo del vivir que cada uno ejerce y le ejercen la vida, la suerte y lo que sea, deja inexorablemente un trazo (o trescientos); que son a su vez asuntos que celebrar, como todo lo que verdaderamente nos sucede, que vienen a ser elementos que nos conforman, y nos definen. 

¿En qué situaciones conviene «ser esclavo del animal»?

Cada uno medirá su propio «animal» en una balanza y su propio «civismo», y bajo las reglas del universo ambos lados tendrán a su vez rasgos cruzados. En el caso del hombre lobo del poema, por suerte o por desgracia para él, es más evidente.

¿Cómo se reconoce «un aliento decisivo»?

En el pecho. Es la intención. Es la libertad.  

Entre la «constelación de caminantes» que pueblan la familia poética, ¿por cuáles siente querencia Jon?

Somos lo que somos, y lo que somos es lo que nos conforma, y en materia de luz eso es lo que amamos y lo que nos alienta, y viene conformado por nuestros maestros del arte y de la vida, que pueden ser, entre otros muchos, Lorca, Vallejo, Gelman, un abuelo, un sensei, hermanos de sangre o de las artes, o un aita que te inspira y que te guarda.