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Mertxe Manso (fotografía del autor)

Entrevista

15 Dic 2021

Mertxe Manso, poeta

«Muchos poemas son memoria viva en la piel»

Esther Peñas / Madrid

Mirlos blancos (Adeshoras) es un poemario amable, poblado de aves (no todas del paraíso, pero casi), fruncido con versos en los que el sol (más de mediodía que de media tarde) van dibujando el transcurso de un tiempo al que se honra. Su autora, Mertxe Manso (Barakaldo, 1978) ha querido con este diván dar voz a lo social, no con el vuelo contundente del águila o del milano real sino con la fecundidad de la cigüeña.  

Un buen verso: ¿es un mirlo blanco? 

No, necesariamente, un verso es un proceso de elaboración y reelaboración, de trabajo, pero una idea para ese verso sí podría ser un mirlo blanco, si lo entendemos como algo excepcional y diferente.

¿Cuánto de música (de ese canto que va de un mirlo a otro, según la cita de Valle-Inclán) tiene el poema? 

En mi caso, mucho, la musicalidad del poema en cualquiera de las manifestaciones que la poesía permite entiendo que debe estar presente, y para mí ese tintineo-ritmo es clave para que termine de apostar por ese poema o no en el que trabajo; en la cita tiene clara referencia también al ritmo y el sonido del mar, en la dualidad de cielo y mar que nos dejan los pájaros y el mar de la cita de Valle-Inclán. 

¿En qué momentos «el corazón sale de la madriguera»? 

Probablemente, sale ante momentos de tranquilidad y como búsqueda de nuevos horizontes, o bien como necesidad de escape. Esa imagen metafórica de un corazón saliendo de la madriguera es algo muy onírico, al estilo Dalí; cuando pienso en esa imagen me acuerdo de sus cuadros surrealistas, de “La persistencia de la Memoria”, por ejemplo, y su idea del reloj que cobra vida. En mi verso «el corazón sale de la madriguera», sin quererlo navego en esa dirección. Quizás y sin ser consciente, Dalí está presente en mí obra. De pequeña solía ir todos los domingos a ver exposiciones con mis padres a Portugalete, y luego en la adolescencia, el arte junto con la poesía fueron dos cosas que me fascinaron y que investigué por mi cuenta. Ese surrealismo de alguna manera late en versos de este tipo. 

A propósito de ‘La memoria de la lluvia’. ¿Cómo se reconoce un milagro? 

Buena pregunta, la verdad que no he reconocido ninguno aún, lo que sí intento es crear mis propios milagros, es decir, convertir en extraordinario aquello que deseo. Mis milagros no tienen una vocación mariana, no hay una visión religiosa de esa palabra en mis versos, sino que los entiendo como un suceso extraordinario que provoca admiración o sorpresa.

Cita a Heráclito en uno de sus poemas. ¿Cuánto de mudanza tiene su poesía y cuánto, invocando a Parménides, ha permanecido desde el primer verso?

Soy muy de Heráclito, de ahí la cita que abre el poema “Las Nubes”, cualquier vivencia por pequeña nos modifica, nos cambia para bien o para mal, igual que las nubes cambian; de hecho, las que miras ahora no serán las mismas que dentro de diez minutos. Me gusta la visión del cambio y soy poco de Parménides, que no concebía la evolución del ser. Mi poesía necesariamente ha crecido y evolucionado según lo ha hecho mi persona, espero que acertadamente, pero en cualquier caso no me gusta que sea inamovible, sí busco que se reconozca mi voz, pero en una evolución constante. 

Cubierta de Mirlos blancos (Leticia Vera)Entre un mirlo y una garza blancos, ¿qué sucede? 

Son una extraña pareja, ja, ja, ja. Un mirlo blanco es muy difícil de ver, los mirlos abundan, los blancos escasean. En Alemania era mi ave de referencia, lo veía a todas horas y que además me encanta. La garza blanca o árdea alba es la referencia a Córdoba, al Guadalquivir, donde se pueden ver en la ciudad, si paseas por el Molino de la Albolafia cerca de la Mezquita, por ejemplo.

¿Tiene, la poesía, más de memoria que de deseo? 

Diría que de ambas, muchos poemas son memoria viva en la piel, suenan a presente aunque sea pasado, y el deseo es muchas veces ese futuro que se anhela sin saber si se materializará o no. El poema que puede ser un mirlo blanco. 

El poemario está surcado por distintos animales, de todos, ¿cuál es el totémico?  

El que no se nombra, un periquito azul, el que da voz a los poemas de la parte Mirlos Blancos por lo extraordinario que fue. Aunque para mí son bellas todas las aves que surcan estos poemas. Soy amante de las aves.

Hay un aliento de sosiego que pespunta todo el poemario, ¿conviene escribir con el corazón tranquilo? 

Me alegra esta pregunta y esa afirmación de «aliento de sosiego». Es un libro que precisamente buscaba ese punto de calma, casi todos mis libros anteriores tenían un punto descarnado que dejaba un desaliento final en los versos. Es cierto que este libro mira hacia lo social más que hacia el yo interior, es una mirada al mundo que me rodea y una crítica en muchos casos de lo que no me gusta y se debería cambiar para dejar un mundo mejor para el mañana; pero como señalas es un libro de calma, escrito en el final de una etapa que me abría la puerta a otra nueva y diferente. 

¿Cuál es el último libro que le ha emocionado?  

Lo último que acabo de leer es Polvo de la mexicana Guadalupe Amor, un libro descarnado y pasional, editado en Torremozas, una editorial que recupera voces femeninas y que fue mi primera casa, allí publiqué mis primeros poemas con la editora Luz María Jiménez Faro. Guadalupe Amor fue una figura singular y polémica de la literatura mexicana del XX, una poeta grande con un verso claro y directo.