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Francisco Taboada en una reciente carrera

Activismo

26 Jul 2023

Francisco Taboada, natural de Orense, se prepara para competir en los Juegos Paralímpicos de París 2024

Paralímpico en Sidney y ahora diputado en Suiza para defender la inclusión y los derechos humanos

Servimedia / Madrid

Francisco Taboada, de 45 años y natural de Orense, tiene una ceguera ocasionada por un accidente doméstico cuando era niño, pasó parte de su infancia en el hospital, compitió como ciclista en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000, formó una familia e inició su faceta como emprendedor, ha sido elegido recientemente diputado en el Gran Consejo de Ginebra (Suiza) y entrena para ser atleta en la cita paralímpica de París 2024. Sus padres, él de Orense y ella de Cáceres, se conocieron en Ginebra en una época en la que muchos españoles migraban a otros países europeos en busca de oportunidades, trabajar y labrarse un futuro vital.

Después decidieron volver a la capital ourensana, donde nació Francisco, a quien le cambió la vida sin querer cuando tenía dos años porque le cayó agua hirviendo de una cazuela, con consecuencias sobre todo en sus ojos. “La suerte es que estaba a unos 300 metros de la clínica, lo que permitió que me cogiesen rápidamente”, recuerda.

Entonces, una prima de su madre trabajaba para la Clínica Barraquer en Barcelona, toda una referencia internacional en oftalmología. Como sus costes eran elevados, su padre tuvo que volver a Suiza.

“Mi padre tenía un primo que trabajaba y vivía en Berna. En aquellos tiempos, Suiza controlaba muchísimo la inmigración. Solo daban permisos por temas bien precisos y únicamente podías ir solo, la familia no te podía acompañar. Era un permiso temporal de seis meses y luego volvías a casa dos o tres meses para después volver a trabajar en Suiza. Había muchísimos inmigrantes españoles y de otros países que tenían que dejar a sus familias en sus países respectivos”, explica.

Eran los años 70 del siglo pasado y Suiza, como otros países limítrofes, necesitaba mucha mano de obra para construir viviendas y carreteras, o la vendimia y la recogida de la patata, por ejemplo.

El padre de Francisco comenzó trabajando en un restaurante, pero su estancia en Berna duró poco porque un empresario de transportes le ofreció un contrato laboral a largo plazo como chófer en Ginebra.

A CABALLO ENTRE DOS CIUDADES

Cuando cumplió cinco años, Francisco Taboada viajó a Ginebra para asentarse con sus padres. “Al principio fue un poco caótico. Estábamos aquí, pero ‘sin poder estar’. La gente sabía que estás y eran discretos. Empecé a ir a la escuela sin tener todas las autorizaciones”, rememora.

Entre los 5 y los 12 años, Francisco fue sometido a seis trasplantes de córnea en la Clínica Barraquer. “Era una época en la que las operaciones duraban mucho tiempo, tenía muchos problemas para aceptar la córnea. Me hospitalizaban y me tenía que quedar entre seis y nueve meses en el hospital. Todos los fines de semana, o mi padre o mi madre viajaban en tren de noche e iban a verme a la clínica. Se quedaban el fin de semana y el domingo por la noche cogían un tren para llegar al trabajo el lunes por la mañana”, indica.

“Seguía la escuela a distancia. Me mandaban deberes a través de mis padres. Era muy complicado y no tuve una escolaridad normal hasta los 12 años”, subraya.

Francisco mantenía entonces algún resto visual, distinguía los colores y eso le ayudaba para hablar, interactuar o desplazarse sin necesidad de perro guía, aunque llevaba bastón. “Fui perdiendo la vista poco a poco desde los 20 hasta los 24 años”, recalca.

Una vez que las estancias hospitalarias quedaron atrás, pudo entrar en una escuela dirigida a personas con discapacidad visual que estaba ubicada a unos 60 kilómetros de Ginebra. “En aquel momento había estado tanto tiempo separado de mis padres que no quería estar internado. La mayoría de los niños iban allí y los fines de semana estaban en casa, pero yo no quería, así que todos los días hacía trayectos en tren, donde hacía los deberes”, comenta.

DESCUBRIMIENTO DEL DEPORTE

En esa escuela, la única francófona de la zona, surgió la pasión de Francisco Taboada por el deporte cuando tenía 18 años, antes no por prescripción médica ante el riesgo de que la actividad física afectara a sus córneas. “Me centré mucho en el piano, era lo que podía hacer. Obtuve el diploma y en aquellos tiempos ocupaba mi vida activa”, destaca.

Ya mayor de edad, probó el ciclismo en tándem, una disciplina paralímpica en la que participan conjuntamente un piloto sin discapacidad con un ciclista con discapacidad visual. En 1998 compitió en el Mundial celebrado en Colorado Springs (Estados Unidos), donde a su llegada la aerolínea que le transportó perdió sus dos tándems, el de ruta y el de pista. “La ONCE me prestó un tándem pequeño de recambio para practicar en pista, así que pude hacerla gracias a su ayuda. Tengo la doble nacionalidad suiza y española. Les doy las gracias porque si no, hubiésemos hecho un viaje de turismo después de prepararlo durante bastante tiempo”, indica.

Y llegó el momento de participar en los Juegos Paralímpicos de Sidney 2000 tras un proceso duro de preparación. “Suiza tiene una manera de gestionar las marcas mínimas que te lleva a ser muy eficiente para que te seleccionen. Cuando llegas al día de la competición has gastado tanta energía para obtener las mínimas que estás ‘quemado’. Suiza solo selecciona a gente que puede conseguir una medalla. Las mínimas se focalizan en los cinco primeros puestos del ranking mundial en cada categoría”, asegura.

“Por eso, cada deportista trae alguna medalla, salvo que estés enfermo o tengas un accidente. La proporción de medallas respecto al número de deportistas es considerable. Es una política de Suiza, que no apoya tanto a los deportistas como quizás la ONCE en España”, apostilla.

En este sentido, añade: “Todos son atletas ‘top’. Es una pena porque a veces tienes a un deportista con 18 años que puedes llevar para que comprenda lo que es una competición internacional o adquiera experiencia. Estamos en un país muy elitista para todo y el deporte se ve como algo competitivo”, resume.

Suiza es un país de cerca de ocho millones de habitantes con cuatro culturas completamente diferentes porque por su territorio se hablan cuatro lenguas. La zona germanófila, con Berna como ciudad relevante administrativamente, domina las decisiones políticas y administrativas.

Por ejemplo, los Juegos Paralímpicos de 2024 tendría una mayor “repercusión”, según Taboada, si se celebrasen en Múnich en lugar de París. “Es una dificultad que tiene Suiza no solo en el deporte, sino en todos los niveles. Cuando voy como internacional, casi siempre soy el único que habla francés”, desliza.

El ciclismo en tándem tuvo ya poco recorrido para Taboada. “Los de la ONCE eran máquinas, estaban muy bien preparados y era imposible luchar contra ellos. En 1999 fui campeón suizo en contrarreloj y alcancé mi meta. Mi misión en Sidney era participara para que una persona del equipo llegara lejos”, sentencia.

Además, entrenaba en un velódromo pequeño con apenas 166 metros de anillo, con la particularidad de que las curvas tenían un 45% de pendiente. “El tándem era muy existente. Hacía atletismo en invierno, era más fácil encontrar personas que quieran correr contigo, hay cintas para entrenarte… Me lancé en 2002 y paré antes de los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004”, comenta.

Entonces, se centró en su familia, sus negocios y a moverse políticamente en su comarca, con lo que se le abrieron otras puertas. Por ejemplo, en 2016 era vicepresidente de una asociación que recogía fondos para la lucha contra las enfermedades raras. “Me apunté casualmente a la maratón de Ginebra de 2016”, señala.

ATLETISMO

Ese año marcó el pistoletazo de salida de más horas de entrenamiento dedicadas al atletismo. “Volví a mis tiempos de 2003 y 2004. Cuando estaba en mi mejor momento para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 nos cayó encima el covid. Tenía que correr la maratón de Barcelona en marzo de 2020 para que me seleccionaran y tenía la ilusión de hacer un tiempo de 2:36. Pero dos semanas antes se cancelaron todas las competiciones, entramos en confinamiento y no pude competir, me frenó todo”.

No obstante, Taboada cambió entonces las carreras largas por el medio fondo porque para correr en pista había un protocolo sanitario, así que comenzó a prepararse para carreras de 1.500 o 5.000 metros.

“Pasar de una disciplina a otra te exige mucho. No es el mismo entrenamiento ni la misma manera de correr, así que busqué herramientas para competir. Mi objetivo es ir a París, sigo haciendo una media de dos entrenamientos cada día. Haré todo lo que pueda, aunque las mínimas son complicadas. Iré lo más lejos posible y lo llegue a alcanzar o no es secundario. Busco el placer de intentarlo y hacerlo lo mejor posible”, explica.

POLÍTICA

Por otro lado, Taboada fue designado el pasado mes de mayo diputado en el Gran Consejo de Ginebra, algo similar a los parlamentos autonómicos en España. Es una de las 26 cámaras territoriales de Suiza y representan a sus cantones, cada uno con su propia gestión e independencia. Por encima está la Asamblea Federal.

“Me gustaría, como en el deporte, que en la política se hable de inclusión, un tema tabú en un país muy elitista. Para una persona con discapacidad es complicado ser diputado y actualmente somos tres diputados con una discapacidad más o menos grande en el cantón de Suiza. Estamos a las puertas de concienciar a la opinión pública suiza”, describe.

Además, Taboada es miembro de las comisiones parlamentarias de Control de Gestión y Derechos Humanos en el Gran Consejo de Ginebra.

“Suiza y España no tienen la misma visión política. En Suiza, desde que eres pequeño te enseñan lo que es la política y no haces política porque quieres ganar dinero, sino por implicación social”, apunta, antes de añadir: “En Suiza tienes dos deberes morales: la política y ser bombero voluntario”.

Respecto a la política, destaca: “Suiza tiene una democracia directa. Puedes hacer que un tema sea votado por el parlamento. Esto hace que para los políticos sea un deber moral trabajar para la sociedad. Cada dos meses vamos a votar, forma parte de nuestra vida. Puedes votar sobre clima, la edad de la vejez… Y esto es a nivel federal, de cantón o de comarca”, subraya.

“Ser político en Suiza es una responsabilidad y conlleva una conciencia social que encuentras en muy pocos países”, concluye.