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Combalía

Entrevista

14 Jun 2022

Victoria Combalía, crítica de Arte e historiadora

«Actualmente, más que estafas hay obras intrascendentes, y muchas repeticiones de cosas ya vistas»

Esther Peñas / Madrid

Amazonas con pincel (SD ediciones) reunía a una gavilla de mujeres que cincelaron con su propia marca de cantero el arte de la primera mitad del XX. Su autora, la crítica e historiadora Victoria Combalía (Barcelona, 1952), ha convocado otro generoso ramillete de nombres que descollaron por sus maneras en la segunda mitad del pasado siglo, de Yoko Ono a Marina Abramovic, recogiendo en el trayecto a Esther Ferrer, Louise Bourgeois o Rebecca Horn. El resultado, Amazonas con pincel II, de la misma editorial. 

38 mujeres artistas, de distintas disciplinas, componen esta segunda entrega. ¿Cuál ha sido el criterio para incluir a estas mujeres y no a otras (como Sophie Calle o Eva Lootz, por citar solo dos de las que no han podido entrar)?

El criterio era escoger a artistas representativas de cada momento y/o movimiento, pero sabiendo que dejaba en el tintero a muchas, pues en la segunda parte el siglo XX el número de artistas mujeres de gran interés es muy alto. También había una limitación de espacio evidente.

En el primer volumen hay mujeres de formación autodidacta, que se va diluyendo en este segundo. ¿Qué se gana y qué se pierde al institucionalizar la enseñanza de las artes?

En la segunda mitad de siglo algunas de estas artistas estudian en academias de arte muy prestigiosas (Academia Rietveld, Goldsmith College, Slade School of Art, Art Students League…), de concepción muy abierta y moderna, y creo que ello fue positivo para ellas.

¿Cuál es la gran ruptura (en la medida que puede haber ruptura en el arte) entre la concepción estética de las mujeres que aparecían en el primer volumen y las que integran este segundo?

A lo largo de cien años, hay muchas rupturas estilísticas, para hombres y mujeres artistas del siglo XX. Cubismo, surrealismo, abstracción, Pop Art… Una diferencia entre las primeras y las segundas es la abundancia de mujeres performers en los años 1960 a 1990. La mujer afirmaba su identidad (sexual y social) mediante su cuerpo o mediante acciones en relación con su cuerpo. En la primera mitad de siglo también vemos a más mujeres artistas dependientes de alguna manera de sus parejas (Dora Maar/Picasso; Frida Kahlo/Rivera). En la segunda mitad son mucho más independientes de sus parejas, y no digamos ya ahora.

Hay algunas obras en arte moderno (no de las que habla usted en el libro, más allá) que están en la linde del sucedáneo, de la estafa. ¿Cómo reconocer una obra de arte?

Es la comunidad artística la que valora y valida las obras de arte contemporáneo. Puede haber estafadores, que los hay, entre artistas y marchantes. Sin embargo, cuando los críticos participamos en jurados es muy interesante ver la unanimidad que suele haber. Si somos honrados (sin favoritismos ni intereses externos), nos hemos formado y hemos visto mucho arte, podemos valorar bien las obras. Actualmente, sin embargo, más que estafas hay obras intrascendentes, y muchas repeticiones de cosas ya vistas.

¿Hasta qué punto es lícito considerar una obra feminista solo por el hecho de haber sido elaborada por mujeres?

No es lo mismo una obra feminista que una obra hecha por mujeres. Para que sea feminista ha de tener un contenido feminista: denuncia de injusticias, exploración de la identidad femenina, etc. Las esculturas de Susana Solano o de Barbara Hepworth, por ejemplo, no son feministas.

¿Podríamos decir que hay un hilo común, algunas características que compartan estas 38 artistas?

El hilo común es la mayor dificultad, respecto a los hombres, para ser conocidas, difundidas o valoradas económicamente igual que ellos.

¿Por cuál de ellas siente especial querencia Victoria Combalía?

Tengo especial querencia por Paula Rego y Carmen Calvo.

En algunas de estas artistas el acicate o la espita para la creación ha sido el intento de reparar un trauma. ¿Hasta qué punto el arte es capaz de sellar heridas?

Sí, el arte es curativo, tanto para hombres como para mujeres. Muchos y muchas artistas han exorcizado o sublimado sus traumas mediante el arte.

Cubierta de 'Amazonas con pincel II'Hay, en muchas de las mujeres que usted reúne en este segundo volumen, una conciencia política nítida y manifiesta. ¿De qué modo el arte modifica el mundo?

El arte no puede cambiar el mundo, pero sí nuestra consciencia, nuestros valores y nuestra percepción del mundo y de la sociedad, y es esta nueva visión la que puede cambiar el mundo.

Leyendo el libro, pareciera que, salvo en excepciones de rigor, de mujeres que siguen trabajando según métodos tradicionales, las nuevas tecnologías se hubieran vuelto imprescindibles. ¿Hasta qué punto esto es así?

En mi libro precisamente no hay muchas artistas que utilicen nuevas tecnologías como realidad virtual, internet, arte digital, pero sí lo que existía en aquellos años setenta, ochenta y noventa: vídeos, filmes o pantallas ampliadas. La más «tecnológica» es Laurie Anderson y también Jenny Holzer, con su proyecto Please Change, en formato web.

Muchas de estas mujeres (el caso, por ejemplo, de Àngels Ribé) no han sido reconocidas hasta que su trayectoria ya tenía una solvencia innegable. ¿De qué depende el momento en el que al artista (hombre y mujer) se le dé su lugar? 

Las mujeres aún están en desigualdad de condiciones (y sobre todo las que trabajaron en los años cincuenta, sesenta y setenta) para desarrollar sus carreras y ser valoradas. Exactamente igual que en medicina, arquitectura, humanidades, etc. En 2010, MAV (Mujeres en las Artes Visuales) reveló que pertenecer al género masculino aseguraba el triple de salidas laborales para los licenciados en Bellas Artes en España. Afortunadamente, en estos últimos años, la invisibilidad de las mujeres artistas sea ido corrigiendo y se da el caso (reciente) de programaciones museísticas totalmente dedicadas a las mujeres. Pero ello no excluye que aún cuesta mucho más sobresalir.

De los sesenta hasta hoy en día, ¿sigue habiendo amazonas con pincel? 

La actualidad está llena de amazonas con pincel (y sin pincel), y en España tenemos ahora jóvenes artistas mujeres de la talla de Nuria Güell o Teresa Solar que ya han conseguido reconocimiento nacional e internacional. Esperemos que este fenómeno sea solo el principio de una normalización en la valoración del talento femenino en las artes visuales.