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Envejecimiento

Salud/ Envejecimiento

22 Feb 2022

Según un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red

Investigadores españoles vinculan la fragilidad de los mayores con la discapacidad y la mortalidad

Redacción / Madrid

Un grupo de trabajo del Área de Fragilidad y Envejecimiento Saludable del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) ha demostrado que la fragilidad (un síndrome biológico asociado a la edad que aumenta el riesgo de sufrir eventos adversos) en las personas mayores está vinculada estrechamente con la discapacidad, la hospitalización y la mortalidad.

Según informó el Ministerio de Ciencia, los resultados del grupo de trabajo, liderado por Leocadio Rodríguez Mañas, del Hospital Universitario de Getafe, se han publicado en ‘Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle’.

Los investigadores utilizaron datos de 975 participantes del Estudio de Toledo en Envejecimiento Saludable (ETES), que representan una cohorte de adultos mayores de 65 años.

En ese sentido, las trayectorias de fragilidad se obtuvieron de los datos recogidos en dos evaluaciones (2006-2009 y 2011-2013), distanciadas en cinco años, mientras que en la segunda evaluación la discapacidad se evaluó a los tres años, la hospitalización se reportó hasta 2016 (con una mediana de cuatro años) y la mortalidad hasta 2019 (con una mediana de casi siete).

La fragilidad se evaluó a través de una escala llamada Rasgo de Fragilidad 5 (FTS5, por sus siglas en inglés), que evalúa cinco aspectos centrales de la fragilidad: la actividad física, la velocidad de la marcha, la fuerza de presión manual, el índice de masa corporal y el test de Romberg para medir el equilibrio de pie.

En este estudio se encontraron cinco trayectorias, lo que confirma el dinamismo de la fragilidad; en tres de ellas aumentaba, aunque partían de niveles iniciales distintos; en una se mantenía en niveles moderados y en la otra en leves.

Ante esta situación, Leocadio Rodríguez Mañas subrayó que “este hallazgo es importante, ya que, aunque la fragilidad tiende a aumentar con el envejecimiento de la población, no ocurre esto en todos los adultos mayores”.

A su vez, aquellas personas que tenían puntuaciones moderadas de fragilidad y las mejoraron no tenían diferencias estadísticamente significativas con respecto al riesgo de sufrir eventos adversos respecto a la trayectoria de referencia, compuesta de los participantes que empezaban con puntuaciones de fragilidad más bajas y empeoraron, mientras que el resto de las trayectorias sí presentaron un riesgo aumentado para todos los eventos estudiados.

Este hallazgo se mantuvo incluso cuando se ajustaron por posibles confundidores, como son la edad, el género o el estado cognitivo, entre otros.

Por su parte, el estudio también ha puesto de manifiesto que la fragilidad es un constructo fisiológico continuo en el que el riesgo de sufrir eventos adversos aumenta según crece la fragilidad evaluada mediante esta escala.

Ante esta situación, el primer firmante del trabajo, Alejandro Álvarez Bustos, señaló que la relevancia clínica de este trabajo “respalda la evaluación de la fragilidad para complementar la evaluación del estado de salud de los adultos mayores y su relación con posibles eventos adversos, y complementa investigaciones anteriores que indican que la reducción de la carga de fragilidad es efectiva para reducir el riesgo de resultados adversos en la vejez”.